viernes, 14 de octubre de 2016

Se ha producido una escisión brutal entre Oriente y Occidente

01/08/2006 - Autor: Agencias - Fuente: Terra Actualidad
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Fernando Colomo
Fernando Colomo
Casi 20 años después de Bajarse al moro, Fernando Colomo vuelve a Lavapiés con El Próximo Oriente, una comedia desenfadada con la que descubrió su propia ignorancia sobre el Islám y que le lleva a afirmar: hay una escisión brutal entre Oriente y Occidente, que está en su peor periodo. 

El Próximo Oriente -cuyo título responde a uno de esos juegos de palabras que tanto gustan al realizador- se estrena el 18 de agosto y narra la peripecia de dos hermanos totalmente diferentes. 

Uno de ellos, Caín, es gordo y tímido, y el otro, Abel, es un seductor, casado y con dos hijas. La historia arranca cuando Caín (Javier Cifrián) descubre que Abel (Asier Etxeandia) ha dejado embarazada a Aisha (Nur Al Levi), su atractiva vecina, hija de un matrimonio de inmigrantes musulmanes de Bangladesh que tienen un restaurante. 

Fernando Colomo cuenta, en una entrevista con Efe, que inicialmente perfiló un guión sobre dos hermanas que vivían en La Latina -otra muy castiza zona de Madrid-, pero poco a poco, se fue desviando hasta llegar a Lavapiés, con dos hermanos y una familia de Bangladesh que regentaba un negocio de teléfonos móviles. 

Entonces, llegó el 11-M, una tragedia que dejó en un cajón el guión, hasta que el cineasta, tiempo después, se dio cuenta de que era la película que tenía que hacer. Sin querer, me había encontrado con el Islám dentro de Madrid y empecé a documentarme, a mirar libros, a visitar las mezquitas de Lavapiés ... 

De hecho, confiesa, el proceso por el que pasa Caín -su acercamiento a una cultura desconocida- es el que fui pasando yo; fui descubriendo mi propia ignorancia y la de nuestro país, en el que vivieron los musulmanes durante ocho siglos. Por eso, reconoce, este filme tiene algo didáctico. 

El realizador de películas como Tigres de papel -su debut en 1977-, Los años bárbaros, Cuarteto de La Habana o Al sur de Granada -la más reciente-, cuenta una historia amable, donde el personaje principal, un eterno adolescente acomplejado, encuentra su lugar. 

No obstante y fuera del halo romántico del celuloide, Colomo observa: se ha producido una escisión brutal entre Oriente y Occidente, que actualmente está en su peor periodo. La división es artificial, producida por intereses económicos. Por ello, no oculta que le gustaría que esta película sirviera para acercar las dos culturas. 

A este realizador se le ubica en la llamada comedia madrileña de los ochenta, término que él rechaza y en este caso, además, dice tener la sensación de haber viajado a lo más oriental. 

Escojo la comedia de una manera intuitiva. De una forma natural, busco el elemento de ironía, parodia y comicidad, comenta Colomo, quien, no obstante, sin renunciar al enredo, dice que en este filme ha querido estar supercontenido en las escenas sobre el Islám. Ya se han hecho muchos chistes malos y parodias, argumenta. 

Las escenas en la mezquita se rodaron en la Asociación Cultural de Bangladesh y todos los figurantes eran musulmanes, precisa el cineasta, quien ubicó el epicentro de la historia en la calle de San Carlos del barrio más multicultural de la capital. 

Fue super-excitante, recuerda Fernando Colomo, que trabajó seis semanas sobre el terreno con su equipo casi camuflado, con el objeto de no perturbar la vida cotidiana y servirse de ella. Alquilamos varios locales y pisos de forma que teníamos casi un plató al aire libre y otros espacios para almacenes. Rodábamos muy disimulados. 

Nunca se usó claqueta, ni se dio un grito, pero rodaban cuando había más follón. Cada toma era un milagro y yo lo veía, para no llamar la atención, en un monitor de mano, muy pequeño. Alucinaba, porque la imagen se desarrollaba con gran fluidez. 

Colomo retrocede, entonces, casi 20 años, cuando rodó Bajarse al moro, también en Lavapiés. Ya era algo especial; iba destinado a ser la vanguardia de la inmigración, afirma el cineasta, quien no descarta rodar otra película en el populoso barrio, pero dentro de otros 20 años... Me encantaría, concluye 
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