viernes, 18 de noviembre de 2016

Por qué Boko Haram amenaza a Donald Trump

Boko Haram no es islam ni se dedica a defender el islam sino a matar musulmanes

18/11/2016 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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¿Se convertirá Donald Trump en uno más del establishment?
Las amenazas del grupo terrorista nigeriano Boko Haram, contra el ya presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, solo benefician a los vendedores de armas y a quienes las financian.
Boko Haram no es islam ni se dedica a defender el islam sino a matar a musulmanes para controlar las poblaciones de mayoría islámica e imponer su  régimen de terror allí donde puede. En sus 6 años de existencia ha asesinado entre 12.000 y 24.000 personas y ha obligado a más de 2.5 millones a huir de sus casas. Boko Haram es un elemento desestabilizador de toda la zona, (Nigeria, Camerún, Chad y Níger), llegando a utilizar niñas para realizar atentados suicidas. El único logro de sus crímenes ha sido conseguir que el dinero que debería haberse gastado en desarrollo, se haya gastado en  la compra de armas. Boko Haram es una marioneta en manos bastardas, a quienes les beneficia mantener toda esta zona subdesarrollada y bajo amenaza terrorista, en especial Nigeria, por su enorme riqueza petrolífera.
La victoria electoral de Donald Trump parece haber puesto muy nervioso al establishment que ha dominado la política exterior estadounidense desde finales de la segunda Guerra Mundial. El complejo militar-industrial norteamericano se ha beneficiado enormemente de las guerras que ha mantenido Estados Unidos en Afganistán, Irak, Libia, Somalia, Siria y otros países. Este complejo militar e industrial no está interesado en el fin de las guerras y del terrorismo seudo-yihadista, porque eso supondría la pérdida de suculentos contratos y beneficios económicos obscenos.
El fin de la Guerra Fría, (1989/91) supuso un serio revés para los fabricantes, traficantes y vendedores de armas, que solo se comenzaron a recuperar a partir de la destrucción de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2.011.
La economía norteamericana difícilmente puede seguir sosteniendo los gastos militares sin recortes sociales y precariedad laboral. El 29 de junio de 2011, la deuda pública total pendiente se correspondía aproximadamente con el 98,6 % del PBI del año 2010.
Los atentados terroristas y el miedo al islam han sido la excusa ideal para justificar este gasto militar astronómico. Hillary Clinton fue una fiel y hasta fanatica defensora de los intereses el establishment y del complejo militar-industrial. Durante la campaña electoral,  Hillary Clinton recibió decenas de millones de dólares en calidad de donaciones de Catar, Emiratos Árabes Unidos, Brunéi y Kuwait. Arabia Saudita donó entre 10 y 25 millones de dólares. El financiero Donald Sussman, contribuyó con 20,6 millones. Jay Robert Pritzke, inversor en iniciativas de capital riesgo donó 16,7 millones, y el presidente de Univisión, Haim Saban, aportó casi 12 millones. George Soros, el multimillonario de los fondos de cobertura, donó 11,9 millones. Estas donaciones parecen en realidad inversiones. Normalmente nadie da tanto dinero de forma gratuita y desinteresada.
Desde el año 2.000 la fundación Clinton, (supuestamente caritativa), obtuvo  unos ingresos de 2.000 millones de dólares, gracias a los generosos donativos de 6.000 particulares y organizaciones. El jeque Salman, príncipe heredero de Bahréin, donó 32 millones de dólares en 2009. El mexicano Carlos Slim, quien, a través de Telmex, controla el mayor paquete accionarial periódico ‘The New York Times", donó entre 1 y 5 millones de dólares, y Google donó entre 500.000 y 1 millón de dólares.
Donald Trump se aprovechó inteligentemente del miedo al islam, (que los medios de comunicación del establishment han ayudado a crear con editoriales y artículos islamofobos  durante las últimas décadas), para cazar el voto anti-musulmán, con la promesa de no dejar entrar en Estados Unidos a personas de esta religion, y también se aprovechó de la América empobrecida por la crisis y las políticas neoliberales que han deslocalizado la economía, haciendo que muchas empresas se trasladaran a países del tercer mundo.
La disyuntiva que nos plantea estos hechos es saber si Donal Trump se unirá a los especuladores financieros y a los traficantes de armas que tanto dinero están ganando y si se convertirá en uno más del establishment, o si será capaz de parar esta locura sangrienta, que consume la economía norteamericana y la de muchos países, que han sido desintegrados o están en fase de balcanización.

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