miércoles, 29 de marzo de 2017

Tomado de: 100 mitos de la historia de México.
Autor: Francisco Martín Moreno
Paginas: 73-79

El 14 de Diciembre de 1859 Melchor Ocampo y Robert McLane suscribieron el proyecto de un tratado diplomático entre México y los Estados Unidos. A primera vista, ninguno de los artículos del tratado favorecía a nuestro país. Benito Juarez, al parecer, había permitido que, a cambio de cuatro millones de dólares -dos de los cuales quedarían en las arcas estadounidenses para cubrir las injustas e interminables reclamaciones de guerra-, los gringos obtuvieran los derechos de paso por el Istmo de Tehuantepec y por Sonora -de Guaymas a Nogales-; asimismo, el documento abría la posibilidad para ambos países de auxiliarse militarmente, según determinadas circunstancias. Así pues, todo parece indicar que el tratado McLane-Ocampo entregaba la soberanía de una parte del territorio nacional a cambio de un par de millones de dólares.
  Juarez, entonces, se comporto igual que Antonio Lopez de Santa Anna, el mayor vende patrias de nuestra historia? Aunque la respuesta es un NO! rotundo, la iglesia católica y los conservadores han insistido en que Juarez traiciono Mexico al permitir que se suscribiera el Tratado McLane-Ocampo. Este mito debe ser aclarado, pues solo así podrán comprenderse los verdaderos fines que animaron a Juarez a suscribir ese documento.

  LAS MENTIRAS, LAS FALSAS IMPUTACIONES

Desde 1860 los profesores de las escuelas religiosas y los historiadores clericales han difundido la mentira de que Juarez traiciono a México con el Tratado McLane-Ocampo. Curiosamente, en cada una de sus palabras aun se percibe el eco del Manifiesto que Miguel Miramon publico el 1 de Enero de 1860. En la parte medular de este documento -cuyo original se encuentra en el Archivo General de la Nación- se lee lo siguiente:
 Por medio de su gobierno establecido en Veracruz, [los liberales] intentan vender la integridad, el honor y la seguridad de la patria, por un tratado infame que deja en la frente de las personas que lo firman, un sello indeleble de traición y de escandalo. [El tratado] se contrae a concesiones de territorio o de vías de transito para los ciudadanos y tropas de los Estados Unidos, que arruinarían nuestros puertos y nuestro comercio y que servirían a aquella república para irse extendiendo sobre nuestro país.

Sin embargo, lo que el general Miramon afirmaba en su Manifiesto era solo una cortina de humo que pretendía ocultar la verdad [Esto según Francisco Martín Moreno]

LA VERDAD SOBRE EL TRATADO MCLANE-OCAMPO

Cuando estallo la guerra de Reforma a causa del violentisimo rechazo de la iglesia católica y de los conservadores a la Constitución de 1857, los ejercitos liberales y los conservadores-eclesiásticos iniciaron una lucha feroz que ensangrento el suelo mexicano. Luego de dos a;os de batallas ninguno de los bandos se alza a con la victoria. Por ello, un ano antes de que se suscribiera el Tratado McLane-Ocampo los clericales y los archiconservadores decidieron buscar el apoyo de Francia y España para derrotar a sus enemigos y provocar el retroceso político, económico y cultural de nuestra patria. Los clérigos y los conservadores estaban dispuestos a conceder todo lo que fuera necesario y aun mas, por medio del Tratado Mon-Almonte -suscrito el 26 de Septiembre de 1859, es decir, tres meses antes que el de McLane-Ocampo-, el cual les proporcionaría los recursos y apoyos necesarios para enfrentar a los liberales, después de reconocer las deudas reales y ficticias que nuestro país tenia con España y Francia.
  Para los liberales esta situación era mucho mas que peligrosa: si Francia y España se sumaban a la iglesia y a los conservadores mediante el Tratado Mon-Almonte, el futuro de la República estaba perdido. Así, a finales de 1859, Benito Juarez se vio obligado a buscar una alianza con el gobierno estadounidense. La situación era difícil, ya que, como lo señala José Manuel Villalpando:

  [los] estadounidenses no darían su apoyo a cambio de nada, razón por la cual Juarez admitió, en Veracruz, las negociaciones con el enviado estadounidense, Robert McLane, a quien su gobierno dio instrucciones precisas de negociar un tratado ventajoso para ellos a cambio de la promesa de suministrar armas y dinero y, si se daba la ocasión, incluso de intervenir militarmente a favor de los liberales.

Juarez y Melchor Ocampo, que en aquellos momentos era el ministro de Relaciones Exteriores, tenían claro que las pretensiones estadounidenses eran desmesuradas -desde el inicio de las negociaciones los gringos insistían en comprar la península de Baja California-, pero también sabían que era fundamental detener el inminente ataque de las fuerzas clericales y conservadoras a Veracruz, donde se había refugiado el gobierno republicano, ya que Miramon -gracias al respaldo económico de la iglesia y de España- contaba con un poderoso ejercito y con el apoyo naval necesario para atacar a los liberales.
  El Benemérito sabia que no podía ceder ni un solo metro del territorio nacional -pues el, a diferencia de Santa Anna, tenia solidas convicciones patrióticas-, por lo tanto, durante las negociaciones con McLane se negó a ceder la península de Baja California, aunque otorgo el libre transito de las mercancías estadounidenses. El Tratado McLane-Ocampo no establecía obligaciones para México en el sentido de entregar ni un solo metro cuadrado del suelo Patrio! Por lo tanto, los conservadores y los historiadores oficiales registrados en las generosas nominas del clero mienten al acusar a Juarez de haber vendido a los extranjeros una parte del territorio nacional. Incluso, la insistencia de Juarez de que se ratificara el tratado tenia -además de las razones políticas que analizare mas adelante- un sentido estrictamente económico: el paso por el Istmo de Tehauntepec permitiría establecer polos de desarrollo marítimo, ferrocarriles, comercial e industrial en el trayecto de Coatzacoalcos a Salina Cruz, un hecho que, sin duda, garantizaría la prosperidad de una de las regiones mas pobres del país.
  Asimismo, con la firma del Tratado McLane-Ocampo el gobierno jurista logro un acuerdo fundamental: ambas naciones quedaron comprometidas a auxiliarse militarmente. La victoria era clara: se había conseguido la ayuda estadounidense para derrotar a la iglesia y a los conservadores, y como dijo Patricia Galeana en su conferencia "Las Leyes de Reforma y el Tratado McLane-Ocampo": "este acuerdo permitió el reconocimiento de Estados Unidos al gobierno liberal de Benito Juarez y, con ello, evito que el régimen republicano desapareciera"
  Sin embargo, no debe pensarse que la habilidad diplomática de Benito Juarez y Melchor Ocampo se limito a la obtención del reconocimiento del gobierno estadounidense a cambio del derecho de transito por algunas franjas del territorio mexicano. El acuerdo, para tener vigencia, debía ser ratificado por el congreso de ambas naciones, lo cual les dio a los liberales un buen tiempo para prepararse: con el país en guerra, el Congreso no podía sesionar, y cualquier acuerdo se pospondría hasta la victoria sobre la iglesia y los conservadores. Los hechos propiciaron que la ratificación de los acuerdos fuera innecesaria: el clero y los conservadores fueron derrotados y el Congreso estadounidense no ratifico el tratado, porque sus integrantes solo vieron en el nuevas anexiones territoriales que fortalecerían a los estados esclavistas que ya se preparaban para la guerra de secesión.
  Juarez tenia un as bajo la manga para ganar tiempo!, y el tratado nunca fue ratificado!, por lo cual, en términos estrictamente jurídicos, nunca existió! McLane suscribió la nada jurídica, mientras que Juarez y Ocampo le amarraron las manos a los norteamericanos , pues el tratado solo permitía la intervención militar si se obtenía el consentimiento del gobierno liberal, el cual jamas aceptaría una moción de esa naturaleza.
  Juarez, a diferencia de la iglesia y de los conservadores, no fue un vendepatrias, aunque a fuerza de mentiras sus eternos enemigos traten de utilizar el Tratado McLane-Ocampo para acusarlo. Juarez sabia que si vendía Baja California obtendría millones de dólares y que con tales recursos podría aplastar a los reaccionarios, pero ni así estuvo dispuesto a vender el territorio. Como acusarlo de traidor por entregar al país a los gringos a través del tratado cuando nunca vendió nada y si se preservo la soberanía? Si hubiera sido, un traidor habría repetido las acciones de Santa Anna, de Su alteza Serenísima, el peor enemigo en la historia patria, y habría tenido muchas oportunidades de echar mano de cualquier recurso para derrotar a los reaccionarios y hacerse del poder. Acaso Juarez no habría podido tener conversaciones secretas, como las tuvo Santa Anna, con el presidente Polk para vender parte del territorio y ganar dinero en lo personal, volviéndose, además, inamovible políticamente después de barrer a sus enemigos? Juarez no era un bandido ni un traidor como Su Bajeza. Su conducto es una evidencia de honestidad. El siguiente texto, redactado por el propio zapoteco, deja constancia de ello:

  La idea que tienen algunos [...] de que ofrezcamos parte del territorio nacional para obtener el auxilio indicado, es no solo antinacional sino perjudicial a nuestra causa [...] que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar ese atentado, entregando voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apoderara de algún punto de nuestro territorio y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo de el, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las generaciones que nos sucedan lo recobren.

Benito Juarez, le pese a quien le pese, no fue un traidor, y el Tratado McLane-Ocampo resulto una jugada política de grandes alcances que contribuyo a la derrota de la iglesia y de los archiconservadores.

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