viernes, 27 de enero de 2017

Slim arropa a Peña Nieto en las negociaciones con Trump
Las primeras acciones de Donald Trump al frente del gobierno de Estados Unidos son regresivas, en busca de un pasado industrial glorioso de principios del siglo XX que ya no empatan con los cambios de civilización moderna; son precipitadas y con él se debe negociar de manera distinta a la ortodoxia, recomienda Carlos Slim Helú al gobierno de México.
Foto: Reuters
La retórica hiriente y agresiva de Donald Trump contra México y el TLCAN logró que Carlos Slim también saliera en la defensa de los intereses mexicanos. Hacía más de un año que el primer empleador del país no convocaba de manera inesperada una noche antes a la prensa; sólo había asistido a tres foros con invitación expresa y esta vez habló desde su oficina en Palmas, al poniente de la ciudad.
Slim Helú, que podría encarnarse como la antítesis del proteccionista Trump por su discurso pragmático y de libre mercado, había intentado en las últimas semanas moderar su discurso frente al magnate republicano luego que éste consiguió poner un pie en el despacho oval tras la votación de noviembre. Pero la cargada a tuitazos madrugadores de Trump devolvió el ánimo al jefe de la familia Slim para combatir las políticas populistas del ahora 45 presidente de los Estados Unidos, como aquella de gravar con un impuesto del 20% a las mercancías que crucen la frontera hacia el vecino del norte.
Carlos Slim, cuyas empresas ofertan más de 250,000 empleos en el país, reconoció la unidad de los mexicanos ante los dichos acciones del republicano Donald Trump. Los convocó identificar la manera de responder a la “hiperactividad del presidente” de los Estados Unidos que se encuentran en los libros escritos por Trump; a fortalecer la política económica, el mercado interno, así como a promover acuerdos comerciales con otras naciones y a establecer nuevos mecanismos para controlar el tipo de cambio peso-dólar.
“Esta unidad nacional para mí es sorprendente y el mayor gusto de mi vida, que no la había visto ni en el sismo de 1985. Esta actitud del pueblo mexicano, anteponiendo la unión, es sorprendente ante este desafío”, fue lo primero que Carlos Slim afirmó a la prensa este viernes.
Los mexicanos han aprendido que la unión hace la diferencia ante los desafíos que siempre ha representado un Estados Unidos con su aliento en la garganta de México.
La desunión ha traído las peores consecuencias para México”, dijo. “En 55 años después de la Independencia hubo nueve constituciones, cinco guerras con potencias extranjeras y cuatro pérdidas de territorio. Hemos aprendido y por supuesto, unidos somos más fuertes. Hay que mantener una posición de fuerza, sin enojos, pero sin entregarnos. Sabemos cuáles son las intenciones de Estados Unidos y su gobierno, les recomiendo a todos leer su libro. (Donald Trump) está tocando, a ver si hay alguna debilidad. No va poder negociar por Twitter”, declaró Slim al mismo tiempo que Trump recibe en su despacho a Theresa May, la primera ministra británica con ideología proteccionista, igual a Trump.
Carlos Slim fue muy crítico con el tono de Donald Trump hacia México durante la campaña electoral de Estados Unidos; cuatro días antes de la elección presidencial para el sillón de la Casa Blanca, Slim afirmó que un gravamen de 35% a las importaciones, como entonces planteó el republicano, “destrozaría” a la economía estadounidense. Esa afirmación también fue una respuesta a los dichos del candidato acerca de que el periódico The New York Times, donde Slim es accionista, hacía lobby en favor de su oponente demócrata Hilary Clinton y de los intereses del mismo Slim.
“Los efectos serían muy graves para Estados Unidos, que importa bienes de consumo de todo el mundo. Si (Donald Trump) grava con un impuesto del 35% las importaciones, y todos las compras que se hagan aumentan un 15 o 20%, por ejemplo, destrozaría la economía con una inflación brutal”, fue entonces la declaración de quien detenta una de las fortunas más grandes del planeta.
Unos días después, la reunión de los dos personajes en una discreta cena en Mar-a-Lago, Florida, perfiló que las diferencias Slim-Trump habían quedado zanjadas; incluso se pensó que Carlos Slim había abogado por México en aquella cena con el todavía presidente electo.
Y Slim mandó un guiño a Donald Trump a través de los medios: “Estados Unidos le irá bien con el nuevo mandatario. Si la economía crece al 4%, si baja los impuestos a la clase media, hace inversiones en infraestructura y crea 25 millones de empleos, eso será fantástico también para México”, platicó en un foro organizado por la agencia Bloomberg. “(Slim) es una magnífica persona”, se había referido Trump desde un comunicado.
Sin embargo, hoy otro fue el discurso. El empresario también vela por los intereses de sus empresas que directamente hacen negocios en Estados Unidosy aquellas que afincadas en México negocian con estadounidenses.
“No ha habido más comunicación con él. Ni yo lo he buscado, ni él a nosotros”, contó al respecto de la cena con Trump en Florida.
Sólo en el sector de las telecomunicaciones, Slim maneja una compañía telefónica que atiende a 26.5 millones de clientes en Estados Unidos; es TracFone y ésta facturó 1,900 millones de dólares en el tercer trimestre del 2016. Más recientemente, el empresario anunció la creación del canal Nuestra Visión en televisión abierta y dirigido a la comunidad hispanoparlante que vive en aquél país.
El tipo de cambio va y viene y el peso parece entrar en llamas con cualquier declaración de Trump y eso Carlos Slim lo entiende. Sabe que Donald Trump tiene a México en la mira. Sabe que muchos de los mayores miedos de México pueden convertirse en realidad:
Que los mexicanos paguen por un muro fronterizo cuyo costo puede rondar los 25,000 millones de dólares o que obligue a una renegociación contrarias a los intereses de México; que el magnate imponga restricciones a la inversión —ya logró que Ford cancelará inversiones por 1,600 millones de dólares en una planta de San Luis Potosí y se perdieran 2,800 empleos directos—, y también está la posibilidad de deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados. Y por el último, la depreciación del peso, que por un lado puede abaratar las exportaciones, pero también provocar una pérdida del poder adquisitivo de los mexicanos.

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