lunes, 9 de mayo de 2016

La nueva amenaza a la seguridad internacional: el terrorismo NBQ

Muchos estudiosos creían que el peligro impuesto por las armas de destrucción masiva acabaría junto con el fin de la Guerra Fría, pero lo cierto es que a día de hoy estas armas siguen constituyendo una de las mayores amenazas para la existencia de la humanidad. De hecho, la no proliferación de armas de destrucción masiva es considerada como uno de los principales retos y prioridades de la seguridad internacional, y prueba de ello es la atención que este tema recibe por parte de las estrategias de seguridad nacionales y las organizaciones internacionales. Su alto poder destructivo fue visto en ambas experiencias nucleares de Hiroshima y Nagasaki, y las prácticas químicas y biológicas fueron ampliamente llevadas a cabo en la Primera y Segunda Guerra Mundial, pero a pesar de que estas armas llevan siendo utilizadas durante siglos, el progreso científico y tecnológico y el desarrollo atómico de las últimas décadas han permitido multiplicar su alcance mortífero a niveles insospechados y convertirlos en una verdadera amenaza para el planeta a día de hoy.
Por todo ello intentaremos discutir cómo las armas nucleares, químicas y biológicas pueden llegar a pasar a manos de agentes no estatales, concretamente grupos terroristas. Estar al tanto del estado de las negociaciones internacionales sobre el desarme y la no proliferación, así como averiguar si las medidas implementadas hasta la fecha han tenido algún efecto, es de una gran importancia, pues sin paz y seguridad difícilmente podrá haber desarrollo y respeto de los derechos humanos.

¿Qué son las Armas de Destrucción Masiva (ADM)?

Según la definición de Naciones Unidas, las ADM son todas esas armas atómicas explosivas, armas compuestas de material radiactivo, armas químicas o biológicas letales (NBQ), y cualquier arma desarrollada en el futuro que contenga dichas características y cuyo efecto destructivo sea comparable al de la bomba atómica o cualquier otra arma mencionada anteriormente.
Las ADM varían según de su disponibilidad, letalidad, potencial destructivo y la facilidad con la que pueden ser fabricadas y utilizadas. Por ejemplo, las armas nucleares son consideradas los artefactos más sofisticados jamás creadas por el ser humano, mientras que las armas químicas y biológicas llevan siendo utilizadas desde hace siglos. Aquello que distingue a las ADM del resto de armas convencionales, también creadas a partir de explosivos a base de químicos, es su potencial destructivo, que puede llegar a generar niveles catastróficos de muerte y devastación, como veremos a continuación.
Las armas nucleares operan en los extremos de tiempo, presión y temperatura, y sus efectos dependen de una gran variedad de factores, incluyendo el rendimiento del explosivo, la altura a la que se hace detonar, las condiciones meteorológicas y las características del terreno. Se sabe que los efectos nucleares primarios son los del pulso electromagnético (EMP), pulso de luz térmica, explosión y radiación, pero no todos estos efectos son conocidos y entendidos al cien por cien. El EMP produce una carga eléctrica de alta tensión, que aunque es inofensiva para los seres humanos, puede llegar a destruir los sistemas electrónicos. El pulso de luz térmica, que sólo dura unos dos segundos, puede causar ceguera y fuego, causando quemaduras de primer grado en personas hasta a 7 millas de distancia. Apenas unos segundos después del pulso de luz térmica, se produce un aumento en la presión atmosférica y un gran viento. A 3 km de distancia, la presión atmosférica alcanza 10 psi – pounds-force per square inch, unidad básica de presión en el sistema inglés –, produciendo vientos de 290 kilómetros por hora, suficientes como para destruir la mayoría de las estructuras comerciales y residenciales. 600 REM – Roentgen Equivalent Man, unidad de medida de la radiación – pueden causar la muerte por radiación a toda una población expuesta, mientras que una dosis de 300 REM producirían la muerte por radiación al 10% de la población expuesta.
Las armas químicas varían en función de su letalidad, complejidad, persistencia y la forma en que causan lesiones y muerte. Hay cinco tipos de armas químicas: agentes de sangre, agentes asfixiantes, agentes blister o vasicantes, agentes nerviosos y agentes incapacitantes. Los agentes de sangre se basan generalmente en cianuro de hidrógeno (HCN), que interfiere con la capacidad del cuerpo para transportar oxígeno en la sangre; los agentes asfixiantes producen ácido clorhídrico por inhalación, produciendo sangrados e infiltración de líquido en los pulmones; los agentes vesicantes pueden ser el gas mostaza o el Lewisita, utilizado por los Aliados en la Primera Guerra Mundial. Estos se utilizan para contaminar personas, tierra o equipos y son extremadamente irritantes, causando ampollas en la piel y membranas mucosas, así como ceguera temporal. Los agentes nerviosos son las armas químicas más letales, pues interfieren con el sistema neurológico, causando parálisis muscular e hipersecreción glandular, lo que lleva a la asfixia. Por último, los agentes incapacitantes suelen ser utilizados en controles antidisturbios y para la protección personal, y pueden ser el gas lacrimógeno o productos eméticos.
Fuente: John Singer Sargent, Gassed, 1918. Imperial War Museum, London. Soldados ciegos al haber sido rociados con agentes químicos en la Primera Guerra Mundial.
Fuente: John Singer Sargent, Gassed, 1918. Imperial War Museum, London. Soldados ciegos al haber sido rociados con agentes químicos en la Primera Guerra Mundial.
Las armas biológicas hacen uso de organismos o toxinas vivas para enfermar o matar a personas, animales y plantas. Estos organismos y toxinas encuentran su lugar en la naturaleza, por lo que es difícil diferenciar los brotes de enfermedades naturales de un posible ataque con armas biológicas. Hay tres variedades de agentes biológicos: bacterias, virus y toxinas. El más conocido es probablemente el agente bacteriano Ántrax. Sus esporas pueden vivir cientos de años y pueden propagarse rápidamente a través de grandes áreas. Los terroristas invadieron el correo de los Estados Unidos con Ántrax en otoño de 2001. Pero lo que más preocupa a las autoridades en este campo es el virus de la viruela, ya que fue erradicada como una enfermedad de origen natural hace unos años y en la actualidad no existen programas de vacunación en el mundo, dejando a generaciones enteras sin ningún tipo de protección. Finalmente, las toxinas son más conocidas como “veneno” y se utilizan a menudo para atacar a individuos específicos, como fue el caso del candidato a la presidencia ucraniana Víktor Yuschenko.
Viktor Yuschenko, candidato a la presidencia Ucraniana en 2004 que fue envenenado con dioxina, un arma biológica, causándole graves deformaciones en el rostro.
Viktor Yuschenko, candidato a la presidencia Ucraniana en 2004 que fue envenenado con dioxina, un arma biológica, causándole graves deformaciones en el rostro.

El concepto de proliferación de las ADM

Este concepto, que engloba todas las ADM, es decir, las armas NBQ y todas esas armas capaces de causar importantes efectos catastróficos, son las que definen la proliferación. Fue el físico nuclear Bhabha, conocido como “el padre del programa nuclear en la India”, quien propuso distinguir entre la proliferación nuclear horizontal y vertical. La proliferación horizontal se entiende como el creciente número de nuevos estados poseedores de armas de destrucción masiva, ya sea mediante el uso de su propia tecnología o la tecnología adquirida por otros países. La proliferación horizontal se convierte en un conductor de la proliferación vertical, entendida como un aumento en la cantidad y calidad de las armas nucleares por parte de los Estados que ya poseen estas armas. A estos dos tipos de proliferación hay que añadir un tercer tipo, la proliferación oblicua, entendida como el incremento en el número de estados que poseen armas nucleares derivadas de la evolución de su propia tecnología para el uso civil. Este podría ser el caso de Irán, quien a través de un programa de enriquecimiento de uranio para fines civiles ha iniciado un proceso en el que todos los hechos apuntan a la conversión de dicha tecnología para fines militares de contrucción de armas nucleares.
Mundo - Seguridad - Armas químicas en el mundo
Los riesgos de la proliferación convergen entre los Estados y los agentes no estatales, quienes podrían adquirir ADM cada vez con mayor facilidad, pues la globalización y el desarrollo tecnológico promueven la transferencia de conocimientos en este campo, así como la proliferación tanto horizontal como oblicua, con el peligro de que a largo plazo estas armas puedan llegar a caer en manos terroristas. Por ejemplo, el arma NBQ más fácil de adquirir en la actualidad son las armas químicas, pues su seguridad en las condiciones de continua guerra civil en Siria y otros países de Oriente Medio plantea serias preocupaciones.
Mapa interactivo de la CNN mostrando los estados susceptibles de poseer armas nucleares. Hacer click en el mapa para acceder a la versión interactiva.
Mapa interactivo de la CNN mostrando los estados susceptibles de poseer armas nucleares. Hacer click en el mapa para acceder a la versión interactiva.

Casos de Terrorismo NBQ

La mayor amenaza a la que se enfrenta hoy en día el Viejo Continente según la Estrategia Europea de Seguridad es la combinación del terrorismo junto con las armas de destrucción masiva, presentando mayor preocupación por los temas relacionados con la energía nuclear, como es el robo de material fisible o el sabotaje de instalaciones nucleares por parte de grupos terroristas, lo que hoy se conoce como el terrorismo nuclear, es decir, el uso o amenaza del uso de armas nucleares o radiológicas en actos terroristas.
Los casos conocidos de ataques terroristas con armas NBQ son muy limitados, sin embargo, la amenaza del uso de estas armas es muy extensa. Al-Qaeda ha declarado en varias ocasiones su interés por la adquisición de armas de destrucción masiva. El culto japonés AumShinrikyo es la única organización terrorista que ha dado prioridad a la estrategia no convencional al atentar en el metro de Tokyo con armas químicas en 1995. No obstante, también hay que destacar los misteriosos envíos de ántrax a los miembros del Senado de Estados Unidos en 2001, inmediatamente después del 11S.
Video sobre la organización AumShinrikyo, el primer grupo terrorista en perpetrar ataques con armas no convencionales o NBQ en 1995.
La relativa estabilidad que trajo el fin de la Guerra Fría de un mundo basado en la existencia de cinco potencias nucleares de iure – EEUU, URSS, Francia, Reino Unido y China, reflejadas por el TNP – y tres potencias nucleares de facto – Israel, Pakistan e India, no reflejadas por el TNP – se ha sustituido progresivamente por las incertidumbres de un mundo en el que el número de estados con capacidad nuclear ha aumentado considerablemente, pues estados como Irán o Corea del Norte han llegado a desarrollar programas nucleares para fines militares. Junto con esto, la existencia de grupos terroristas que han declarado su intención de adquirir, robar u obtener materiales nucleares para fabricar artefactos explosivos, ha elaborado una visión global nueva y preocupante en la que la seguridad nuclear se ha convertido en una de las piedras angulares de la política de seguridad de los países líderes.
La opinión de los expertos es unánime al afirmar que es muy poco probable que una organización terrorista para llevar a cabo el complejo proceso de fabricación de un arma nuclear. Tampoco es probable que un Estado se arriesgue a proporcionar los materiales nucleares a los terroristas, lo que resultaría en una devastadora represalia de descubrirse. Existe, sin embargo, la preocupación de que los terroristas puedan pasar material nuclear sensible para el uso militar en modo de contrabando, especialmente los materiales procedentes de la antigua Unión Soviética. Otro potencial peligro consiste en un ataque convencional contra un reactor nuclear, pudiéndolo dañar severamente y provocar un episodio de contaminación radiactiva en los alrededores del area.
En cuanto a las armas biológicas, a pesar de que los agentes patógenos se puedan cultivar en un pequeño laboratorio, no resulta tan fácil crear una cepa adecuada, y menos aún difundir eficazmente los gérmenes y así causar bajas masivas. Incluso AumShinrikyo, cuya capacidad científica y tecnológica ha demostrado ser muy alta, fracasó en el intento producir armas biológicas viables. Con lo cual, el mayor peligro en este ámbito es que un Estado pueda proporcionar tales armas a los terroristas, una medida que sería menos arriesgada de la de proporcionan un arma nuclear, ya que no resulta tan fácil identificar el origen de un germen. De hecho, un ataque bioterrorista no reclamado podría fácilmente ser confundido con una epidemia natural.
Finalmente, y aunque las dificultades técnicas son considerables, es perfectamente concebible que una organización terrorista puede concluir, con o sin la ayuda de un Estado, un ataque químico.
Por tanto, podríamos destacar dos graves peligros que nos rodean en la actualidad. En primer lugar, los ataques con armas NBQ realizados por grupos pequeños o individuos, y en segundo, el terrorismo islamista, considerados actualmente como el más peligroso. Al-Qaeda y sus células han demostrado su capacidad financiera y organizativa, su predisposición al suicidio y su inclinación por los ataques masivos. Y, precisamente, será más probable que un grupo terrorista opte por el uso de armas no convencionales o NBQ si su objetivo es provocar el terror a escala masiva, cuanto menos se valore la pérdida de vidas de los propios miembros del grupo y menos dependiente sea de las simpatías de un amplio social, como en el caso de grupos inspirados en el fundamentalismo religioso o creencias milenarias. Sin embargo, la controversia se eleva al resaltar que los ataques del 11S demostraron la capacidad de causar un gran número de víctimas sin hacer uso de esas armas no convencionales. Así que hasta qué punto pueden resultar las armas NBQ más devastadoras que las convencionales es algo que todavía esta en debate.

El marco legal para combatir el terrorismo NBQ

A día de hoy debemos preguntarnos cómo responder a la amenaza planteada por el terrorismo NBQ y nuclear en especial, y dentro de la lógica del sistema imperante, la respuesta es bastante clara. Por una parte, el terrorismo debe abordarse con medidas políticas que proporcionen soluciones a las causas que lo originan. Como punto extremo, se ha llegado a sugerir que estas medidas podrían complementarse con la eliminación total de las armas nucleares y la eliminación de la energía atómica como fuente de generación de electricidad, ya que el cierre de las plantas de energía nuclear en la producción de electricidad supondría evitar que puedan llegar a ser utilizadas como objetivo de ataques terroristas, con consecuencias catastróficas. Y por otro lado, el principal objetivo a día de hoy es aumentar la seguridad en los almacenes de material fisible e instalaciones nucleares civiles y militares, así como incrementar el control de los desplazamientos nacionales e internacionales de materiales o artefactos nucleares. Es importante subrayar que dicho control debe ser promovido y organizado conjuntamente por los Estados involucrados y las organizaciones internacionales. El objetivo, no lo olvidemos, es evitar que los materiales radiactivos caigan de manos no deseadas. De hecho, todos los acuerdos internacionales, como veremos a continuación, operan en dicho sentido: políticas para lograr una mayor seguridad por una parte, y concentración del poder de decisión en manos de unos pocos estados, por otra parte.
El Fissile Material Working Group (FMWG) es una coalición no gubernamental de 80 organizaciones de todo el mundo que están comprometidas con la mejora de la seguridad del material fisible a través del desarrollo de propuestas de políticas viables. Un hito importante en la organización fue la publicación de las recomendaciones de consenso a la administración de Obama para mejorar la seguridad del material nuclear. Igualmente, la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear (IGTN) es una asociación internacional de carácter voluntario de las naciones y las organizaciones internacionales que están comprometidas con el fortalecimiento de la capacidad mundial para prevenir, detectar y responder al terrorismo nuclear. La IGTN trabaja este objetivo mediante la realización de actividades multilaterales que fortalezcan los planes, las políticas, los procedimientos y la interoperabilidad de los países socios. En marzo de 2002, el Organismo internacional de la Energía Atómica (OIEA) lanzó su primer programa integral de lucha contra el riesgo de terrorismo nuclear, ayudando a los Estados a reforzar su seguridad nuclear. En septiembre de 2009, su Junta de Gobernadores aprobó un nuevo Plan de Seguridad Nuclear para 2010-2013, que prioriza el asesoramiento sobre la aplicación de los instrumentos internacionales, la elaboración de directrices, y proporcionar apoyo a los Estados para la aplicación de las recomendaciones de seguridad nuclear, la difusión y el intercambio de información entre estados y organismos. Finalmente, la Cumbre de Seguridad Nuclear (NSS), que ya va por su quinta edición, también se concentra íntegramente a prevenir el terrorismo nuclear en todo el mundo.

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