viernes, 6 de mayo de 2016

Justicia para Yunes Slimani

Yunes Slimani tenía 39 años, una esposa y dos hijos de 3 y 6 años de edad

06/05/2016 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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Yunes Slimani tenía un rostro bonachón.
Yunes Slimani tenía 39 años, una esposa y dos hijos de 3 y 6 años de edad. Nunca más en esta vida volverá a verlos. No escuchará las primeras palabras de su hijo pequeño. No los llevará a jugar al parque. No abrazará a su esposa otra vez. No celebrará el Ramadán y no estará en la Fiesta del Sacrificio con sus seres queridos. Todos sus sueños, sus deseos, ilusiones y anhelos han desaparecido. Cuando su mujer note su falta el ya  no estará allí. No aconsejará a sus hijos cuando sean adolescentes, no verá sus notas al salir del colegio, no jugará con ellos, no conocerá a sus novias, ni sus desilusiones, no les verá crecer y hacerse fuertes. Yunes ya no disfrutará comiendo un tayin, ni saboreará un cuscús hecho por su madre, ni  volverá a conducir su vehículo, ni charlará con sus amigos tomando un té.
Yunes Slimani tenía un rostro bonachón, vivía en Illescas (Toledo) y se dirigía a Valencia a hacer un porte, y en el camino le quitaron la vida, de una forma inútil, cruel y despiadada. Su muerte fue un titular en la prensa y en las noticias televisivas. Varios artículos y un escándalo que poco a poco se han ido desvaneciendo. El dolor seguirá presente en su madre, en su esposa, en sus hijos, y será una herida que siempre les acompañará y que nunca se cerrará. Nada podrá compensar su ausencia. El Sagrado Coran, que es la palabra de Allah, nos dice, “Tened por seguro que la muerte, de la que huís, os encontrará (Coran 62: 8)”. La muerte encontró a Yunes en una carretera y no pudo escapar de ella. La muerte le persiguió hasta acabar con su vida y no tuvo piedad de él, de sus hijos, de su mujer y de su familia.
Una parte de la prensa presentó a Yunes como el “moro” o “un marroquí”, sin su nombre, como si no tuviera apellido, dos hijos y una mujer. Yunes tuvo la desgracia, aquel fatídico día, de tener un accidente de tráfico con un Guardia Civil de baja.
Según relatan los medios de comunicación, el Guardia Civil de baja sacó de la carretera “al moro” y comenzó una discusión, fruto de la cual el agresor se dirigió a su coche, montó su arma y le disparó de cintura para abajo, mientras Yunes intentaba huir corriendo. Cuando Yunes estaba en el suelo boca abajo, sin poder defenderse, el agresor, se acercó a él, le levantó la cabeza y, al contemplar que todavía no estaba muerto, le dio el tiro de gracia. Después de su crimen, el agresor se sentó en la mediana con el cargador vacío en la mano a esperar a que llegase la comitiva, igual que si fuera una película de Clint Eastwood.
Según los periódicos ABC y El Pais, cuando le preguntaron al agresor por las razones de su crimen este manifestó, "Porque antes de que un moro de estos nos reviente de un bombazo, lo reviento yo".
El corazón de Yunes ha dejado de latir. Abu Huraira reportó que el Profeta (sas) dijo,“Cuando un hombre muere, todas sus acciones se desprenden de él, exceptuando tres: la caridad, el conocimiento del cual hay beneficios y los hijos virtuosos que rezan por él”. Esto es todo lo que nos queda de Yunes.
El presunto agresor que acabó con la vida de Yunes se llama Ángel Luis y se encontraba de baja laboral por un problema físico. Jamás había estado de baja por un trastorno psicológico y llevaba un machete de grandes dimensiones en su vehículo BMW cuando colisionó con el Opel Zafira de Yunes. Todos los disparos los realizó con su arma oficial, la cual no estaba obligado a entregar porque la baja médica que tenía era de carácter físico y no psicológico, a pesar de lo cual su abogado manifestó que"tenía gravemente alteradas sus facultades psicológicas y sufrió un brote psicótico por lo que creía que estaba matando a un terrorista yihadista". Según fuentes de la investigación, (citadas por el diario ABC), las declaraciones del letrado son una excusa para, “justificar lo injustificable”. El Juez ha determinado que se realice un Informe Forense sobre el estado mental del agresor, para eliminar las dudas.
A las pocas horas de los hechos, la Guardia Civil emitió un comunicado dando sus condolencias a los familiares de Yunes, y describió los hechos ocurridos como algo triste y lamentable, asegurando que el agente había sido detenido y que permanecería en dependencias oficiales para ser puesto a disposición judicial. No podemos descalificar a toda la Guardia Civil por el presunto crimen de uno de sus miembros. La Asociación Unificada de la Guardia Civil pidió a la Dirección General la instalación de armeros en las dependencias del cuerpo para que los agentes depositen las armas, en lugar de llevárselas, cuando terminan su servicio, y pidió más "controles y reconocimientos médicos con periodicidad", que según ellos, "a día de hoy no existen". Si el agresor estaba mentalmente enfermo, el Estado debería ser responsable por tener a un Guardia Civil enfermo con un arma en la mano y dispuesto a matar.
La manifestaciones del agresor recogidas en la prensa, (… antes de que un moro de estos nos reviente de un bombazo, lo reviento yo),  de ser ciertas nos plantean la posibilidad de estar ante uno de los crímenes más miserables, ya que este podría haber sido llevado a cabo por las características físicas, nacionales y religiosas de Yunes, aunque esto es algo que debe ser determinado por los jueces y no por nosotros por muchas interrogantes que nos plantee. Solo un juez podra determinar la causa real de los hechos.
Debemos confiar en la justicia y esperar que el procedimiento se resuelva correctamente, sabiendo que la muerte de Yunes no puede quedar impune. No queremos venganza, queremos justicia para Yunes y para su familia.
Yunes ya no podrá dar amor y seguridad a su mujer y a sus hijos de 3 y 6 años. No podrá acompañar a su madre en su ancianidad y no estará presente cada vez que lo necesiten, y aunque todo el oro del mundo no pueda llenar el vacío que deja, no queremos que su familia quede desamparada. Si, queremos justicia para Yunes, para que estos hechos no se vuelvan a repetir con nadie y que el agresor pague lo que ha hecho con todo el rigor de la ley.

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