viernes, 9 de septiembre de 2016

Todos somos Abdullatif

El Cobra, es descrito como una persona problemática y pendenciera, que molestaba al vecindario

09/09/2016 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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Abdullatif tenía 32 años, y una hermosa vida por delante.
La muerte estaba esperando a Abdullatif, una calurosa noche de septiembre, cuando J. M, alias "El Cobra", rompió la puerta de su domicilio y le asestó, con un cuchillo jamonero, dos puñaladas en el abdomen y una tercera en el pecho. "El Cobra", con antecedentes penales, confesó a la policía que, "le hizo un harakiri".
Fatna M., una vecina, relató que "vio cómo le daba con el cuchillo en el corazón, mientras le gritaba, 'toma, hijo de puta'.".
Según los testigos, El Cobra, después de asesinar a Abdullatif, manifestó que, "ya lo he matado y me he quedado tranquilo, he hecho lo que tenía que hacer".
"El Cobra", es descrito como una persona problemática y pendenciera, que molestaba al vecindario con la música a gran volumen y los amenazaba. Abdullatif, que sufría constantes ataque racistas, según los testigos, no quiso denunciar al "Cobra" para evitar represalias, y al final se encontró con la muerte.
Queremos justicia. Abdullatif tenía 32 años, y una hermosa vida por delante. Su muerte merece un respeto y un silencio. El asesinato de Abdullatif, no fue una simple pelea de vecinos. Abdullatif, no podrá consolar a sus padres, ni estará festejando con su familia la fiesta del sacrificio, (Eid al Adha), nunca más.
Aunque el estado mental de "El Cobra", y su capacidad para distinguir entre el bien y el mal es algo que deberán valorar los peritos forenses, la locura, en ocasiones, no es una eximente completa y no se puede decir que lo ocurrido a Abdullatif sea un hecho irrelevante, o que no existe islamofobia y racismo en España. Una mujer embarazada fue pateada en Barcelona, por dos ultras, que también golpearon a su marido, en presencia de sus dos hijos. Los ultras, a quienes se les imputa, entre otros, un presunto delito de odio, se sintieron ofendidos porque esta mujer llevaba puesto un niqab.  Motivo por el cual le dieron una patada en el vientre. Una patada que resuena aún más porque lo que lleva esta mujer dentro de su vientre es su bebé. Un acto de desprecio y crueldad que no se puede banalizar.
La sociedad se está volviendo cada día mas violenta y despiadada, y los delitos de odio no pueden quedar impunes. No se puede arrancar a una mujer su velo, o insultar a un musulmán, acusándole de terrorista. Es necesario denunciar y que los fiscales y jueces sean conscientes de esta realidad social, para corregirla y controlarla.
Una sociedad abierta, plural y sana debe dar castigos ejemplares y justos a quienes con sus actos promueven el odio, la discriminación y el desprecio hacia el diferente.
Nadie, absolutamente nadie, puede ser tratado como una vida sin valor, a la que se puede apalear, escupir o matar. Todos somos personas y criaturas de Dios, y todos merecemos ser tratados con humanidad. Cada persona nace con unos derechos inherentes, que no le pueden ser arrebatados por nadie. La dignidad no la pierde la persona maltratada o humillada, sino el verdugo que se rebaja a la condición de fiera sin escrúpulos.
El lenguaje identitario y excluyente del neofascismo y el populismo xenófobo debe ser combatido dada día desde todos los frentes, incluidos el judicial, el policial y el periodístico. No se puede dar tregua, ni respiro, a quienes pervierten la libertad de expresión para crear falsos rumores o prejuicios.
Necesitamos una ley integral contra los delitos de odio, pero también necesitamos que la sociedad no sea indiferente frente al dolor ajeno. Es necesario el compromiso de todos los ciudadanos para no confundir musulmán con terrorista y respetar la libertad religiosa, como algo que nos enriquece a todos.
No se puede tolerar que desde internet se fomente el discurso de odio y que en cada provincia de España existan grupúsculos ultras, que se juntan para atacar a personas por motivos ideológicos o fomentar el sectarismo. La prensa es, en gran medida, responsable de crear las bases para una sociedad con un poso islamófobo, al confundir terrorismo con yihadismo, y no denunciar los intereses económico-petroleros y la venta de armas que se esconden detrás de guerras como la de Siria o grupos como DAESH, que se han salido del islam, por sus crímenes, y no pueden representar a los musulmanes que son sus principales víctimas.
Las agresiones que sufre la comunidad musulmana, y que no suelen tener mucha repercusión mediática, no son siempre realizadas por locos, a veces son islamófobos llenos de odio que actúan como dementes, y deben ser castigados con todo el rigor de la ley, y no excusados como si fueran enfermos mentales o chiquillos traviesos que no saben lo que hacen y están llenos de testosterona y pocas neuronas. La islamofobia no es una tribu urbana de descerebrados, es en muchas ocasiones un delito que rompe la paz social y la convivencia ciudadana.
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