miércoles, 29 de marzo de 2017

contra el asesinato de Basel al Araj


Traducción para Rebelión de Matías Bru.
Es crucial identificar a las fuerzas –israelíes y palestinas– que han hecho posible el asesinato de un líder popular como Basil al Araj.Hace una semana, el bullicio de las calles de Ramala quedó interrumpido por el clamor juvenil contra el asesinato de Basel al Araj. En los gritos de protesta de la multitud latía la ira, el dolor y la indignación como explosión del resentimiento hacia los poderes que continúan oprimiendo y estrangulando a los palestinos.
Aunque la policía palestina no estuviera presente como suele ser el caso en este tipo de protestas su ausencia no es más que una fachada. Una joven gritó: “Los títeres de Oslo no están aquí”. “Vendrán por nosotros", respondía otro. “Tienen que proteger a Israel, ya sabes”.
En las primeras horas del lunes por la mañana, soldados israelíes allanaron la vivienda donde se escondía Basil y tras de dos horas de enfrentamiento armado salieron arrastrando su cadáver. Dejaban atrás un piso torpedeado con la ropa de Basil esparcida sobre su cama destruida, azulejos manchados de sangre y una pila de libros sobre un estante de madera destrozado.
Después de que la Autoridad Palestina (AP) lo encarcelase el año pasado junto con otros dos jóvenes acusados de poseer armas sin licencia y de planear atacar objetivos israelíes, Basil fue torturado y se puso en huelga de hambre porque la AP prolongó su detención durante meses sin que hubiera cargos contra él.
La AP utilizó a Basil y a los otros jóvenes que habían detenido como símbolo de su compromiso con la coordinación en materia de seguridad con Israel. Pocas semanas después de su liberación de las prisiones de la AP, los mismos jóvenes fueron detenidos de nuevo por las fuerzas israelíes y Basil se vio obligado a esconderse y a perder todo contacto con su familia.
Contra los intelectuales desde hace décadas
Mientras los familiares y amigos de Basil intentan afrontar su triste pérdida es crucial identificar a las fuerzas que hicieron posible su asesinato. Basil encarnaba al combatiente palestino dotado de capacidad intelectual y de un destacado perfil. Solía decir: “si no luchas, tu inteligencia no sirve de nada”.
Son intelectuales como Basil quienes inspiran el temor israelí no solo por lo que representan sino por el potencial movilizador que propagan en el esfuerzo colectivo para acabar con la ocupación. El temor de Israel se ha traducido desde hace décadas en la definición de los intelectuales palestinos políticamente comprometidos como objetivos a los que asesinar, desde Ghassan Kanafani hasta Kamal Nasser. Israel pretende acabar con la conciencia palestina y con sus ansias de liberación.
Los palestinos conocen de sobra el papel que desempeña la AP para contentar al colonialismo israelí atacando a las voces palestinas disidentes. Recientemente en una protesta popular ante el Tribunal de Ramala, [las fuerzas de seguridad de la AP] respondieron cargando con bombas de gas, golpes y violencia. En medio del caos, una joven palestina tuvo que pedir a gritos a la policía palestina que dejaran de golpear a un hombre que era el padre de Basil: “¡Es el padre del mártir!”. Mahmoud al-Araj tuvo que ser conducido al hospital después de sufrir lesiones. La AP detuvo a otros cuatro hombres, entre ellos Jader Adnan, conocido también por su huelga de hambre.
Oh mártir, ve y descansa
La protesta del domingo –y la reacción de la AP– ponen de manifiesto una vez más hasta dónde es capaz de llegar la AP para preservar su relación con Israel y mantenerse en el poder aunque ello suponga aplicar la misma estrategia represiva, tan familiar para los palestinos, que aplican las fuerzas israelíes.
En el pasado, cuando la población palestina lloraba el asesinato de sus mártires, líderes, e intelectuales, era costumbre cantar: “Oh mártir, ve y descansa, nosotros continuaremos la lucha”. Antes de que los Acuerdos de Oslo secuestrasen la Primera Intifada, el objetivo medular de la lucha era el régimen colonialista israelí. La Palestina actual, sin embargo, tiene que combatir contra el caleidoscopio de las múltiples facetas del colonialismo. Lo más inquietante de todas ellas es la función de la propia AP. Fue la administración provisional de los Acuerdos de Oslo interinosque han acabado siendo siendo permanentes la que dio origen a la coordinación con Israel en materia de seguridad que Mahmud Abbas califica de “sagrada”. Justo es calificar a Basil como “mártir de la coordinación de seguridad”. Su sangre derramada en los viejos azulejos de su hogar, en la escalera y en el cemento del edificio donde vivía en Al Bireh, ilustra de manera flagrante lo que Israel puede conseguir gracias a la coordinación de la seguridad con la AP.
El Caballo de Troya de Oslo
Esta estrategia no es nueva ni exclusiva de la época de Abbas. Desde su creación, Israel ha confiado en el reclutamiento de palestinos como colaboradores para contrarrestar cualquier resistencia palestina y toda iniciativa de movilización popular. La medalla de oro israelí al reclutamiento, su colaborador definitivo, sigue siendo la AP. Con ella, Israel no sólo se asegura una fuente sostenida de información sino que además impone a los palestinos un régimen autoritario y opresivo seducido con promesas de poder y gobierno. Al alimentar a la AP con aspiraciones de liderazgo y de todos los atributos que ello implica, Oslo y sus corolarios sirvieron, cual caballo de Troya, para fragmentar aún más la lucha.
La disparidad entre las ambiciones de la AP y las de los palestinos no representa solo una división simbólica. Es, en el sentido más literal, una fractura sangrienta. La semana pasada fue Basil. Esta semana, ¿quién será? El resultado final siempre pasa por sacrificar a nuestros jóvenes mediante el asesinato o las cárceles.
Luchando contra los obstáculos de la opresión
A pesar de los horrendos crímenes que comete en casa, la AP se presenta ante la comunidad internacional como representante legítima del pueblo palestino. Sin embargo, con Cisjordania y Gaza en conflicto, sin que los palestinos en el exilio o en Israel hallen a nadie que represente sus reivindicaciones, y con el despotismo que impera en la región, la AP ha conducido a los palestinos al sendero de la decepción, la represión y la fractura.
Después de las palizas que soportaron el domingo, los manifestantes se movilizaron de nuevo el lunes. La multitud coreaba en Ramala y un cartel en la manifestación rezaba: “La única solución es la disolución de la AP”.
Aunque la historia nos enseña que ninguna lucha anticolonial triunfa sin el sacrificio y la pérdida de vidas, como pueblo que sabe expresar su dolor en mil imágenes, anhelamos tener que dejar de llorar la pérdida de más seres queridos y poder disfrutar del fin de la opresión que ahora también nos impone la AP.
Mariam Barghouti es escritora y comentarista palestina de Ramala. Sus escritos han aparecido en The New York Times, Al-Jazeera English, Huffington Post, Middle East Monitor, Mondoweiss, International Business Times y otros.

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