El Estado Islámico reivindica el atentado en Egipto
La matanza del viernes se produjo en pleno estado de emergencia, tras el doble atentado en Domingo de Ramos que acabó con 45 personas
Iban vestidos de uniforme militar y abrieron fuego al paso de un microbús de cristianos coptos, en su mayoría niños, que se dirigían hacia un día de asueto en el monasterio de San Samuel. La minoría cristiana egipcia volvió a padecer este viernes un ataque apenas 47 días después de que un doble atentado se cobrara la vida de 45 fieles en dos iglesias del norte del país. El Estado Islámico ha reivindicado esta mañana el atentado.
La emboscada se produjo a primera hora de la mañana en una zona desértica de la provincia de Minya, a unos 300 kilómetros al sur de El Cairo. "Es horrible. No puedo describir lo que ha pasado ni cómo ha quedado el cuerpo de las víctimas", relató vía telefónica a EL MUNDO Mark, un testigo de la arremetida. "Han matado a la mayoría de las personas que viajaban en el autobús. Casi una treintena. Había, además, dos coches que acompañaban al microbús y les prendieron fuego con los cadáveres dentro".
Al menos 29 personas perdieron la vida y 23 resultaron heridas, según los últimos datos proporcionados por el gobernador de la provincia, el general Essam el Badawi. El fuego sorprendió a la caravana en los alrededores del pueblo de Al Adua. Las ráfagas de una decena de hombres encapuchados, apostados en una colina cercana, destrozaron los cristales y agujerearon los vehículos, reducidos a chatarra. "Éramos unas 40 personas. Los hombres armados iban encapuchados y disfrazados de soldados", confirmó una superviviente del ataque al diario privado egipcio Al Masri al Yum desde uno de los hospitales que recibió a los heridos. Desbordados por el aluvión, una parte de las víctimas fue trasladada a clínicas de la capital egipcia y las autoridades instaron a los vecinos a donar sangre.
En un comunicado, el Ministerio del Interior precisó que "asaltantes desconocidos" a bordo de tres vehículos todoterreno "dispararon aleatoriamente" contra la comitiva truncando un periplo habitual entre la minoría copta, que representa alrededor del 8% de la población egipcia, en plena jornada festiva. El convento, su destino frustrado, se alza en las montañas de Qalamun en la zona en la que San Samuel, un santo copto célebre por haber padecido las torturas de los bizantinos y haber sido testigo de la invasión árabe de Egipto, dirigió a una comunidad de 120 monjes durante el siglo VII d.C. El recinto -que alberga cinco iglesias y zonas ajardinadas- fue reconstruido el siglo pasado.
Entre ocho y diez falsos uniformados, según los testigos, se ocultaron en una montaña próxima y, cuando observaron la llegada del microbús, se abalanzaron sobre la árida carretera. Las imágenes difundidas por la televisión pública del lugar de la tragedia, acordonado por las fuerzas de seguridad, arrojaron luz sobre el horror: la sangre se extendía por y los asientos y el suelo del autobús y los turismos lucían carbonizados. Restos de ropa y zapatos asomaban desperdigados por las inmediaciones del páramo. Los uniformados establecieron decenas de puestos de control y patrullaron las inmediaciones de la matanza a la caza infructuosa de los agresores.
Al cierre de esta edición, ningún grupo había reivindicado la carnicería pero la sombra se proyectaba sobre las huestes de la filial local del Estado Islámico, afincada en la península del Sinaí. A principios de este mes, su propaganda instó a incrementar sus embestidas contra la minoría cristiana del país árabe, blanco del doble atentado que tiñó de dolor la pasada celebración del Domingo de Ramos y del desesperado éxodo que a finales de febrero iniciaron los últimos habitantes cristianos de Al Arish, la capital del norte del Sinaí.
El enésimo zarpazo contra los seguidores de la Iglesia Ortodoxa Copta se produjo, además, en la víspera del inicio del mes sagrado de Ramadán, una festividad que los yihadistas aprovechan para recrudecer sus ataques. El gran mufti de Egipto, Shauki Alam, -la máxima autoridad islámica del país- condenó "la abominable operación terrorista perpetrada por extremistas contra nuestros hermanos cristianos". Desde Berlín, donde se hallaba de visita, Ahmed el Tayeb -el gran jeque de Al Azhar, la institución más prestigiosa del islam suní- instó a los egipcios "a permanecer unidos frente a este terrorismo brutal".
El presidente Abdelfatah al Sisi, por su parte, convocó una reunión de urgencia de los funcionarios de seguridad y el consejo de ministros. En un comunicado, insistió en que las agresiones no "lograrán dividir a la nación".
El golpe, en pleno estado de emergencia decretado por el régimen egipcio tras los atentados de abril, volvió a enfurecer a los cristianos, atrapados entre las amenazas de los yihadistas y el desamparo gubernamental. Minya, escenario de esporádicos brotes sectarios, es una zona sensible del país, repleta de puestos de control. "Ese estado de emergencia lo único que ha servido es para detener y encarcelar a opositores. La prueba es que en este mes y medio no se han detenido terroristas y las fuerzas de seguridad no han evitado que esto volviera a ocurrir", deslizó el activista copto Mina Mansi.
Las medidas adoptadas tras el penúltimo ataque contra los coptos han ahogado los últimos reductos de libertad de expresión. Esta semana las autoridades locales ordenaron el bloqueo de una veintena de medios de comunicación digitales por su supuesta "propagación del terrorismo". Entre las cabeceras, figura MadaMasr, una iniciativa de periodismo independiente. "El Estado es el principal responsable de estos actos porque sus políticas han convertido a los cristianos en el blanco del terrorismo", concluyó Mansi.
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