Cómo el
legado de Sadam Husein acabó profesionalizando a Estado Islámico Estado
Islámico Terroristas de Estado Islámico, en una exhibición en Irak. (WIKIPEDIA)
La caída del antiguo régimen del dictador iraquí forzó a decenas de sus
oficiales baazistas a engrosar las filas de Estado Islámico. Son los encargados
de la seguridad, de lo militar y las finanzas. Estados Unidos comete el error
de disolver a los oficiales del partido Baaz, una fuerza que podría haber
contribuido a la estabilidad del país. BLOG: ¿Quién proporciona armas a Estado
Islámico? ECO Actividad social ¿Qué es esto? 37% 0 +1 EP. 12.12.2015 - 16:42h
La caída del antiguo régimen del dictador iraquí Sadam Husein forzó a decenas
de sus oficiales baazistas a engrosar las filas de Estado Islámico; una
asociación por conveniencia, facilitada únicamente por el odio común que ambos
grupos comparten hacia el actual Gobierno iraquí y que, sin embargo, ha
potenciado a la organización yihadista hasta extremos inimaginables al
fortalecer tanto las redes de seguridad e información de los terroristas como
sus habilidades en el campo de batalla. No obstante, se trata de una asociación
asimétrica, según entienden analistas y oficiales del actual Gobierno iraquí. A
pesar de que los antiguos baazistas ejercen cierta influencia sobre Estado
Islámico —de las 23 'carteras' de la organización, los baazistas se encuentran
en tres absolutamente cruciales: la de seguridad, la militar y la de finanzas—,
la organización yihadista ha terminado absorbiendo a gran parte de este cadre
gracias a sus recursos económicos, a la eficacia de sus amenazas y al
conocimiento de que los baazistas saben que jamás podrán regresar al actual
escenario político iraquí. Tikrit, punto de inflexión Todo comenzó en 2003, con
la caída del régimen de Sadam. Estados Unidos comete el error de disolver a los
oficiales del partido Baaz, una fuerza que podría haber contribuido a la
estabilidad del país gracias a su conocimiento de los entresijos del brutal
estado policial en el que Husein había convertido al país. Los antiguos
oficiales acabaron desencantados y marginados. Algunos decidieron unirse a
Estados Unidos, otros optaron por abandonar Irak, pero gran parte de ellos
apostaron por contribuir con sus conocimientos a la insurgencia. La
extraordinaria capacidad de liderazgo en combate de los baazistas provocó que
la dirección de Estado Islámico actuara urgentemente para mantenerse al frente
de la insurgencia De todas formas, habría que esperar nueve años hasta que se
concretara la unión entre baazistas y yihadistas en la figura de Estado
Islámico a través del grupo conocido como los Naqshabandi, una milicia baazista
que comenzó a recabar apoyos en Mosul para alzarse en armas contra el Gobierno
de Bagdad y lideró la primera y exitosa ofensiva relámpago de los yihadistas en
Irak. La extraordinaria capacidad de liderazgo en combate de los baazistas
provocó que la dirección de Estado Islámico actuara urgentemente para
mantenerse al frente de la insurgencia. Su reacción llegó en la batalla de
Tirkit; el momento en que los baazistas vieron aplastado su sueño de liderar el
levantamiento contra Bagdad. El golpe maestro de la cúpula de Estado Islámico
residió en liberar a 200 prisioneros de las cárceles de Tikrit que pasaron
inmediatamente a formar parte de sus filas, al tiempo que decidieron enviar a
un destacamento con armas para todos, excepto para los Naqshbandi, que pasaron
a proporcionar únicamente apoyo táctico. "No había forma de que pudiéramos
mantener el ritmo de la batalla. En cuestión de días nos quitaron la revolución
de las manos", lamentó a Reuters el antiguo oficial baazista Abdul al
Samad al Ghairi. El remate llegó poco después de la caída de Tikrit. Los
líderes de las principales facciones rebeldes suníes se reunieron en el
domicilio de un miembro del Baaz. Allí, recibieron un breve mensaje de la
cúpula de Estado Islámico: "Uníos a nosotros o quedáos al margen".
Días después, más de 600 miembros del Baaz fueron ejecutados. Los baazistas que
decidieron quedarse —a cambio de pingües beneficios— acabaron proporcionando a
Estado Islámico una mayor solidez en sus redes de información y la pericia que
necesitaba en el frente del combate —"Estos hombres están entrenados en
tácticas militares académicas. Son antiguos líderes militares. No son,
repetimos, no son unos simples", advierten fuentes suníes—, sin alterar ni
un ápice su estrategia general: "Matar a todos y acabar con todo",
resumió el baazista Judair Murshid. 'Amniya' Entre los principales baazistas
que se han integrado en las filas de EI están, por ejemplo, Ayman Sabawi —hijo
del hermanastro de Sadam— o un primo del fallecido dictador, Raad Hassan. Sin
embargo, interesan más figuras como la de Ayad Hamid Al Jumaili, antiguo
oficial de Inteligencia de Sadam. Tienen informadores en cada esquina. Son capaces
hasta de decir quién no ha ido a rezar este díaAl Jumaili ha ayudado a
configurar los complejos servicios de seguridad e inteligencia de Estado
Islámico; una estructura conocida como Amniya ("Seguridad",
literalmente), dotada de hasta seis ramas diferentes y cientos de informantes,
entre ellos mujeres y niños. La aparente omnipresencia de la Amniya ha
terminado generando entre la población constantes sensaciones de persecución,
sospecha y paranoia, y ha resucitado viejo lema universalmente conocido y empleado
asiduamente durante el régimen de Sadam: "Las paredes tienen oídos".
Entre estos informantes se encuentra Mohannad, de 14 años, que se encuentra
constantemente a la búsqueda de cualquier individuo que viole la ley de Estado
Islámico en Mosul. Este año delató a un hombre que vendía cigarrillos en un
mercado. El hombre fue torturado por la "unidad contra el
narcotráfico" de Estado Islámico, los Hisba. Mohannad recibió 20 dólares
por sus servicios. Según testimonios de fugitivos de Estado Islámico, los yihadistas
se encuentran prácticamente en todas las localidades, por pequeñas que sean, de
os territorios bajo su control. "Tienen informadores en cada esquina. Son
capaces hasta de decir quién no ha ido a rezar este día", explica Fathi,
un policía de un pequeño pueblo al este de Mosul. Un escenario sin el Baaz Tal
y como están las cosas ahora mismo parece imposible que el Gobierno iraquí
pueda convencer a los baazistas de que abandonen las filas de EI. Las
autoridades de Bagdad están divididas, los propios baazistas están divididos, y
las compensaciones que ofrecen los yihadistas a quienes deciden permanecer a su
lado son demasiado suculentas. "Las huellas del antiguo Estado iraquí
están en Estado Islámico. Se nota", explicó un antiguo oficial de
seguridad baazista. "Saben quién es quien, familia por familia, nombre por
nombre", añadió el actual ministro de Finanzas de Irak, Hosiyar Zebari,
quien dedicó gran parte su vida a luchar contra el régimen de Sadam. El primer
ministro iraquí, Haider el Abadi, ha indicado que para reintegrar a los
baazistas sería necesaria una reforma de la actual Constitución iraquí que no
está dispuesto a impulsar. "Están ilegalizados. Son anticonstitucionales.
Para ellos no hay espacio en el proceso político", apunta un portavoz del
primer ministro.
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2627258/0/como-legado/sadam-husein/acabo-profesionalizando-estado-islamico/#xtor=AD-15&xts=467263
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