jueves, 23 de junio de 2016

La vendetta sectaria que amenaza la victoria en Faluya

Abusos de milicias chiíes contra civiles en Faluya HRW
Han cortado orejas y manos y atropellado a algunos de los detenidos con furgones policiales", relata a EL MUNDO un vecino de Faluya
La violencia sectaria pone también en peligro la ofensiva para recuperar Mosul, la segunda ciudad de Irak
Abbas Hosam acaba de escapar del infierno. Durante meses sobrevivió junto a su familia en la asediada Faluya. Padeció tanta hambre y tanto miedo que terminó emprendiendo una temeraria huida. "Escapamos de noche por un camino que conducía hacia un área controlada por las fuerzas de seguridad iraquíes. Los combatientes del IS nos dispararon pero unas 250 familias logramos esquivarles y llegar a zona segura", relata Abbas al otro lado del hilo telefónico. Varias decenas de miles de almas han recorrido la ruta en los últimos días generando una aguda crisis humanitaria y agitando el fantasma de la venganza sectaria entre los vecinos suníes y las milicias chiíes.
"Faluya está casi vacía. Los últimos seis meses han sido muy difíciles. Teníamos falta de comida. Llegamos a alimentarnos con piensos de animales. No existía electricidad ni medicinas. Hubo enfermos que murieron por la falta de medicamentos. Nos obligaron a huir aunque para lograrlo tuviéramos que poner nuestra vida en peligro", comenta Abbas, que reside desde hace unos días en uno de los contados campamentos emplazados en los alrededores de la villa, a unos 40 kilómetros al oeste de Bagdad. Desde que hace un mes las tropas gubernamentales lanzaran la ofensiva para recuperar Faluya, unas 80.000 personas han abandonado la primera urbe conquistada por el autodenominado Estado Islámico a principios de 2014.
Los últimos espasmos de la batalla, que continúa en algunos distritos después de que las fuerzas del orden arrebataran a los yihadistas la mayor parte de su callejero, han multiplicado el éxodo. En los últimos días más de 30.000 personas se han sumado a la espantada. Desde entonces cientos de familias viven al raso, en mitad del desierto y con temperaturas que alcanzan los 50 grados centígrados. "Estamos viendo escenas apocalípticas", reconoce Nasr Muflahi, director en Irak del Consejo Noruego del Refugiado, una de las escasas ONG que proporciona ayuda a los desplazados de Faluya. "Necesitamos que el Gobierno iraquí trabaje con la ONU para gestionar estos campos y proporcionar la ayuda necesaria", agrega.
El hacinamiento de los campos no es el único nubarrón que se cierne sobre el porvenir de quienes sortearon la guerra. La venganza sectaria que ha prometido 'Hashid Shaabi' [Movilización popular, en árabe] -las milicias chiíes respaldadas por Irán e involucradas en la campaña militar- atenaza a las almas que dejaron Faluya, de mayoría suní. "Las milicias han matado a 52 suníes en un pueblo cerca de Faluya. Son inhumanos. Han firmado torturas como cortar orejas y manos. O colocar a los hombre frente a un furgón policial y atropellarles", explica Abbas. Las noticias de la cruel revancha agitan los campos de desplazados. "Estamos muy preocupados por las violaciones. Nos inquietan tanto como el tratamiento que han recibido los habitantes de Faluya por parte del IS", agrega Muflahi.
Los malos presagios comenzaron a circular al unísono que las alocuciones grabadas en vídeo de líderes de las milicias chiíes. En uno de los fragmentos, el cabecilla de uno de los grupos advierte a sus soldados que Faluya ha sido desde 2004 "un bastión de terroristas" y que ningún civil ni auténtico musulmán reside en su perímetro. Para evitar la infiltración de yihadistas entre la población que huye, las fuerzas de seguridad separan a los hombres mayores de 15 años e investigan sus posibles conexiones con el IS. Desde que comenzara la campaña, sin embargo, las denuncias de ejecuciones, torturas y desapariciones no han cesado.
El gobernador de la provincia de Al Anbar, Suhaib al Raui, ha admitido que al menos 49 varones fueron fusilados por milicianos chiíes y otros 643 desaparecieron durante los primeros días de junio. Un par de vídeos publicados en internet a finales del mes pasado desvelaron otras escenas salvajes. En una de las secuencias, unos hombres armados conducen dos camionetas que arrastran sendos cadáveres. En otro vídeo, la cámara levanta acta de una montaña de cadáveres y cabezas cortadas. Activistas de la ciudad elevan la cifra de asesinados a 300. Sus cuerpos han sido hallados en un escuela del distrito de Saqlawiya, en el norte de la ciudad. Human Rights Watch ha reunido el relato de otras fechorías similares, perpetradas durante las dos primeras semanas de operaciones.
El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, ha respondido a las denuncias abriendo una investigación y dando orden de detener a los responsables de los crímenes contra la población civil. En las violaciones también habrían participado miembros de las fuerzas armadas. "Reconozco que hubo errores pero no fueron sistemáticos y no vamos a encubrir a sus autores", declaró el "premier" en la televisión estatal. No ha sido el único que, en mitad de la contienda que libra un país despedazado por las heridas sectarias, ha pedido calma. El gran ayatolá Ali al Sistani -la máxima autoridad religiosa chií del país- ha suplicado en repetidas ocasiones que se proteja a los civiles y se evite la vendetta.
Los abusos preocupan también al norte de Faluya, en Mosul, la capital "de facto" del IS en suelo iraquí. Con un campaña militar en ciernes, los acólitos de Abu Bakr al Bagdadi han divulgado las violaciones firmadas por las milicias chiíes en Faluya para sumar adhesiones entre la catigada población suní. "Los errores cometidos por Bagdad y las malas acciones de algunas milicias en Faluya son precisamente lo que busca el 'Daesh' [acrónimo del IS en árabe]", apunta a este diario el portavoz de "Kataib Mosul" (Las brigadas de Mosul, en árabe), los batallones que desde hace meses llevan a cabo operaciones contra militantes y caudillos del califato.
"Los excesos son una baza para los yihadistas que están explotando para hacer ver a las familias de Mosul que su destino será semejante al de Faluya, Tikrit o Ramadi si permiten que las milicias chiíes entren en la ciudad", agrega el miembro de las brigadas, la única resistencia en las calles de Mosul contra el terror del IS. "La liberación depende de los que permanecen dentro de Mosul. Y las violaciones en Faluya han frustrado a muchos habitantes", denuncia con amargura.

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