lunes, 5 de diciembre de 2016

Terrorismo en Francia: Mercenarismo sionista-saudí allana terreno a la OTAN

A quienes asoman a la realidad con lo ocurrido en París la noche del viernes 13, habría que recordarles que el Daesh o ISIS o Estado Islámico (EI) que se ha “adjudicado” la autoría de los actos terroristas, está integrado por mercenarios organizados, entrenados y financiados por la alianza sionista-saudí que dirige EEUU, desde fines del siglo pasado.
El Estado Islámico (EI) nada tiene que ver con los árabes, ni con los persas, ni con los musulmanes o el Islam. A no ser, en este caso, con la ambición sectaria y extremista del reino Saudí y del Emirato de Qatar de querer imponer al mundo árabe su versión espuria del Islam denominada “wahhabismo”, utilizando a sus mercenarios “takfiristas”.
Estos, juntos, a los mercenarios israelíes, estadounidenses, europeos y del resto del mundo forman el autodenominado Estado Islámico que ha sembrado el terror en París. Lleva a cabo los genocidios en Siria, en Irák, en Libia y el exterminio de musulmanes, cristianos, yazidíes, kurdos y otras minorías étnicas y religiosas.
Lo de París y sus efectos esperados
Es un acto terrorista. No es “una guerra” como proclama el presidente francés. Un acto planificado, premeditado. Nada distante en su concepción, alcances y parafernalia de aquél perpetrado por los mismos actores el 11 de Setiembre del 2001 contra las Torres Gemelas en Nueva York. Éste sirvió para justificar la invasión de Afganistán primero y, hasta hoy, para la destrucción y usurpación de Irák como objetivo principal.
Ahora se trata de Siria. Y la urgencia es inminente. Los avances alcanzados con los ataques combinados de Rusia y Siria contra los “yihadistas” mercenarios del Estado Islámico (euro-estadounidense-israelí-saudí) han puesto en riesgo la estrategia geo-política, económico-financiera y militar-religiosa de esta alianza y sus principales objetivos: Derrocar al Presidente Bashar al Assad e instaurar un gobierno títere que asegure el desmembramiento de Siria y el fin del apoyo ruso; asegurar la hegemonía israelí en el Levante Mediterráneo y el exterminio palestino; imponer el “wahabismo” y garantizar la invasión a Irán; cercar a Rusia; aislar a China.
Desde el punto de vista integracionista y financiero: Acabar con el BRICS; con su Banco para el Desarrollo que es una alternativa a la dupla FMI-BM y a las imposiciones estadounidenses y europeas sobre política económica, crecimiento y desarrollo en los países emergentes; frenar el avance del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) y de la Corporación de Shangai, ambos liderados por China.
Económicamente, se trata de asegurar la usurpación de las ingentes riquezas energéticas y mineras de Oriente Medio y del Magreb Africano; asegurar el control comercial en los “cuatro mares”, el Océano Índico y el Mar de China; manejar el comercio de las drogas; invadir y controlar el Ártico desplazando a Rusia.
Si hubiera que hablar de “guerra”, esta es la que tienen Estados Unidos, sus aliados europeos, Israel y las monarquías árabes contra Oriente Medio, Rusia y China. Así está escrito en las “doctrinas de guerra” que vienen desde Reagan hasta Obama, sin querer decir que alguno de éstos, o los Bush, o Clinton hayan pensado siquiera una línea.
El efecto inmediato
Lo ocurrido en París le da a los aliados sionistas-wahhabistas la oportunidad de llegar a la Cumbre del Grupo de los Veinte (G20) en condiciones de boicotear la ratificación de los recientes acuerdos de Viena que fija la posición ruso-iraní para encontrar una solución negociada al conflicto sirio con la convocatoria a elecciones anticipadas. Elecciones que podría contar con la participación del propio presidente Bashar al Assad como candidato y debe preservar la autonomía y libertad del pueblo sirio. Cosa que la alianza sionista-wahhabista no tolera y aboga por su derrocamiento inmediato y la imposición de un gobierno provisional bajo su control.
La Cumbre G20 reúne a las 20 economías más poderosas del planeta. Está destinada a discutir los problemas de la economía y las finanzas desde una perspectiva geopolítica, privilegiando la perspectiva de quienes controlan esos poderes. En el 2014, entró en Agenda el problema de Ucrania y para este año está previsto tratar el problema de la pacificación en Siria. Cuestión que confronta ahora lo ocurrido el viernes 13 en París. Por lo pronto, el presidente francés no acudirá a la Cumbre a realizarse esta vez en Turquía. Obama, obedeciendo órdenes de sus amos, ha convocado previamente al Consejo de Seguridad de la ONU con el propósito de ejercer presión sobre los Estados que concurrirán a la Cumbre. El presidente turco volverá a insistir en que la OTAN y la ONU declaren una “zona de exclusión” en su frontera con Siria para facilitar, el apoyo sionista-wahhabista al Estado Islámico en su lucha contra el gobierno sirio y para exterminar a los kurdos. Cosa que en la práctica ya viene haciendo Estados Unidos y sus aliados.
Ante el fracaso de Estados Unidos en la Conferencia de Viena sobre Siria el último 30 de Octubre las élites sionistas apresuraron la acción de sus mercenarios radicados en Francia y de los recientemente infiltrados con el cuento de los “refugiados” en toda Europa. Generar el terror y el caos para instar a sus aliados europeos al “combate conjunto contra actos de guerra” como el ocurrido en París es el propósito que EEUU necesitaba antes de la Cumbre del G20.
Los muertos importan poco
Lo de París, era previsible. Que fuera Francia y no otro de los Estados europeos responde fundamentalmente a cómo y con quién la alianza sionista negocia los escenarios para este tipo de actos. Decidido esto se van generando las condiciones. En este sentido, la revista satírica francesa Charlie Hebdo ha jugado un rol clave con sus ataques sistemáticos a la memoria e imagen del profeta Mahoma. Está también la “ofensiva” francesa contra el grupo mercenario del Estado Islámico conducido por Boko Haram para rescatar a 230 niñas “secuestradas” de una escuela local en Nigeria. No son los únicos antecedentes. Pero sirven para ilustrar el sentido de mi reflexión.
Producido el acto terrorista, importa poco quienes mueran o resulten heridos. Esto es histórico en la moral judeo-sionista. No importó cuando Francia junto a Bélgica apoyó el genocidio en Ruanda de más de un millón de hombres, mujeres, niños y ancianos. Tampoco cuando la invasión francesa (con la venia de la ONU) a Mali en el 2013-2014. O cuando lo de las Torres Gemelas. ¿Por qué tendría que importar ahora? La lógica del poder sionista no tiene que ver con el dolor humano.
Parafernalia mediática para distorsionar la realidad
Como es usual cuando ocurren hechos como el de París, la prensa decadente se ocupa antes que a informar a instrumentalizar cuanto elemento, dato o símbolo sirva para desorientar la opinión de sus usuarios. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se dice que los terroristas estaban armados con fusiles Kalshnikov o AK 47 de fabricación rusa; que uno de los terroristas abatidos fue identificado y junto a él se encontró un pasaporte sirio y uno egipcio junto a otro que se inmoló; que todos los terroristas fueron abatidos; pero otro medio dice que los terroristas se inmolaron; y otro, que la investigación “busca encontrar” a los autores. Acordonar los lugares de los ataques es otra medida eficaz, así como infundir el miedo colectivo prohibiendo la libre circulación de las personas. Algo similar ocurrió el 11 de setiembre.
Se dice que el ataque en las inmediaciones del estadio ocurrió durante un partido de fútbol entre Francia y Alemania programado con anterioridad y al que asistió el propio presidente francés. La segunda detonación obligó a “evacuar” al presidente. Me recuerda al ex-presidente Bush que andaba de visita en una escuelita mientras “un avión suicida” se estrellaba contra una de las Torres Gemelas. Recién cuando se estrelló el segundo, fue “evacuado” hasta la Casa Blanca.
Se dice que un presunto terrorista acababa de llegar a París desde Serbia a donde entró como “refugiado”. Otro, fue despojado de su chaleco explosivo al ser descubierto antes de ingresar al estadio para ver el partido Francia-Alemania. Supongo les pareció que se trataba de un chaleco para celebrar el triunfo del equipo de su simpatía.
La fiscalía de París le enmienda la declaración al Estado Islámico. Dice que fueron tres organizaciones extremistas que coordinaron entre sí las acciones terroristas.
Ningún integrante de la banda estadounidense de rock que tocaba en Le Bataclan habría sufrido daño alguno. El grupo se llamaba “Águilas del Metal de la Muerte”. En cualquier caso, lo que más le importa a la prensa decadente es decir que Bataclan forma parte de la frivolidad parisina desde su fundación en 1865, a la que asistió Napoleón III y su española esposa la emperatriz Eugenia de Montijo; que su nombre deriva de Ba-ta-clan, una opereta de temática oriental estrenada en 1855 por el popularísimo Jacques Offenbach (…) Los muertos y heridos no importan.
Sobre la fecha del atentado, la prensa se cuidó muy bien de decir sólo Viernes. No recuerdo que algún medio dijera “Viernes 13”. Tal vez esto signifique algo para los iniciados. Igual cuando asesinaron a Kennedy o el 11 de septiembre el número 13 aparecía como una constante.
Al día siguiente del tiroteo en Le Bataclan llegó un pianista a interpretar una pieza de John Lenon. En la cola del piano que utilizó aparecía grabada la “runa Algiz” invertida dentro de un círculo. La runa Algiz que se remonta a los vikingos y germanos semeja, con tres trazos, un hombre de pie con los brazos abiertos. Dicen, significa vida, creación, protección, buen discernimiento, rechazo del mal. Invertida, significa muerte, destrucción, venganza, condenación para siempre. El círculo significa eternidad. Así lo usan los judíos sionistas.
Y para terminar, el Papa no se quiso quedar atrás. Cual agorero apocalíptico dijo que los ataques terroristas perpetrados “este viernes” en París “son parte” de la tercera conflagración bélica mundial. ¿Se lo dijo el Dios jesuítico-sionista?

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