domingo, 7 de agosto de 2016

Crisis política iraquí da ventaja al Estado Islámico

El posible colapso del Gobierno, más la ineficiencia del Ejército y serios problemas financieros que atraviesa el país, son el escenario ideal para el avance de los yihadistas


TERRORISMO | 14 de Mayo de 2016
Crisis política iraquí da ventaja al Estado Islámico
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Un combatiente del Estado Islámico ejecuta a un funcionario iraquí en abril de 2016 (dpa)  
BAGDAD-DPA.
En realidad, Irak ya tiene bastantes problemas que solucionar: la milicia terrorista Estado Islámico (EI) sigue controlando amplias áreas del país y aunque recientemente el Ejército logró algunos éxitos, la lucha contra el extremismo avanza con lentitud, ante la ineficiencia del Ejército.
Los bajos precios del petróleo han sumido además al país en una crisis financiera y como si eso no fuera suficiente, desde principios de mes, el sistema político iraquí se encuentra al borde del colapso.
Las escenas que pudieron verse los últimos días en el centro de la capital Bagdad dejaron evidencia del caos: miles de indignados seguidores del clérigo chiíta Muktada Al Sadr asaltaron la Zona Verde, protegida por fuertes medidas de seguridad, (donde se encuentra el Parlamento, los ministerios y embajadas), totalmente aislada del resto de la ciudad.
Cientos de manifestantes entraron y controlaron durante horas el edificio del Parlamento y algunos medios informaron incluso de ataques a diputados. Atrás dejaron no sólo un mobiliario destrozado, sino también un Gobierno paralizado y sin capacidad de acción.
El asalto al Parlamento supuso el punto álgido de una crisis latente desde hace meses que mantiene paralizada la política en Bagdad.
Clientelismo
En primer plano está la lucha contra el sistema proporcional y clientelista que domina la política iraquí y que fue instaurado por Estados Unidos tras el derrocamiento de Saddam Hussein en 2003. El sistema dicta un reparto de ministerios y puestos en el Gobierno entre diversos grupos y partidos, que pretendía garantizar un equilibro de poder.
Sin embargo, las influyentes fuerzas políticas del país entienden este gobierno como una especie de cheque en blanco para ocupar esos puestos ministeriales no con expertos sino con miembros del partido y con un único fin: enriquecer a los suyos y a sí mismos. Porque en principio, al Gobierno iraquí no le faltaba dinero gracias a sus ingresos petrolíferos.
Un dinero que sin embargo no llega a la mayoría de los ciudadanos iraquíes. Los Estados "sabios" reparten esos recursos generosamente entre su población, señala el historiador estadounidense Juan Cole. "Pero la élite iraquí no es sabia". Sobre todo la minoría sunita, pero también muchos chiítas quedan prácticamente excluidos de toda esa riqueza.
Pedidos de reformas
Al frente de las recientes protestas contra ese sistema clientelar se sitúa nada menos que el clérigo chiíta Muktada Al Sadr, una de las figuras políticas más conocidas desde que Estados Unidos tomara cartas en el asunto político. El clérigo de 42 años dirigía el Ejército del Mahdi, que combatía por la fuerza a las tropas estadounidenses desplegadas en el país.
Ahora, en lugar de blandir las armas lleva meses llamando a sus seguidores a salir a las calles para protestar exigiendo reformas. Pocos como Muktada Al Sadr son capaces de movilizar así a las masas, sobre todo entre los chiítas más pobres, por lo que las manifestaciones se entienden también como protestas sociales.
Y con el asalto de sus seguidores a la Zona Verde y al Parlamento ha aumentado en gran medida la presión al primer ministro Haidar Al Abadi, chiíta.
Al Sadr, también chiíta, quiere continuar las protestas hasta que los puestos ministeriales dejen de estar ocupados por miembros de partidos y pasen a manos de expertos.
Lucha de poder
El primer ministro ha prometido un gabinete de ese tipo, integrado por tecnócratas, así como otras reformas, pero hasta ahora ha sido demasiado débil para poner en marcha sus planes. Los poderosos partidos oponen resistencia porque temen perder su influencia y sus prebendas.
Otra de las cuestiones de fondo es la lucha de poder en el partido chiíta Dawa, la principal fuerza del Parlamento, a la que pertenece Al Abadi y su predecesor Nuri Al Maliki. Desde su involuntaria retirada hace casi dos años, éste prepara ahora su regreso al poder y quiere aprovechar la crisis para hacer caer a Al Abadi, asegura Renad Mansur, experto en Irak del "think tank" Carnegie. "Su objetivo es destruirlo. Es la ocasión perfecta".
La crisis de Gobierno podría tener sin embargo repercusiones fatales para la lucha contra el Estado Islámico, porque el Ejecutivo está más ocupado por su propia supervivencia que en combatir a los extremistas. Y no hay una rápida solución a la vista, sino que más bien, todo apunta a un agravamiento de la situación.
El presupuesto iraquí depende en alrededor de un 95% de los ingresos de petróleo que han caído masivamente por la caída de los precios. Y en pocos meses, advierten los analistas, Irak podría estar en bancarrota, como resultado de una mala gestión de las finanzas y de un aparato estatal inflado.
Y de todo eso sólo alguien puede sacar provecho: el Estado Islámico.
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