viernes, 1 de julio de 2016

El racismo y la islamofobia recorren inglaterra tras el Brexit

El miedo ha sido la fuente de energía que ha dado la victoria al Brexit

01/07/2016 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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Una victoria de la extrema derecha.
Jo Cox, conocida laborista, activista política, feminista, defensora de los derechos humanos, colaboradora de Oxfam y trabajadora de Freedom Fund, (Lucha contra la esclavitud moderna), murió asesinada al entrar en una biblioteca de su distrito por los disparos de un presunto neonazi que gritaba "¡Put Britain First!” (¡Ponga a Gran Bretaña, primero!).
Jo Cox tenía una sonrisa amable y una mirada limpia y generosa que nos enamoraba con sus palabras. Su recuerdo sigue inspirándonos. 
Siete días después de su muerte, el nacionalismo británico, mayoritariamente conservador, con raíces sobre todo en las zonas rurales y entre la población más veterana, ganaba el Brexit, el referéndum para salir de la Unión Europea.  Desde entonces, una borrachera nacionalista recorre Inglaterra cargada de odio y violencia. El fantasma del imperialismo y el racismo se ha apoderado de una parte de la población que quiere hacer culpable de todas sus desgracias a los inmigrantes y a los burócratas europeos.
El nacionalismo y el imperialismo no han muerto del todo en Inglaterra, aunque Inglaterra no deje de ser en la actualidad la avanzadilla de la política exterior norteamericana. Inglaterra siempre ha estado unida, económica y culturalmente, con Estados Unidos, a pesar de la independencia de su colonia, y hoy en día sigue sus pasos, como el maestro que ha sido superado por su alumno.
Los días de furia contra los extranjeros y en especial contra musulmanes y polacos han seguido al referéndum del Brexit.
Inglaterra ya no es un imperio bajo la bandera del Reino Unido, pero todavía hay ingleses blancos, venidos a menos, que se creen que pueden revivirlo y resucitar la era victoriana. Como estatuas de sal se han quedado fosilizados en el pasado, aunque llenos de resentimiento y de ignorancia.
En la revista digital Arcadia, se recogen los siguientes hechos:
….en Newcastle, una manifestación del partido de extrema-derecha británico, Frente Nacional, portaba el siguiente cartel: “¡No Más Inmigración: Que Empiece la Repatriación!”; en la misma ciudad el comunicador e historiador David Olusoga afirmó que se sentía como en los años 80, pues nunca antes tanta gente le había dicho: “¡Vuélvete para África!”; en otro lugar un señor se bajó a insultar a un taxista (no-blanco) y a exigirle que se fuera del país. El taxista, sin embargo, le recordó: “Yo nací en Gran Bretaña”. Una reportera de la BBC fue insultada en su propio pueblo, en Hampshire, durante una discusión pública en torno al tema de la inmigración, con el término despectivo “Paki”
Los crímenes anti-musulmanes crecieron un 326% en 2015 y, según declaraciones de Stop Hate UK a The Guardian, entre un 80-99% no se denuncian.
En los cinco días que siguieron al triunfo del Brexit, Miqdaad Versi, del Consejo Musulmán del Reino Unido, informo que se habían producido más de 100 episodios xenófobos, y manifestó a The Guardian: “Antes, la mayoría llevaba a cabo su batalla xenófoba en Internet. Pero ahora cada vez aparecen más informaciones sobre enfrentamientos físicos y verbales en la vida real”.
En la primera semana, según la Policía Británica, se incremento en un 57%, el número de denuncias por crímenes racistas.
El Brexit no ha significado únicamente el deseo de una mayoría ajustada de británicos de salir de la Unión Europea sino el triunfo de la intolerancia, el racismo, el rechazo y la discriminación. El Brexit hizo de repente aceptable despreciar a los inmigrantes y musulmanes.
Una mujer mayor en la línea 134 le dice alegremente a una joven mujer polaca y su bebé que se bajen y empiecen a hacer las maletas. Un grupo de tres adolescentes increpó violentamente a una persona en un tranvía de Manchester, gritándole,"¡Vuelve a África!", "¡Te vamos a deportar! ¡Sal ya de este tranvía! ¡Te vamos a deportar!",  mientras lo amenazaban con una botella.
Alguien desde el bus les grita que son, «¡Una desgracia para Inglaterra!».
En el condado de Cambridgeshire se buzonearon notas racistas donde se podía leer:"Salgamos de la UE, no más plagas de polacos".
El restaurante español "Donde", situado en Honor Oak, amaneció con la puerta de entrada completamente destrozada.
Un individuo en una cola de un supermercado iba preguntando uno por uno, a quienes estaban en la fila, si eran ingleses, y si no lo eran les decía a gritos "¡Esto ahora es Inglaterra, los extranjeros tenéis 48 horas para salir de aquí!"
Pintadas xenófobas contra centros de inmigrantes. Camisetas con la leyenda"Ganamos, ahora mándenlos de vuelta". Esta es la respuesta de una parte de la población que se ha empobrecido y ha visto como la desigualdad crecía. El 20% de los más ricos poseen 117 veces más que el 20% de los más pobres, y son una parte considerable de este 20% más pobre los que han votado a favor del Brexit, y los que han salido a las calles cargados de racismo. A muchos de ellos la pobreza no les ha hecho más solidarios, sino más nacionalistas y más racistas. El pobre que se considera identitario acaba rechazando al inmigrante o al musulmán, como chivo expiatorio de todos sus males, aunque sean otros los responsables de los recortes sociales, la subida de impuestos y los rescates bancarios, que no se han dado en Inglaterra, en la misma manera y proporción que en el los países del sur de Europa, a los que despectivamente se la llama, “pigs”, (cerdos) y que hace referencia a (P)ortugal, (I)rlanda, (G)recia y (S)pain, -España-.
Existe por tanto una aporofobia, un odio al pobre y a todo lo que la pobreza simboliza, y representa y a todo con lo que se la relaciona, (inmigración e islam), y por el contrario existe un gran amor a la grandeza y al imperialismo victoriano, que ya ha muerto y no volverá. De forma similar, Hitler consiguió que la población rural y conservadora alemana odiara a los judíos y los hiciera responsables de la pobreza que sufrían y de la derrota alemana en la primera Guerra Mundial.
Durante la campaña del Brexit, Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, (UKIP), no dejaba de repetir que “millones de trabajadores turcos llegarían al Reino Unido a buscar trabajo, desplazando a la población local" y que "el Reino Unido entregaba 350 millones de libras a la UE por semana y que el retorno no era proporcional”.
El miedo ha sido la fuente de energía que ha dado la victoria al Brexit. Una victoria de la extrema derecha en la que han colaborado amplios sectores del partido conservador.
Es necesario vencer el miedo y demostrar que no se puede construir una sociedad lanzando por la borda a los más débiles. La crisis no se soluciona eliminando a los sectores empobrecidos, sino haciendo que los especuladores financieros, que carecen de alma y de escrúpulos, paguen impuestos y tengan normas claras que impidan evadir su riqueza a paraísos fiscales. Una parte de la sociedad se está haciendo hiper-millonaria arruinando a otra mitad de la humanidad, la más débil y vulnerable, y frente a este ataque a la dignidad humana la solución no es el Brexit, ni el fascismo, ni el populismo xenófobo e identitario, sino la solidaridad y la regeneración democrática de las instituciones europeas dominadas por burócratas, que en algunos caos detentan un gran poder sin haber sido elegidos.

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