miércoles, 26 de octubre de 2016

El Islam y la nobleza del ser humano

Artículo de Imam Musa Sadr aparecido en la revista libanesa Al-
Irfan del verano de 1967.
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En el prólogo de nuestras charlas sobre la nobleza del ser
humano desde la perspectiva islámica hemos de decir que este
es un asunto revestido de una gran importancia desde el punto
de vista del Islam y de la percepción que el Islam posee del ser
humano.
Expondremos brevemente los resultados de este concepto
y los importantes efectos que tiene la investigación en el
mensaje profético al respecto.
El primer paso en la senda de la educación del ser
humano y de la elevación de su nivel en todos los ámbitos de
su construcción personal es hacerle consciente de su noble
condición e interesarle en todos los aspectos que tienen que
ver con él mismo. Pues, en caso contrario, no dará valor a su
persona y no dedicará esfuerzo alguno a mejorar su situación,
sin prestarle importancia a su situación presente, futura e
incluso pasada.
En ese caso careceríamos de la posibilidad de persuadirle
del esfuerzo y a la acción y de la posibilidad de influirle para que
mejorase en sus asuntos y situaciones y, en general, para que
se movilizase en pro de la excelencia. Permanecería inactivo,
pasivo e indiferente, prefiriendo mantener su situación presente
antes que soportar las incomodidades inherentes al cambio y la
dificultad que supone el esfuerzo y la acción.
No negamos que el amor de la persona por sí misma sea un
instinto establecido en él que le obliga a defenderse y tratar de
obtener el bien. Lo que decimos es que ese instinto se mantiene
activo en función del nivel de conciencia de la persona, que se
moviliza por aquello que su conciencia le indica como bueno y
rechaza aquello que su conciencia considera malo.
Por tanto, el amor por uno mismo es la fuerza conductora
de una persona. Pero el sentido de la nobleza y la dignidad
solamente delimita la posición de la persona, define las líneas
generales de su viaje vital y establece sus objetivos preferentes.
El amor por sí mismo permite también distinguir quien es el
oponente y la manera de defenderse.
No negamos tampoco la posibilidad de elevar el nivel
de la vida mediante la presión, la imposición del esfuerzo y
el trabajo, pero creemos que ese método no es el mejor para obtener la perfección del individuo. Al contrario, ese método arroja resultados negativos, problemas psicológicos. Produce resultados contrarios a lo que se busca y el grupo es el que se hace responsable en lugar del individuo. Pero, dejemos esa discusión que es prerrogativa de los psicólogos y los pedagogos y vayamos a nuestro asunto: “El Islam y la nobleza del ser humano.”
El ser humano es el representante de Dios en la Tierra
El ser humano, desde el punto de vista del Islam, es el representante de Dios en la Tierra. Es quien conoce los nombres de todas las cosas y ante quien se prosternan todos los ángeles de Dios.
Y recuerda cuando tu Señor dijo a los ángeles: “En verdad, pondré en la Tierra un representante Mío.”
Ellos dijeron: “¿Vas a poner en la Tierra a quien la corromperá y derramará la sangre, mientras que nosotros Te glorificamos con alabanzas y proclamamos tu santidad?”
Dijo Dios: “En verdad, Yo sé lo que vosotros no sabéis.” Y enseñó a Adán los nombres de todos los seres. Luego los expuso ante los ángeles y Les dijo: “Informadme de los nombres de éstos, si es que sois veraces.”
Ellos dijeron: “¡Glorificado seas! No conocemos más que aquello
que Tú nos has enseñado. En verdad, Tú eres el Conocedor, el Sabio.”
Dijo Él entonces: “¡Oh Adán! ¡Infórmales de sus nombres!” Y
cuando Adán les hubo informado de ellos, dijo Él: “¿No os dije que,
ciertamente, conozco lo oculto de los cielos y de la Tierra y que sé lo que
manifestáis y lo que ocultáis?
Sagrado Corán. 2:30-34.
El concepto de “representante” (Califa) muestra muy
claramente la independencia del ser humano y su libertad
para actuar en la Tierra. Aquellas cuestiones que están
predeterminadas para el ser humano y los límites establecidos
para él, son aquellas cosas decretadas por Dios para el ser
humano, Su representante.
Enseña a Adán los nombres, esos nombres a los que
el pronombre “ellos” remite, pronombre que es utilizado
específicamente para los seres inteligentes, y Dios recuerda a
los ángeles, tras haber reconocido estos sus limitaciones, que Él
conoce lo que está oculto en los cielos y en la Tierra.
Esa enseñanza y ese recuerdo producen en la mente del ser
humano una imagen de las posibilidades que posee y establece
su habilidad para conocer todos los seres y las fuerzas que
interactúan en el ciclo del califato, las cuales han sido puestas a
su disposición en su vida apostólica.
La prosternación ante él de los ángeles, que son la élite
de los seres existentes, enfatiza claramente el sometimiento de
todos los seres ante el ser humano y la obediencia de todos
ellos a él. Y este significado quedará mucho más claramente
establecido más adelante.
Por tanto, la independencia al actuar, las grandes
capacidades y el sometimiento del resto de los seres a él, son
tres atributos que, en los versículos mencionados, nos permiten
comprender, el elevado nivel que alcanza la dignidad humana.
El ser humano y libertad de acción
Creo que lo que llevó a los ángeles a decir que el hombre
corromperá en la Tierra y derramará la sangre fue el sentir la
capacidad de los seres humanos para actuar con independencia
en la Tierra, sabiendo que esa independencia no es completa
más que si el ser humano posee el sentido del mal y es capaz
de vencerlo.
A pesar de ello, nosotros vemos que ese peligro no
disminuye la alta posición del ser humano y su dignidad, sino
que, al contrario, supone una condición fundamental de su
independencia y libertad de actuar.
El diablo, desde el punto de vista del Corán, es el único que
rechaza prosternarse ante Adán y se enfrenta arrogante ante él,
lo cual le lleva a ser expulsado de la alta posición espiritual
que ocupaba en el reino divino y a ser castigado el Día de la
Resurrección:
Así que todos los ángeles se prosternaron excepto Iblís, que se
ensoberbeció y fue de los que tratan de ocultar la verdad.
Dios le dijo: “¡Oh Iblís! ¿Qué te impidió prosternarte ante lo que Yo
he creado con Mis dos manos? ¿Te consideras demasiado grande o eres de los
que están por encima de ello?”
Él dijo: “Yo soy mejor que él. A mí me creaste de fuego y a él le has
creado de barro.”
Dios dijo: “Entonces ¡Sal del Paraíso! En verdad, eres de los
maldecidos. Y, en verdad, Mi maldición pesará sobre ti hasta el Día de la
Recompensa.”
Él dijo: “¡Señor mío! ¡Dame de plazo hasta el día en que los resucites!”
Dios dijo: “Sé, pues, de los que tienen un plazo hasta el día cuyo tiempo
está determinado.”
Él dijo: “Juro por Tu poder que extraviaré a todos ellos a excepción de
quienes, entre ellos, sean Tus siervos puros.”
Dios dijo: “La verdad –y lo que Yo digo es siempre la verdad- es que
llenaré el Infierno contigo y con todos los que te sigan.”
Sagrado Corán, 38: 73-85
Este Iblís, transformado en demonio postergado después
de negarse a prosternarse ante Adán, es quien dirige los
ejércitos del mal en la vida humana y quien crea el conflicto
que asola el mundo y el alma humana. Los vencedores en ese
combate, los siervos fieles de Dios, son el fruto de la existencia
que fue creada para ellos y que devino el territorio sobre el que
ejercer su califato.
El hombre fue creado por Dios y en él está el Espíritu
de Dios.
Recuerda cuando tu Señor dijo a los ángeles: “En verdad, crearé a
un ser humano de barro. Así pues, cuando le haya dado forma y sople en
él de Mi espíritu, prosternaos ante él.”
Así que todos los ángeles se prosternaron excepto Iblís, que se
ensoberbeció y fue de los que tratan de ocultar la verdad.
Dios le dijo: “¡Oh Iblís! ¿Qué te impidió prosternarte ante lo que Yo
he creado con Mis dos manos? ¿Te consideras demasiado grande o eres de
los que están por encima de ello?”
Sagrado Corán, 38: 71-75
Así pues, Dios creó al ser humano de barro e insufló en
él de Su espíritu, una clara imagen de los diversos aspectos
existenciales que abarca el ser humano, cuya naturaleza se
extiende desde la Tierra a los cielos, y esto también es una
poderosa expresión para definir la nobleza de la que disfruta
el ser humano.
Y, ciertamente, hemos creado al ser humano de un trozo de barro.
Luego, de una gota en un lugar protegido. Después de la gota, creamos
algo suspendido, y, de eso suspendido, una masa parecida a carne picada,
y de eso, huesos. Y cubrimos los huesos de carne y entonces creamos otra
criatura.
Por tanto ¡Bendito sea Dios, el mejor de los creadores!
Sagrado Corán, 18:12-14
El Islam y su invitación al ser humano para que
adquiera conocimiento.
Dios puso al ser humano entre todas las criaturas, pero
dotándole de importantes características diferenciadoras.
Características que le permiten manifestar la moral divina. Entre
ellas, le hizo libre, con capacidad de adquirir conocimiento y
ciencia.
El Islam habla en numerosas ocasiones, en el Corán y en
la sunna profética, de estas cuestiones para que les prestemos
atención. Habla de cómo ha elevado el conocimiento y la
espiritualidad del ser humano y le ha otorgado una nobilísima
posición, prefiriéndole sobre el resto de las criaturas, como
ya hemos mencionado en el capítulo anterior, al citar algunos
versículos coránicos.
En un hadiz profético leemos: “¡Adquiere el carácter de
Dios!” y en otro versículo coránico:
En verdad, hemos sido generosos con los seres humanos y les hemos
llevado por la tierra y el mar y les hemos proveído de cosas buenas y les
hemos otorgado una preferencia absoluta sobre muchas de las cosas que
hemos creado. (17:70)
Después, el Sagrado Corán nos informa de que todo lo
que hay en la Tierra y alrededor de ella fue creado para el ser
humano y sometido a él:
Él es Quien creó para vosotros todo lo que existe en la Tierra.
(2:29)
Y Él ha puesto a vuestra disposición la noche y el día. El Sol, la
Luna y las estrellas están sometidos a Su mandato. (16:12)
Las enseñanzas islámicas insisten en que Dios está muy
cerca del ser humano. Está más cerca de él que ninguna otra
cosa. El hombre debe sentir esa cercanía a Dios y aceptarla de
Él, para poder encontrar su fuerza y su autoestima:
Ciertamente, Hemos creado al ser humano y sabemos lo que le
susurra su alma. Y Nosotros estamos más cerca de él que su vena yugular.
(50:16)
Y cuando Mis siervos te pregunten por Mí, diles que, en verdad, Yo
estoy cerca y respondo la súplica del suplicante cuando Me suplica.
Por tanto, que Me respondan y crean en Mí, para que, quizás así,
sean bien dirigidos. (2:186)
¡Oh los que creéis! Responded a Dios y al Mensajero cuando os
invitan a lo que os da la vida y sabed que Dios se sitúa entre el hombre y
su corazón y que seréis congregados hacia Él. (8:24)
Y leemos en un noble hadiz profético:
«El corazón del creyente es el trono de Dios Misericordioso.”
Y el énfasis en la cercanía que Dios tiene del hombre
levanta su espíritu sobremanera y le protege del miedo, la
ansiedad y la tristeza. Le protege también de numerosos vicios
morales que solo provocan debilidad, miedo, avaricia, mentira,
hipocresía y codicia.
Además, la cercanía a Dios facilita el proceso de obtener
de Él aquello que necesitamos o deseamos y de aproximar
nuestro comportamiento al Suyo.
En los versículos coránicos leemos que se equipara al ser
humano con el resto de la creación y se hace de él una prueba
del Creador de los mundos, de Su grandeza y de Su sabiduría.
De manera que se le considera equivalente a los horizontes. En
un noble hadiz se le describe como “el gran mundo”.
Pronto les haremos ver Nuestras señales en los horizontes y dentro de
sí mismos hasta que quede claro para ellos que Él es la Verdad. (41:53)
Pretendes ser un pequeño cuerpo pero en ti está encerrado
el gran mundo.
Y tú eres el libro claro cuyas letras manifiestan lo que
estaba oculto
Y el depósito que toda la creación se negó a asumir fue
aceptado por el humano.
Ciertamente, ofrecimos este depósito a los cielos y a la Tierra
y a las montañas pero se rehusaron a asumirlo y se asustaron de la
responsabilidad, pero el ser humano lo asumió. En verdad, él era un gran
transgresor y un ignorante. Dios castiga a los hipócritas y a las hipócritas
y a los idólatras y a las idólatras. Y Dios perdona a los creyentes y a las
creyentes. Dios es muy perdonador y misericordioso.
Sagrado Corán, 33:72-73
Cualquiera que sea la explicación de lo que ese depósito es,
la religión, o el conocimiento, o el gobierno, o la dignidad de la
responsabilidad, lo cierto es que el ser humano es el único que
detenta su custodia y eso le ennoblece y muestra la alta estación
que él ocupa en la creación.
La estación de la profecía
Y, finalmente, la estación de la profecía que es la estación
del mensaje divino, la posición de amistad con Dios, el nivel en
el que se habla con Dios, la estación de los escogidos, el nivel
de los amados de Dios, el nivel de la palabra divina. La estación
particular del ser humano, que es la posición más noble que
una criatura pueda alcanzar.
Con certeza, Dios honra a los creyentes cuando les envía un Mensajero
de ente ellos mismos, que les recita Sus versículos y les purifica y les instruye
en la Escritura y en la sabiduría, cuando antes estaban en un extravío
evidente. (3:164)
Y si hubiéramos hecho de él un ángel, ciertamente, le habríamos
dotado de forma humana y les habríamos confundido igual que se
confundieron anteriormente. (6:9)
Esto fue una breve descripción de la noble posición del ser
humano y una explicación de la elevada posición que el Islam
le otorga. Entraremos, pues, ahora, a explicar algunos detalles
y enseñanzas de cómo preservar y proteger esa nobleza del ser
humano en algunos aspectos de su vida o en todos ellos.
El Islam entra a detallar la existencia del ser humano y,
cuando establece sus mandatos y leyes, basa todos ellos en el
principio de honrar al ser humano, considerando este principio
el objetivo principal entre todos los principios de la religión y
el propósito del mensaje divino.
Éste es el sumario de esas enseñanzas:
a-La naturaleza de Dios.
La religión, dicho sea brevemente, explica la naturaleza
en la que Dios ha creado al ser humano. La religión es la
expresión adecuada de tal naturaleza y de la manera en que ella
se manifiesta cuando no está condicionada por los diferentes
agentes procedentes del exterior de la propia naturaleza
humana.
Así pues, eleva tu rostro hacia la religión como un verdadero
buscador de la fe pura, siguiendo la naturaleza esencial en la que Dios
ha creado a los seres humanos. No hay alteración en la creación de Dios.
Esta es la religión verdadera, pero la mayoría de la gente no sabe. (30:30)
Y el noble hadiz que explica este versículo dice: Todo ser que
nace, nace en su condición y naturaleza original.
Así pues, conforme a estas enseñanzas, la religión es la
naturaleza innata del ser humano, a pesar de que el ser humano
mismo no pueda expresarla al encontrarse condicionado por
factores que mediatizan esa naturaleza innata en la que ha sido
creado.
Por ello, lo cierto es que esta naturaleza innata del ser
humano se expresa desde otra estación espiritual, aquella
que permanece por encima de todos los factores externos
condicionantes y que crea ella misma todas las causas y efectos.
La estación espiritual del Creador del mundo que ha legislado
la religión para el ser humano y Cuya legislación y mensaje ha
detallado la naturaleza innata del ser humano.
b- La protección de uno mismo y de los otros
El Islam respeta la vida y considera que quien salva a un
ser humano es cómo quien salva a toda la humanidad y que
quien mata intencionalmente a un ser humano es como quien
mata a toda la humanidad y tiene como castigo el Infierno.
Por ello, dispusimos para los Hijos de Israel que quien matase a
una persona sin que ésta hubiera cometido un crimen o corrompido en la
Tierra, fuese considerado como quien mata a toda la humanidad y que
quien la salvase, fuese considerado como quien salva a toda la humanidad
(5:32)
Conforme a las enseñanzas islámicas, matar un alma
incluye matar un feto o tratar la vida propia sin respeto, como
quien se suicida, pensando que su vida le pertenece y el Islam
prohíbe terminantemente tales comportamientos.
Así, Dios Altísimo dice:
Y no os matéis a vosotros mismos. En verdad, Dios ha sido
misericordioso con vosotros. (4:29)
Y ha establecido el pago de una suma por matar a alguien
por error. Algo que hoy se ha convertido en ley general, a
sabiendas de que es una disposición de la legislación islámica.
El Islam enfatiza la obligación de proteger la vida de
los otros seres humanos y amenaza a quienes descuidan sus
obligaciones hacia los pobres y los huérfanos, porque eso
supone para los pobres y los indefensos el riesgo de morir.
Y repartid de vuestra riqueza por la causa de Dios. No os destruyáis
con vuestra propia mano y haced el bien. (2:195)
Y aquellos que si dejasen tras ellos niños indefensos temerían por
ellos, que se preocupen de los huérfanos, que sean temerosos de desagradar
a Dios y les hablen con la verdad. (4:9)
Dijo el Imam As-Sádiq (a.s.): Puesto que los dirigentes de la
familia del Profeta (s.) son musulmanes, cubrir sus cuerpos desnudos
y alimentarles cuando pasen hambre es más amado por Dios que la
realización de la peregrinación setenta veces.
c- La liberación esencial
El Islam ha contemplado la posición del ser humano y le
ha prohibido adorar ídolos, otros seres humanos o cualquier
otra cosa. Considera que el ser humano no debe adorar otra
cosa que no sea Dios y que ocupa una posición tan elevada
que no debe someterse a ninguna otra persona o cosa. Y en
muchas de sus enseñanzas encontramos que le advierte y le
prohíbe buscar la satisfacción de sus necesidades en otro que
no sea Dios.
d- La santidad de la palabra
En muchas de las enseñanzas islámicas encontramos
que se recomienda al ser humano honrar la palabra dada,
considerando que la palabra que se da es parte inseparable
de la misma persona. Por ello, establece la obligatoriedad de
mantener la palabra dada y llama a sopesar bien lo que se dice,
para atraer el bien y repeler el mal.
¡Oh quienes creéis! Proteged lo que Dios os ha dado y decid la verdad
al hablar, de manera que Dios perfeccione vuestros actos y perdone vuestros
pecados. (33:70-71)
Y se ha comentado que decir la verdad se ha interpretado
en las enseñanzas islámicas como: no mentir, no difamar, no
decir obscenidades, ni cosas sin sentido o altisonantes.
El testimonio también ha recibido una atención particular
en las enseñanza islámicas y se ha considerado obligatorio el
prestar testimonio, pues mediante el testimonio se establecen
los derechos y se aplican los castigos. Más aun, el testimonio es
aceptado solamente de las personas justas y el falso testimonio
ha sido considerado uno de los peores pecados y es merecedor
de severos castigos en algunos casos penales.
El pacto es un compromiso verbal y el Islam considera que
debe ser respetado.
Y cumplid con los contratos, pues se os pedirá cuentas de ello. (17:34)
Y es obligatorio cumplir con los compromisos verbales
mutuos expresados por los contratantes y está prohibido actuar
de forma contraria a los mismos
¡Oh los que creéis! Respetad los contratos. (5:1)
Cómo podréis echaros atrás de lo acordado cuando habéis cerrado un
trato firme entre vosotros. (4:21)
Se considera que incluso el pacto verbal debe ser respetado.
A ello se ha referido el noble hadiz al decir: La palabra del creyente
es su religión.
Los compromisos verbales incluidos en los contratos
deben ser respetados y considerados como parte de las
condiciones de los mismos. Los musulmanes deben respetar
los términos de los contratos excepto si declaran ilícito lo lícito
y viceversa, tal y como establece el noble hadiz:
“Los musulmanes quedan obligados por los pactos que
establecen siempre y cuando sean acordes con el Libro de Dios
poderoso y majestuoso.”
Estas condiciones se consideran medios suficientes para
establecer contratos y operaciones aplicables a las distintas
necesidades y a las nuevas expectativas.
La palabra se considera en el Islam respetable hasta tal
punto que se considera el camino para entrar en la religión. Es
suficiente con pronunciar el testimonio de que Dios es único y
de que el Muhammad es el profeta de Dios para ser considerado
musulmán y está prohibido negar tal reconocimiento.
Y no le digáis a quien os ofrece la paz: ¡No eres creyente! Buscando
con ello los beneficios de esta vida. (4:94)
Y, a veces, lo escrito y lo dicho poseen el mismo valor.
Así, el Islam ha hecho gran énfasis en que al ser humano
le serán contabilizadas todas las palabras que emita y que
Dios Altísimo ha dispuesto nobles escribas que toman nota
de todas las cosas que dice cada persona. Esta afirmación es
también una forma de proteger y honrar, ya que las palabras
emitidas por una persona respetable son aquellas que tienen
importancia para él y no otras. Por lo tanto, el interés por
registrar las palabras emitidas por una persona también supone
la importancia que se otorga a sus asuntos y el reconocimiento
de su nobleza y dignidad.
No emite una sola palabra sin que junto a él haya un observador
atento.(50:18)
En verdad, sobre vosotros hay ángeles guardianes, nobles escribas de
vuestras acciones que saben todo lo que hacéis. (82:10-12)
e- La felicidad y la acción
En las enseñanzas islámicas se otorga de manera clara y
explícita, un gran honor y una gran importancia a las acciones
humanas.
El Islam niega que los factores exteriores tengan parte en
la felicidad o infelicidad verdaderas del individuo y considera
que son las acciones propias las que llevan a la una o a la otra.
Juro por un alma y Quien la creó de forma armoniosa y equilibrada,
inspirándola lo que la corrompe y el temor que la mantiene a salvo.
Ciertamente, habrá triunfado quien la purifique y habrá fracasado quien
la corrompa. (91:7-10)
Cada alma es rehén de sus propios actos. (74:38)
El Sagrado Corán explica que la idea sustentada por
algunos pueblos, según la cual ellos serían los hijos de Dios
y Sus amados, es falsa y la causa principal de división en las
sociedades. Esa idea entra en contradicción con el concepto
verdadero de la unicidad y unidad divina (tauhid) y no puede
sustituir la importancia de la acción humana.
Di: ¡Oh vosotros judíos! Si pretendéis que vosotros sois los hijos de
Dios a diferencia del resto de los seres humanos, desead la muerte, si es que
sois sinceros. Pero no la desearán jamás por lo que enviaron por delante a
la otra vida con sus propias manos. Y Dios es Quien mejor conoce a los
transgresores. (62:6-7)
Y el Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones de Dios
sean con él y con su familia purificada, confirma la importancia
de este principio cuando le dice a su hija Fátima: ¡Oh Fátima!
Trabaja por ti misma, pues yo no puedo pedirle a Dios que te libere de
ningún esfuerzo.
El Islam descarga toda la responsabilidad de la formación,
estructura, organización y problemas de la sociedad, sobre
el ser humano, ya que es él quien conforma las sociedades y
son sus actos los que diseñan las líneas rectoras, establecen las
responsabilidades y generan los problemas y las dificultades.
En verdad, Dios no cambia la situación de un pueblo, mientras ellos
no cambien lo que tienen en sus almas. (13:11)
Se manifiesta la corrupción en la tierra y el mar por lo que lo seres
humanos hacen con sus propias manos, y Él les hace que prueben algo de
lo que hicieron para que, quizás así, regresen a la buena senda. (30:41)
Y un noble hadiz dice: Como tú seas, así serás gobernado.
Así pues, las obras del ser humano son la única fuerza que
crea, pone en movimiento y desarrolla la historia. Los factores
externos, sean cuales sean, no intervienen en la formación y
definición de los objetivos de las sociedades, sino solamente el
esfuerzo humano. Es el ser humano con sus actos y sus obras
quien, de manera estudiada o ignorante y negligente, decide el
camino a seguir y escoge su trayectoria y quien decide con sus
actos como será la sociedad.
Y lo mismo es aplicable al desarrollo de la historia que no es
más que la interacción entre el ser humano y el universo. Así, el
ser humano se relaciona con el mundo en el que vive conforme
a sus deseos y necesidades. Lee una línea de él y esa lectura
ejerce un efecto sobre su vida, eleva su nivel de consciencia,
desarrolla su forma de vida y transforma su entorno. Vuelve a
leer otra línea y vuelve a suceder lo mismo.
Por tanto, el único protagonista en el escenario histórico
es el ser humano. Es él quien hace la historia, la hace girar e
interactúa con ella de manera significativa y todo eso lo realiza
con su continuo actuar. Así pues, es la acción humana y no otra
cosa la causante de todos estos acontecimientos. ¿Es posible
concebir una posición más noble que esa?
En el terreno de la economía y por primera vez en la
historia, el Islam valora que el trabajo es un elemento esencial
y valioso. Prohíbe apropiarse de él, considera que quien se
apropia del trabajo ajeno es como quien roba la propiedad de
otro y manifiesta que quien no paga su trabajo comete un gran
pecado y no olerá el perfume del Paraíso.
Por tanto, cuando prestamos atención al conjunto de las
enseñanzas islámicas relativas a las leyes de las relaciones y las
transacciones humanas, llegamos a una importante conclusión,
se establece que el trabajo es el elemento principal entre los tres
factores que intervienen en la producción: trabajo, máquina y
capital. Y esta conclusión puede parecer extraña pero es real.
Pretendemos en estas lecciones exponer de manera breve
estas enseñanzas y estas conclusiones:
— El Islam prohíbe la usura de manera terminante y absoluta.
Entendiendo por usura el establecimiento de beneficios fijos
sobre el capital original sin tener en cuenta los riesgos de que
la inversión sufra pérdidas.
— En el caso de que el capital sea utilizado por otro distinto
que su propietario mediante un contrato denominado
en el derecho islámico mudáriba, es decir, en una inversión
especulativa, el beneficio obtenido se dividirá en una
proporción delimitada entre el trabajador, el capital inicial
y el trabajo, entendiendo por trabajo la actividad realizada
por el trabajador que ha utilizado la inversión especulativa
o mudáriba. El trabajador queda a salvo de pérdidas y estas
posibles pérdidas serán deducidas únicamente del capital
inicial.
— No será permisible deducir una parte de los beneficios
para la maquinaria, como explícitamente han establecido los
doctores de la ley en el capítulo dedicado a la cosecha y la
irrigación de los campos (bab al-muzári’ah wa l-musáqáh) pero
es posible estipular una cantidad por el alquiler de la misma.
— El establecimiento del trabajo puede realizarse en forma
de salario para el trabajador y en ese caso el trabajador
obtendrá una parte determinada de los beneficios, igual que si
fuera una inversión especulativa o mudáriba.
De estas disposiciones legales concluimos que los
trabajadores poseen en la legislación islámica tres ventajas: Un
salario fijo, una participación en los beneficios y el quedar a
salvo de las pérdidas.
En cuanto al capital inicial y las maquinarias o instrumentos,
poseen cada uno de ellos una ventaja: el capital inicial posee una
participación en los beneficios, pero no está protegido de las
pérdidas ni posee un salario determinado. Y los instrumentos o
maquinarias tienen derecho a recibir una cantidad fija pero no
participan en los beneficios.
Creo que este resumen realizado informa claramente al
amable lector del punto de vista del Islam respecto al trabajo y
de la medida en que se dignifica al trabajador desde el primer
momento, mucho antes de los cambios acontecidos en los
tiempos modernos.
El Islam y el trabajo
En el terreno de los efectos del trabajo y de sus múltiples
consecuencias, el Islam considera que el trabajo no sólo es una
protección para la fe sino una consecuencia de la misma y por
ello hace gran énfasis en la importancia del trabajo.
El fin de aquellos que actuaron mal fue que desmintieron las señales
de Dios y se burlaron de ellas. (30:10)
Finalmente, la responsabilidad del trabajo, pequeño o
grande, establece la gran posición del ser humano en relación
con su trabajo y establece el efecto que el mismo, hasta el más
mínimo, tiene en el mundo, independientemente de que se dé
cuenta de ello o no.
Así pues, quien haga una pizca de un átomo de bien lo verá y quien
haga una pizca de un átomo de mal lo verá. (99:7 y 8)
Y no hay estado en que te encuentres, ni nada de lo que recitas del
Corán, ni nada de lo que hacéis, sin que Nosotros seamos testigos desde
que lo iniciáis. Y no escapa a la atención de tu Señor ni una pizca de un
átomo ni en la Tierra ni en el cielo. Y no hay nada menor que ello ni nada
mayor que no esté consignado en una Escritura clara. (10:61)
Esta responsabilidad es una garantía de que el trabajo de
la persona está protegido, no será malgastado y no se desviará
de una senda positiva y útil.
Y lo que nos manifiesta esa protección es la delimitación
de lo que es bueno y lo que es malo, de lo lícito y lo ilícito
y el énfasis que se hace en que estos esfuerzos van dirigidos
a honrar al ser humano y a mantenerle protegido de aquello
que le debilita y le lleva a la decadencia. Y en los versículos
coránicos y en la práctica profética encontramos las palabras
que ilustran esta idea:
En verdad, los embriagantes y los juegos de azahar, los ídolos y las
flechas adivinatorias son algunas de las obras abominables hechas por
Satanás. Así pues, absteneos de todas ellas, quizás de esa manera tengáis
éxito.(5:90)
Lo mejor es enfatizar en esta circunstancia, que la
confianza en los principios de lo que es lícito y lo que es ilícito,
tal y como los establece la religión, está concebida para ayudar
al ser humano a no sumergirse en el mundo materialista que
le rodea y a favorecer que se interese en la realización de sus
obligaciones, en acciones lícitas y en apartarse de aquellas que
le corrompen y que han sido consideradas ilícitas para él.
Cuando el ser humano trata de satisfacer sus necesidades
corporales o cuando se sale de sí mismo siguiendo a sus
pasiones, se ve influenciado por el mundo en lugar de ser él
quien lo influencie, no podrá ser un referente y un dirigente
para la creación ni el representante de Dios en la Tierra y se
disolverá en su entorno.
Pero, el respeto a los límites impuestos por lo lícito y lo
ilícito garantiza al ser humano su independencia y le permite
emerger y elevarse, a salvo de la disolución en el entorno
material y protegido del extravío, pues no es suficiente con
satisfacer las necesidades simplemente, se debe tener en cuenta
el hacerlo de manera licita.
Este principio no ignora la realidad del ser humano y sus
necesidades, ni considera que no satisfacer los deseos sea el
camino a la perfección. No considera que la lucha contra el alma
propia y debilitar el propio cuerpo sean desafíos espirituales o
ejercicios encaminados a fortalecer el espíritu. No considera
que exista contradicción entre el cuerpo y el alma, a diferencia
de lo que piensan el sufismo y algunos otros grupos.
Añadiremos aquí la importancia que el Islam concede
al principio de la limpieza y la purificación de lo impuro,
hasta el punto de considerarlo parte de la fe. Existen cientos
de hadices que se ocupan de este tema y que son la fuente de
las enseñanzas islámicas. Así pues, la higiene, la purificación
y la limpieza son pilares fundamentales de la nobleza y de la
dignidad del ser humano.
Opinión y creencia
1- La opinión y las creencias son el fruto del pensamiento
humano y el resultado de la parte más noble de su existencia y
su ser. El Islam manifiesta su respeto por ambas y se esfuerza
por preservar la libertad de ellas. Por ello, ha dejado en manos
del ser humano la cuestión del razonamiento y del esfuerzo
intelectual para alcanzar el conocimiento de la creencia correcta.
El Islam declara que toda creencia que no esté fundamentada
en el razonamiento lógico y sus principios no tiene valor alguno
y no existe excusa para la persona excepto cuando no es capaz
de alcanzar por sí misma la creencia correcta a pesar de toda
su reflexión y esfuerzo, pues la religión no se puede imponer
a la fuerza:
No hay compulsión en la religión. (2:256)
2- La buena intención es el espíritu de la adoración y cada
persona recibirá de acuerdo con sus intenciones, como nos
recuerda el noble hadiz. No obstante, el ser humano no puede
ser excusado por sus intenciones e ideas, sean éstas las que
sean, excepto si las transforma en hechos y palabras. Así, en un
noble hadiz profético encontramos las siguientes palabras: Dios
ha eliminado de mi comunidad nueve cosas: el error, el olvido, lo que no
conocen, lo que está por encima de sus posibilidades, lo que se ven obligados
a realizar, aquello que no les queda más remedio que realizar, la envidia,
el mal presagio y los pensamiento que van acompañados de dudas sobre la
creación de Dios hasta incluso cuando no se expresan.
De las cosas más hermosas que el Islam enseña y protege
en su intento por honrar al ser humano y sus múltiples esfuerzos
son los esfuerzos malogrados. Son muchos los esfuerzos que el
ser humano realiza por la causa del bien, dedicando a ello sus
bienes y su tiempo, su preocupación y su propia persona, sin
que logre alcanzar sus objetivos debido a errores de análisis o a
dificultades que surgen en su camino, de manera que sucumbe
en el proceso y la historia se olvida de él, por causas de las
que él no fue responsable. Son numerosas las ocasiones en la
historia en las que se realizaron grandes esfuerzos y los errores
impidieron que esos esfuerzos dieran sus frutos, sin embargo,
el Islam tiene en cuenta esos esfuerzos malogrados y los
sentimientos que se gastaron en vano en la senda de difundir
el sagrado mensaje y, desde su punto de vista, esos esfuerzos y
energías no se desperdiciaron ni quedaron ignorados:
Y quien emigre por la causa de Dios, encontrará en la Tierra refugio
abundante y amplio. Y la recompensa de quien salga de su casa, emigrando
hacia Dios y Su Mensajero, y le sorprenda la muerte, recae sobre Dios. Y
Dios es perdonador y misericordiosísimo. (4:100)
“El acierto recibe dos recompensas y el error una.”
Es una bien conocida sentencia de la jurisprudencia.
El Islam no cesa de esforzarse para proteger la dignidad
del ser humano e impedir su decadencia y extravío. En esa
senda, ofrece al ser humano la creación de una sociedad acorde
con su misma naturaleza y realidad, analiza todos los aspectos
de su existencia y crea el ambiente adecuado para el desarrollo
de sus cualidades y la educación de sus capacidades.
Es necesario realizar esta observación, pues nos damos
cuenta de que el ser humano se ve afectado por su sociedad
e influenciado en sus emociones y todo ello es claramente
observable en sus acciones, en su comportamiento y en su fe,
condicionadas por el entorno en el que vive.
Y, puesto que el objetivo para la realización de esta
sociedad es el propio ser humano y el elemento fundamental
para su construcción es también el ser humano mismo, se hace
obligado observar la realidad del ser humano y concebir el
diseño y la planificación de la sociedad a la luz de esa realidad.
Esa sociedad no puede ser una sociedad individualista ya
que ese tipo de sociedades no tiene en cuenta el fundamental
elemento presente en la naturaleza humana que supone la
dimensión social en su vida. Por ello, ese tipo de sociedades
desarrollan muy rápidamente los aspectos negativos que
generan las malas tendencias que se manifiestan en forma de
egoísmo y a las cuales se refiere el Sagrado Corán cuando nos
habla del alma que incita al mal (an-nafs al ammara bi s-su)
Este aspecto de la personalidad humana emerge en aquellas
sociedades en las que no existe protección ni un entorno
armónico para el individuo y, a consecuencia de ello, se alimenta
el egoísmo y se perturba la coexistencia social, se impone la
fuerza y se oprime a los más débiles. Los débiles pasan a ser
simples instrumentos, con lo cual se priva a la sociedad humana
de una importante parte de sus capacidades y energías. Y, por
otra parte, la fuerza se transforma también en un instrumento
que favorece el egoísmo y los intereses egoístas.
Cuando sucede esto, las leyes vienen a ser el reflejo de la
situación existente y dejan de servir al propósito verdadero, que
es proteger la condición humana. Las sociedades que se rigen
por tales principios se revisten entonces con las características
de una lucha injusta y opresora en la que el fuerte domina al
débil y el interés particular se impone al interés colectivo.
Esta sociedad tampoco puede ser “socialista”, ya que las
sociedades que se conforman sobre ese principio ignoran otro
de los elementos constitutivos de la naturaleza humana: la
libertad y la independencia y concibe al ser humano únicamente
como una de las múltiples partes que conforman la sociedad.
En ese tipo de sociedades solamente se tienen en consideración
los intereses del grupo o de la colectividad y la planificación
social queda totalmente condicionada a ese punto de vista.
En este caso la naturaleza de la sociedad así organizada
niega la dimensión individual de la persona y la priva de su
imagen básica y original.
Sus múltiples talentos naturales no crecen y la sociedad le
priva de muchas de sus capacidades y de su potencial individual.
La imagen del individuo se refleja en la sociedad por medio
de la ley de la interacción de los individuos con la sociedad y
viceversa. Por ello, se produce una contradicción permanente
en el funcionamiento de la sociedad y una constante fluctuación
negativa en la vida de los individuos.
El ser humano y la formación de la sociedad
De hecho, la comunidad propuesta por el Islam es una
sociedad que reconoce la naturaleza de la persona en todos los
aspectos personales y sociales.
Para explicar este punto, pedimos al lector que fije su
atención en lo que dijimos al principio de esta exposición
relativo a la existencia en el ser humano de una naturaleza innata
positiva, la presencia de tendencias malvadas y el conflicto
psicológico que en el ser humano conforman la independencia
y la libertad.
Luego, decimos que los actos positivos y buenos que
surgen del ser humano no entran en contradicción con los
derechos de los demás y se conjugan con los intereses de la
sociedad y que eso se expresa en el Islam mediante ordenanzas
relativas al corazón sano y al alma segura (an-nafs al-mutmainna),
mientras que aquellos actos que entran en conflicto con los
derechos de los demás tienen que ver con los deseos del alma
que ordena el mal (an-nafs al-ammara bi s-su), conforme a la
terminología religiosa.
No hay duda de que la identificación de estos dos tipos
de actos implica definir el concepto de lo que es la verdad y el
derecho, y el derecho forma parte de la organización general que se
propone para la sociedad y es un efecto establecido y consolidado
derivado de las disposiciones generales de observancia necesaria
en las relaciones de unos individuos con otros.
Con esta breve explicación podemos imaginar la libertad
del individuo como una línea que transcurre paralela a la
libertad de los demás y visualizar los intereses de las personas
en consonancia con los intereses sociales.
Por otro lado, podemos preservar todas las cualidades
positivas de la persona sin asomo de tiranía, opresión o conflicto
entre individuos y clases, más bien como una sinergia entre los
miembros de la comunidad y la santidad de los derechos de los
demás.
Y apresuraos hacia el perdón de vuestro Señor y hacia un jardín cuya
extensión es como los cielos y la Tierra y que ha sido preparado para los
temerosos de Dios. (3:133)
E id por delante en la realización de buenas obras. (2:148)
Las diversas actividades de las personas se
complementan de manera positiva y facilitan la cooperación y
la interdependencia de diversos tipos y modalidades.
Las enseñanzas islámicas, establecidas sobre el principio del
honor y la dignidad humanos, son las que establecen el carácter
sagrado de todas las necesidades humanas. Así pues, el Islam
reconoce todas esas necesidades y las considera bendiciones de
Dios y establece la normativa con la que manejar esos deseos,
reconociendo que esforzarse por satisfacerlos de manera
legítima es parte de los actos de adoración a Dios.
De esta manera, el comercio, la agricultura, la construcción
son consideradas actos de adoración y el esfuerzo para obtener
la provisión de manera lícita se considera parte del “combate
por la causa de Dios” (yihad). Por tanto, el trabajo es adoración,
el matrimonio es adoración, y por ello dice el Mensajero de
Dios que quien se abstiene del matrimonio no es de los suyos.
En sus orientaciones a Abu Dar al-Gaffári, el Mensajero
de Dios establece un principio que indica que el musulmán
puede mantenerse en un estado de adoración permanente,
incluso mientras duerme y mientras come. El Islam no acepta
la renuncia a satisfacer las necesidades propias y el hecho
de ignorarlas y en ése noble hadiz considera que Dios no
responde las súplicas de quienes se dedican únicamente a rezar
y abandonan el esfuerzo de buscar la provisión cotidiana y
favorece a quienes se ocupan de ello.
El Islam y la sociedad
En muchas de estas enseñanzas encontramos un gran
esfuerzo por mantener la coordinación de todos los aspectos
del ser humano, sin permitir que unos dominen sobre los otros.
La más destacada de esas enseñanzas es la que en el Islam
trata de la posición y condición de la mujer y del esfuerzo para
que el aspecto femenino de su personalidad no se imponga
sobre el resto de los aspectos de su persona.
Con este fin, prohíbe a la mujer la utilización de su
capacidad de tentar y seducir, impidiéndola que su humanidad
quede asfixiada en su feminidad. Por ello, no deberá mostrar sus
encantos fuera de su entorno familiar, ni la sociedad la deberá
contemplar como un objeto de consumo sensual y sexual, de
manera que su estatus como ser humano no se vea reducido
únicamente a su femineidad, no se proteja el equilibrio del
conjunto de su naturaleza y pierda los aspectos básicos de su
personalidad.
En las enseñanzas islámicas se pone un énfasis particular
en todo aquello que tiene que ver con la protección de la
nobleza y la dignidad de los demás. Para todo musulmán es
obligatorio respetar al prójimo, tanto su persona, como sus
bienes y su honor y se prohíbe terminantemente agredirle,
tanto física como verbalmente.
El Islam inicia la protección del ser antes incluso de su
nacimiento y para ello establece toda una serie de normas.
Aconseja a quien busca casarse que elija una buena madre
para sus hijos. Así, leemos en un noble hadiz : “Elige en quien
depositarás tu esperma.” Después, establece los cuidados a
tener en cuenta durante el embarazo, el parto, la lactancia, la
infancia y los ciclos de la educación. Así, encontramos cientos
de disposiciones legales relativas a estos temas, todas ellas
fundamentadas en el principio del respeto al ser humano.
Pudiera parecer, al lector desinformado que se acerca
al Corán y al hadiz, que algunas veces se pretende rebajar el
valor del ser humano. Así, encontramos en el Sagrado Corán
numerosos versículos en los que se dice que el ser humano ha
sido creado de cieno, o de un líquido impuro, o de esperma,
o de un líquido que surge de la zona situada entre la columna
vertebral y las costillas:
Así pues, que observe el ser humano de qué ha sido creado. Ha sido
creado de un líquido eyaculado que sale de entre la columna y las costillas.
(86:5,6 y 7)
Y también en los hadices leemos que el origen del ser
humano es de baja condición y que el final de él y lo que le
espera tras la muerte no le ennoblece, y cosas similares.
Pero lo cierto es que el Islam, con esas palabras trata de
proteger al ser humano de caer en la arrogancia y el falso
orgullo y de que pierda el camino, en especial cuando tiene que
enfrentarse a la victoria y al éxito:
¡Pero no! En verdad, el ser humano se rebela cuando se cree
autosuficiente. (96:6 y 7)
El ser humano se vuelve arrogante cuando posee riquezas,
hijos y gloria y eso le coloca en una situación psicológica de
gran peligro.
Para curar ese tipo de enfermedad, el Islam trata de
aconsejar al ser humano de diferentes maneras, con palabras
que le evidencien que el honor y la dignidad que disfruta son
únicamente el resultado de la voluntad divina y que él ha sido
creado de elementos que no difieren de aquellos con los que
han sido creados el resto de los seres humanos.
Por tanto, la dignidad es un depósito que Dios confía al
ser humano y por ello no debe dejarse engañar y considerarlo
propiedad suya, ya que todo lo que posee son mercedes
depositadas por Dios en sus manos, las cuales debe utilizar con
honestidad y pureza:
Y repartid de lo que Dios os ha confiado como representantes Suyos.
(57:7)

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