La imposible ecuación del IS y el petróleo
Una de las mejores formas de combatir el IS es facilitando el fracking
Otra opción es bombardear los camiones con los que el IS saca ese crudo de su territorio
Posiblemente una de las mejores formas de combatir el Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés) sea facilitando el fracking. Una vez recuperado de la lipotimia, querido lector, y si desea seguir leyendo, bastará con que pensemos quea más petróleo, petróleo más barato, y, por tanto, menos ingresos para el IS. Eso sí, desarrollar proyectos de fracking no es algo que se pueda hacer de un día para otro, aunque los tiempos que esta tecnología exige son muy inferiores a los de las explotaciones petroleras tradicionales. Aunque es mucho más rápido. Por ejemplo, en Canadá hay 'microexplotaciones' de petróleo que son mucho más flexible -y baratas- que los megaproyectos a los que estamos acostumbrados. Y es que el 'fracking' es una tecnología en buena medida por y para pequeñas y medianas empresas.
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Pero el 'fracking' está tocado por la caída de los precios provocada por Arabia Saudí. Una caída que en la industria de la energía muchos no atribuyen a la llegada de ese petróleo 'no convencional' ('no convencional' por la técnica en que se extrae), sino, precisamente, por las tensiones políticas entre Arabia Saudí e Irán. La élite saudí, que es ferozmente suni, tiene miedo de los iraníes por el programa atómico de éstos y porque Teherán les está 'rodeando'-en Siria, en Irak, en Yemen- y, además, los chiíes son mayoría de la población en la Provincia Oriental de Arabia Saudí, que es donde está la mayor parte del crudo de ese país. También lo son en Bahréin, un país que fue ocupado en 2011 por Arabia Saudí para evitar una rebelión chií mientras todos mirábamos hacia otro lado. Así que, al bajar los precios, Riad está poniendo una soga al cuello a Teherán.
El efecto colateral, claro está, es que ese petróleo barato también daña al IS, que goza del respaldo de parte de las élites y de la población saudí y de otros países del Golfo, como en el pasado fue el caso de los talibán afganos y de Al Qaeda... recordemos que el 9, 10 y 11 de febrero de 1999 EEUU no quiso lanzar misiles crucero contra Bin Laden en Afganistán porque estaba practicando la cetrería con un príncipe de los Emiratos Árabes Unidos (esto no es teoría conspiratoria, sino que está en las páginas 137 y 138 del informe oficial del 11-S), y que el entonces jefe del servicio de inteligencia saudí, y posterior embajador en Washington, el príncipe Turki, también iba a Kandahar a cazar con Osama.
Ahora, Estados Unidos -y, con él, Occidente- parece haber puesto todas sus esperanzas en la idea de liquidar el IS por medio de la estrangulación económica. O sea, bombardeando su infraestructura petrolera. Es algo que suena bien. Pero que s difícil de llevar a la práctica. En primer lugar, porque muchos de los yacimientos que el IS controla en Siria, están tecnológicamente muy anticuados. Así que no basta con bombardear un centro de control. Hay que ir pozo a pozo. Y, aun así, mientras siga saliendo petróleo, siempre puede ponerse una tubería, o recogerlo con calderos. ¿Suena muy rudimentario?
Lo es. Pero así es como se sacaba crudo hace 100 años. Encima, el IS controla yacimientos en Irak, un país en el que extraer un barril de petróleo cuesta en promedio 5 dólares. Pero, además, el IS ha ido adaptando su producción a la guerra. A medida que las refinerías iban quedando inutilizadas, ha ido desarrollando la venta de petróleo crudo, sin refinar. Los márgenes son menores. Pero el método es más seguro.
Otra opción es bombardear los camiones con los que el IS saca ese crudo de su territorio. Pero so tampoco es fácil. El ataque de EEUU del lunes pasado a un convoy que sacaba petróleo de Siria dejó, según EEUU, 115 vehículos destruidos. ¿En serio? ¿115? ¿No 116? ¿O 114? Esa precisión recuerda al famoso 'conteo de cuerpos' ('body count') en Vietnam, con el que el Departamento de Defensa de EEUU trataba de demostrar que mataba más Vietcong cada día. Pero, en último término, y dejando de lado el éxito o no del bombardeo, es evidente que, frente a esas acciones, el IS va, simplemente, a organizar convoyes más pequeños. Toda la región en la que operan lso integristas tiene además unas excelentes rutas de contrabando. Y parte de ese contrabando ha sido de productos petroleros, ya desde la época en la que el Irak de Sadam estaba sometido al bloqueo internacional, entre 1991 y 2003.
Finalmente, el problema es que el petróleo, por más que Donald Trump no lo quiera decir, solo supone una fracción de la estructura financiera del IS. Por ejemplo, en el territorio en Irak que controla ese grupo siguen trabajando funcionarios a los que el régimen de Bagdad sigue pagando sus salarios. Así, la autoridad central-o lo que queda de ella-de Irak puede seguir diciendo que ejerce cierta autoridad sobre esas partes de su país. Vamos, que por intentarlo no quede. Pero esos funcionarios luego pagan un impuesto extra al IS. ¿ha sido usted un policía o un soldado en Irak y no quiere que le maten? Pues otro impuesto. Y así sucesivamente. A eso se suma el dinero que el IS obtiene de gravar el saqueo y contrabando de antigüedades, el tráfico de personas y, en general, el comercio. Todo ello asciende a tal vez 1.000 millones de euros anuales, de los que el petróleo no significa más que la tercera parte, o acaso menos.
Y, además, queda un último factor. La gente no se alista en los grupos integristas por dinero, ni siquiera cuando se trata de países desintegrados como Irak. O, al menos, esto es lo que sugiere este estudio. De modo que los terroristas pueden funcionar con bastante poco, aunque necesiten más fondos para mantener su maquinaria de guerra. Asfixiar económicamente al IS queda bien en discursos electorales, pero es más complicado de lo que parece a primera vista.
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