martes, 2 de mayo de 2017

El Orientalismo y los prejuicios de Occidente

Lo que acercará a Oriente y a Occidente no es el postmodernismo, sino ver a los otros como culturas diversas

20/01/2005 - Autor: Fernando Gudoias - Fuente: Adelante (Cuba)
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Juan Damasceno
Juan Damasceno
Desde que en el siglo VIII, el erudito cristiano Juan Damasceno estableció los cimientos del Orientalismo, se constituyeron los mismos patrones de prejuicios de Occidente a Oriente, prejuicios que se han profundizado con el decurso de la historia.
Existe una mirada miope de Occidente hacia Oriente y esa mirada miope emerge en términos de estereotipos y por una concepción monolítica del Islam y de los musulmanes.
Occidente sigue considerando que los musulmanes son una masa indiferenciada, ignorando su vasta y compleja diversidad, así como todo el espectro de interpretaciones que el Islam tiene dentro del mundo musulmán.
Los occidentales siguen cometiendo los mismos errores desde el siglo VIII y para entender por qué se siguen repitiendo es necesario entender la naturaleza del Orientalismo.
El Orientalismo fue creado de forma consciente como un espacio intelectual, académico y literario basado en una gran ignorancia construida.
La pregunta es inmediata ¿ignorancia construida? En otras palabras: las imágenes de lo no Occidental que produjo el Orientalismo tenían por objeto impulsar la ignorancia respecto a "otras culturas", a pesar de que Occidente tenía conocimiento sobre ellas.
Era en principio una fantasía con objetivos ideológicos. Buscaba representar a "los Otros" como el "par opuesto", el "lado oscuro de Occidente. Así, si Occidente era racional, las otras culturas eran irracionales; Si Occidente era pacífico y civilizado, "Los Otros" eran violentos y bárbaros; Si Occidente tenía historia, "Los Otros" eran gente sin historia.
La noción clásica del Orientalismo, tal como la formuló por ejemplo Edward Said, lo limita al arte, la ficción, la literatura de viaje y cierto tipo de academicismo. Hoy los límites del Orientalismo son mucho más extensos.
El Orientalismo se extendió y es así que se puede encontrar en el cine, los programas de televisión, la música, la publicidad e Internet y tiene contornos cambiantes: A menudo se disfraza en entretenimientos y juegos, política y análisis, religión y hasta en el pluralismo y el multiculturalismo. Sin embargo, su función sigue siendo la misma: Mantener al "Otro" en un espacio inferior.
Es por ello que siguen existiendo los mismos patrones de prejuicios desde el siglo VIII cuando fue creado por Damasceno.
Luego de los atentados del 11 de septiembre y con la aventura militar estadounidense en Afganistán e Iraq, lo único que se logró fue la "globalización del terrorismo islámico, pero si bien hay que hacer hincapié en el extremismo islámico, no sólo es para Occidente, sino también para el Islam y el propio mundo musulmán.
La amenaza ya establecida contra Occidente es una consecuencia de la violencia y la falta de conocimientos sobre el intrincado mundo islámico, y con respecto a los peligros que puedan significar para el mundo Islámico ese terrorismo creado por los desvalores occidentales, están referidos a la posibilidad de una atomización dentro del mundo musulmán, hecho éste que no sería beneficios para semejante cultura.
Una de las soluciones es la de dejar de querer cambiar al mundo islámico, con las posiciones utópicas o interesadas de Bush y Blair intentando burdamente privilegiar al mundo islámico cuando en realidad lo que han hecho es destruirlo.
Por el contrario, sería importante que se privilegie un activismo islámico que apunte a la creación de una sociedad unida.
Para empezar a erradicar el prejuicio Orientalista, lo primero que hay que hacer es reconocer que el eurocentrismo está profundamente arraigado en el pensamiento Occidental. El eurocentrismo es fácilmente reconocido en las construcciones coloniales del nativo haragán, los musulmanes bárbaros y licenciosos, el indio astuto, afeminado y poco confiable; así que como en otras representaciones de "lo no Occidental" en la ficción Orientalista, la literatura de viajes y las exploraciones académicas.
Sin embargo, la dimensión temporal de Occidente va desde el colonialismo a la modernidad, de la modernidad a la postmodernidad y al futuro. La mayor parte de los críticos admiten que la "construcción" que hizo la modernidad de la tradición como impedimento al avance, de lo "No Occidental", como "sociedades en vías de desarrollo y de Tercer Mundo y de la racionalidad instrumental como justificación para el progreso, son tan eurocéntricas como la categorización abiertamente racista del colonialismo.
Lo que no se advierte, sin embargo, es la naturaleza eurocéntrica del postmodernismo. Eso se debe, sobre todo, al hecho que el postmodernismo surgió como reacción contra la modernidad y trató de conformarse en términos pluralistas.
Sin embargo, las miradas del postmodernismo sobre Oriente son tan eurocéntricas, o más, que la modernidad. Por ejemplo, el empeño del postmodernismo caracterizado por su culto de las formas, el individualismo y la falta de compromiso social para demoler los grandes relatos como la religión, la tradición y la historia, conspiran contra la existencia de "lo no Occidental", ya que con esas narrativas las que hacen que "lo no Occidental sea lo que es: "no Occidental". Es simple el esquema.
La insistencia en que nada tiene sentido y que nada puede dar sentido y rumbo a nuestras vidas "es una asunción Occidental" que no encuentra ningún tipo de eco en las civilizaciones, sociedades y culturas "No Occidentales". Por otra parte, la obsesión del postmodernismo por la "ironía, el ridículo y el cinismo", se convierte en instrumento para una mayor marginación y una consecuente fustigación de lo "no Occidental".
No es sólo que el postmodernismo continúa el derrotero eurocéntrico de la modernidad y el colonialismo, sino que se van adoptando formas más elevadas y sofisticadas de eurocentrismo.
El Orientalismo fue creado como una forma territorial de pensamiento y hoy con la globalización, que intenta separar las culturas de su origen geográfico, cada vez es menor el espacio para que las diferencias existan como diferencias.
Todas las cosas que dominan nuestra vida, se reformularon a imagen y semejanza de una sola civilización, el poder de Occidente no es tal en términos de poderío económico, militar, tecnológico y científico. El poder de Occidente "y el único poder que en verdad importa en la actualidad- es el poder de definir-".
Es Occidente el que define qué es un ser humano, qué es ser libre, qué es ser una sociedad civil, qué es una ciudad y qué es el conocimiento.
Dado que todas las definiciones proceden de una única cultura, no es sorprendente que el mundo se parezca a esa cultura única. Dondequiera que se vaya, se encuentra la misma cultura. Esa igualdad es muy peligrosa. No sólo aniquila la diversidad –esencial para sobrevivir como especie humana -, sino que también genera problemas de identidad. Es por eso que, así como el siglo XX fue de guerras territoriales, serán las guerras por la identidad las que dominarán el siglo XXI.
Lo que acercará a Oriente y a Occidente no es el postmodernismo, sino ver a "los otros" como culturas diversas. Tenemos que entender que los valores Occidentales no son universales y desarrollar un nuevo discurso de valores que tenga en cuenta la diferencia y la similitud.
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