miércoles, 21 de diciembre de 2016

Moscú se aproxima al mundo islámico

20/12/2003 - Autor: Yusuf Fernández - Fuente: Amanecer del Nuevo Siglo
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Musulmanes rusos haciendo la salat
Musulmanes rusos haciendo la salat
La presencia del presidente ruso, Vladimir Putin, en la 57 conferencia de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), celebrada en octubre en Kuala Lumpur, ha sido destacada como uno de los aspectos más importantes de dicha cumbre. Putin fue el único jefe de Estado de un país no miembro de la organización –junto con la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo– en participar en la conferencia.
Hace algunas semanas, Putin y el embajador ruso para temas relacionados con el mundo islámico, Venyamin Popov, abordaron durante una reunión el tema de la entrada de Rusia en la OCI "en un principio probablemente en calidad de observador". Putin justificó esta posible adhesión señalando que "hay en la actualidad unos 20 millones de musulmanes en Rusia, que se siente parte del mundo islámico" e indicó que esta minoría está en vías de crecer. El presidente ruso añadió que, a diferencia de otros países, los musulmanes de Rusia no son inmigrantes, sino que perciben a Rusia como "la única patria que conocen y tienen".
Por su parte, Popov recordó que seis miembros de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que formaron en su día parte de la Unión Soviética, se han integrado ya en la OCI y ven con simpatía los planes rusos para adherirse a la organización. Popov señaló además que este paso permitirá a Rusia fortalecer sus lazos de todo tipo con el mundo islámico, y desveló que iba a visitar en próximas fechas varios países musulmanes para darles a conocer la postura de Rusia en este tema.
En realidad, la entrada de Rusia en la OCI producirá con toda seguridad cambios en el equilibrio de poder dentro del mundo musulmán. En este último año, y gracias a su oposición a la guerra contra Iraq, Rusia, al igual que Francia, ha ganado muchos amigos en los países islámicos. Al igual que otros países opuestos a esta guerra, Rusia se ha negado también a enviar tropas o ayudar con dinero a la ocupación estadounidense de Iraq. Por otro lado, y pese a las presiones de EEUU, Rusia continúa colaborando en el programa nuclear de Irán y se opone a los intentos norteamericanos de imponer sanciones a dicho país.
En agosto, Putin visitó Malasia, donde celebró conversaciones con el primer ministro, Mahathir Muhammad, con el que discutió el plan para la futura adhesión de Rusia a la OCI. En Kuala Lumpur, Putin firmó también un contrato para suministrar a Malasia 18 cazabombarderos Sujoi Su-30 MKN. Moscú ha suscrito asimismo un acuerdo referente al envío de un cosmonauta malayo al espacio a bordo de una nave rusa, tras un año y medio de entrenamiento en Rusia.
Este acuerdo con Malasia sobre la venta de los aviones fue alabado en medios oficiales rusos, que lo calificaron como "un hecho que puede abrir las puertas del mercado regional a Rusia". Cabe recordar, además, que Malasia preside la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) y el Movimiento de los No Alineados. Esto significa que la aproximación entre Moscú y Kuala Lumpur servirá, sin duda, para ampliar la esfera de influencia rusa en Asia y todo el mundo islámico. De hecho, fue Malasia, como país anfitrión de la cumbre de la OCI, quien invitó a Putin y a la presidenta de Filipinas –país que también ha solicitado el estatus de miembro observador– al evento.
Otro de los beneficiarios indirectos del acuerdo entre Malasia y Rusia es la India, que proporcionará un servicio de asistencia técnica y formación a los pilotos malayos que piloten los nuevos Su-30. Según los analistas, este acuerdo incrementará también el papel político, económico y estratégico de la India en la región. "India se ha convertido en la puerta de entrada de las exportaciones rusas de armas en el Sudeste Asiático", señala Alexander Vashkin, del Foro Estratégico Indo-Ruso. En la pasada década, Malasia adquirió aviones rusos MIG-29 y helicópteros Mi-17, y ha estado estudiando desde entonces la experiencia india en el manejo de estos aparatos.
Malasia no es el único país musulmán del Sudeste Asiático con el que Moscú ha establecido relaciones en el terreno de la defensa. Recientemente, Indonesia firmó también un acuerdo con Rusia, por valor de unos 120 millones de dólares, para comprar dos cazas Sujoi-27 y dos caza-bombarderos Sujoi-30, así como repuestos para estos aviones. Parte del dinero será pagado en especie, es decir, con caucho, té, café y aceite de palma. Indonesia posee también una opción de compra para adquirir otros 44 aviones más, lo cual podría permitirle la creación de cuatro escuadrones, de 12 aviones cada uno. El Su-27, con un alcance de unos 5.000 kilómetros, está considerado uno de los mejores cazambombarderos del mundo.
El padre de Megawati, el antiguo presidente Sukarno, recibió suministros de armas de Moscú en los años cincuenta, pero los lazos bilaterales entre Indonesia y la Unión Soviética se cortaron de forma abrupta tras el golpe anticomunista del general Suharto, inspirado por Washington, en 1965. A finales de los años noventa, ambos países reanudaron sus relaciones en este campo y, en el año 2002, Rusia suministró a Indonesia 12 vehículos anfibios, BTR 80-A, 10.000 fusiles de asalto Kalashnikov y helicópteros navales Mi-2. Sin embargo, el reciente acuerdo de abril tiene una magnitud mucho mayor que todos los anteriores.
Además de este acuerdo, la presidenta de Indonesia, Megawati Sukarnoputri, firmó un tratado de Amistad y Cooperación con Rusia durante su visita a Moscú el pasado abril. Megawati señaló que "la situación en Indonesia, incluyendo el estado de la economía, ha mejorado recientemente. Esto nos permite desarrollar nuestras relaciones en diferentes áreas". Las compañías rusas han mostrado interés en suscribir acuerdos con la industria del gas y el petróleo de Indonesia, y el portavoz del Ministerio ruso de Exteriores, Aleksander Yakovenko, ha señalado que Moscú quiere impulsar sus relaciones comerciales con Yakarta. En el año 2001, el último del que se tienen estadísticas, el comercio entre los dos países alcanzó los 203,5 millones de dólares, cantidad superior a la de los años anteriores, pero considerada insuficiente por ambos países.
El aspecto más importante del acuerdo militar con Rusia es que reforzará la Fuerza Aérea de Indonesia, que se había visto gravemente afectada por la prohibición de la venta de repuestos decretada por el Congreso de EEUU en 1991 tras la matanza de independentistas timorenses en Santa Cruz, máxime teniendo en cuenta que todos los aparatos de que Indonesia disponía hasta esa fecha eran de fabricación norteamericana. Esto provocó una escasez de piezas de repuesto que impidió volar a 29 de los 46 aviones con que cuenta la Fuerza Aérea del país.
El momento escogido por Megawati para su visita a Moscú fue muy significativo, pues coincidió en el tiempo con el surgimiento de una amplia oposición en Indonesia a la guerra de agresión de EEUU contra Iraq –que se materializó en una masiva manifestación de casi un millón de personas en Yakarta en contra de la guerra–, que obligó al gobierno indonesio a criticar abiertamente a Washington. Pese a que dicho gobierno es normalmente muy comedido en sus comentarios, en esta ocasión calificó el ataque estadounidense de "acto de agresión" y "violación de la ley internacional". Aunque uno de los objetivos de estas declaraciones era, sin duda, el de buscar una sintonía con la opinión de la gran mayoría de la población indonesia, también fueron un reflejo del descontento de Yakarta por su situación de dependencia política y militar de EEUU, en un momento en el que Washington mantiene una política agresiva a nivel intenacional, y, muy especialmente, hacia los países de Oriente Medio.
Durante su visita a Moscú, Megawati y Putin firmaron una declaración en la que, en una crítica implícita a la política exterior estadounidense, llamaban a "reforzar el papel de la ONU y dar prioridad a los principios del Derecho Internacional, tales como el respeto por la soberanía nacional, la integridad territorial y la no interferencia en los asuntos internos de los estados".
Desde que la Administración Bush llegó al poder en el año 2001, ha intentado despejar el camino para la reanudación de las relaciones militares entre Washington e Indonesia. El pasado mes de agosto, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, anunció que EEUU había aprobado un programa de entrenamiento en tácticas antiterroristas para el Ejército y la policía de Indonesia por valor de 50 millones de dólares. En enero, el Senado de EEUU aprobó asimismo una ayuda de 400.000 dólares destinada al entrenamiento de oficiales en el marco del programa Educación y Entrenamiento Militar Internacional (IMET), siendo ésta la primera financiación de este tipo desde 1991.
Sin embargo, el programa IMET ha sufrido retrasos debido a que el Congreso de EEUU ha querido utilizarlo como una forma de presión para que Indonesia realice una investigación efectiva sobre la muerte de tres personas, incluyendo dos norteamericanos, en Papúa en agosto de 2002. Indonesia se vio así privada de la posibilidad de adquirir los repuestos que necesitaba.
Expresando la frustración de los militares indonesios por la actitud estadounidense, Yuwono Sudarsono, antiguo ministro de Defensa indonesio, declaró el pasado 17 de abril al diario Yakarta Post que "podría ser más fácil conseguir armas en Rusia que suplicar al Congreso de EEUU que nos permita reparar nuestros aviones F-16". Por su parte el analista Nurcholis Mayid declaró al mismo diario que "es necesario un contrapeso, no porque consideremos a EEUU un "poder maligno", sino simplemente porque es importante mantener un equilibrio".
No cabe duda, en este sentido, que la visita de Megawati a Moscú estuvo dirigida a buscar otra alianzas. Aunque dicho viaje no recibió prácticamente ninguna cobertura en los medios de comunicación de EEUU, es seguro que la Administración Bush habrá tomado buena nota de él.
La reacción de EEUU ante esta aproximación de Rusia hacia el mundo islámico ha venido dada por la reciente visita de Bush al Sudeste Asiático, en especial a Malasia e Indonesia, y por el fortalecimiento de sus lazos militares con Arabia Saudí, por vez primera desde los atentados del 11-S. Sin embargo, la entrevista de Bush con Mahathir se vio dominada por los reproches de Bush al primer ministro de Malasia por las declaraciones de éste último acerca del "dominio que los judíos ejercen sobre varias grandes potencias". En ese mismo viaje al Sudeste Asiático, Bush visitó Tailandia y declaró que este país era uno de los principales aliados de EEUU fuera de la OTAN.
Otro dato importante a tener en cuenta es la mejora de relaciones entre Rusia y Arabia Saudí, expresada por la reciente visita del príncipe heredero de este país, Abullah ibn Abdul Aziz, a Moscú. Existen en la actualidad factores de tipo político, económico y geoestratégico que empujan a ambos países a buscar una aproximación al otro. Para Moscú y sus compañías, la intensificación de las relaciones económicas con Arabia Saudí puede compensar en parte la pérdida del mercado iraquí tras la invasión de EEUU. Por otro lado, Moscú considera que Arabia Saudí tiene influencia en el conflicto de Chechenia debido los vínculos que unen a los rebeldes chechenos con los países del Golfo. El gobierno saudí ha reconocido que Chechenia forma parte de Rusia y ha señalado que su ayuda a los refugiados chechenos es únicamente de tipo humanitario. No cabe duda de que Moscú quiere cortar la ayuda financiera a estos rebeldes para obligarles a aceptar alguna solución que le beneficie, y poner fin así al conflicto.
Putin también espera que Arabia Saudí ayude a Rusia a conseguir el estatus de miembro observador dentro de la OCI. Rusia considera que su estrecha relación con Irán y sus crecientes vínculos con Indonesia, Malasia y Arabia Saudí pueden despejar el camino para la adhesión a esta organización y para el desarrollo de vínculos con todo el mundo musulmán.
Arabia Saudí, por su parte, tiene interés en establecer una cooperación con Rusia en el terreno de la energía, en especial del petróleo y el gas. Rusia es el mayor productor del mundo de ambos recursos, y el segundo exportador mundial de petróleo, tras la propia Arabia Saudí. Los respectivos ministros de Energía de ambos países, Igor Yusufov y Ali al Naimi, fimaron en Moscú un acuerdo sobre cooperación en este terreno, que les permitirá coordinar el suministro de petróleo a los mercados mundiales. Esto ayudará, sin duda, a mantener el precio del crudo a un nivel conveniente para ambos.
El viaje de Abdullah a Moscú fue también un gesto dirigido a EEUU. Riad desconfía de la presencia de los extremistas neoconservadores, de tendencia pro-Likud, en la Administración norteamericana y sabe que algunos de ellos desean dañar a toda costa las relaciones existentes entre EEUU y Arabia Saudí. Con su viaje a Rusia, Abdullah busca equilibrar la influencia norteamericana en la región, diversificar sus fuentes de armamento e indicar a Washington que tiene otras opciones estratégicas además de la alianza con EEUU.
En conclusión, cabe decir que la incorporación de Moscú a la OCI y sus crecientes lazos con varios países islámicos proporcionarán a Moscú una mayor influencia internacional y un mayor margen de maniobra en regiones como el Sudeste Asiático, el Asia Central, el Golfo Pérsico o incluso el Cáucaso. Hay que señalar que uno de los artífices en la preparación del viaje de Abdullah a Moscú fue Serguei Karaganov, presidente del Comité Ruso de Política Exterior y de Defensa, y asesor del gobierno ruso. Karaganov dijo que la visita real saudí había sido "muy productiva". Significaticamente, él es un conocido partidario de una política de firmeza con respecto al conflicto de Chechenia y a las relaciones con Georgia y Azerbaiyán.
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