MÉXICO, D.F. (apro).- Cuatro sujetos que presuntamente preparaban atentados contra objetivos militares fueron arrestados el miércoles 15 en un lugar no especificado de Francia. Los hombres, de entre 16 y 23 años, planeaban atacar una instalación que tampoco ha sido revelada, así como secuestrar y decapitar a un oficial de alto rango.
Según el ministro del interior, Bernard Cazeneuve, “estamos desactivando complots de este tipo cada semana”, sólo en su país.
El último mes se ha caracterizado por un estado de alerta permanente en gran parte del mundo, a partir de los tres atentados casi simultáneos que se registraron en igual número de continentes el pasado 26 de junio.
El más grave tuvo lugar en el balneario tunecino de Susa, cuando un terrorista solitario recorrió una playa y un hotel disparando con un fusil AK-47 contra turistas que disfrutaban de las olas.
A raíz de ello, alrededor de 400 detectives ocuparon los aeropuertos de Londres y otras ciudades con llegadas internacionales. Más de un millar de policías adicionales empezaron a patrullar hoteles y bahías de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte.
En las canchas de tenis de Wimbledon, donde se celebraba ese fin de semana el famoso torneo del mismo nombre, los asistentes fueron sujetos a controles extraordinarios y los agentes bajaron undrone que sobrevolaba el área.
Mark Rowley, comisionado asistente de la Policía Metropolitana de Londres, declaró a la prensa que la “respuesta de vigilancia nacional al ataque en Túnez será seguramente el mayor despliegue antiterrorista desde julio de 2005”, cuando 56 personas murieron en un ataque en esa ciudad.
De hecho, los pasados 30 de junio y 1 de julio, las fuerzas de seguridad británicas llevaron a cabo una serie de ejercicios de entrenamiento antiterrorista llamada “Operación Torre Fuerte”, destinada a prepararlos contra ataques en calles, metro e incluso desde el cielo. Cientos de londinenses participaron en simulacros en los que sufrían secuestros grupales, escapaban de una explosión inminente o tenían que marchar con las manos en la cabeza frente a hombres que les apuntaban con armas de fuego.
El hecho de que 30 de las 38 víctimas mortales de Susa fueran británicas explicaba el estado de alerta en su nación, pero el miedo se extendió por el mundo a raíz de que ese sólo fue el último y más brutal de tres ataques terroristas perpetrados en el mismo día en igual número de continentes:
Esa mañana, se había encontrado la cabeza del gerente de una compañía de transportes colgando de una cerca en las proximidades de Lyon, en Francia, junto a dos letreros con mensajes en caligrafía árabe. Poco después, una bomba estalló en la mezquita Al Sadiq en la capital de Kuwait, matando a unos 27 fieles chiitas.
Los autores de los atentados dijeron actuar en nombre de la organización extremista Estado Islámico (EI), que detenta el control de extensos territorios de Siria e Irak. También están afiliados a EI los milicianos islamistas que el 1 de julio lanzaron cohetes y coches bomba que dejaron 60 soldados egipcios muertos, en el norte de la península del Sinaí.
Y el martes 14 de julio, mientras en Londres la policía anunció la detención de tres sospechosos de planear atentados en nombre de esa organización islamista, en Chattanooga, en Estados Unidos, un hombre nacido en Kuwait y llamado Mohamed Yusuf Abdulaziz mató a cuatro militares e hirió a tres más, antes de morir él mismo en la confrontación.
Aunque no ha quedado claro si tenía vínculos con el Estado Islámico, la cadena ABC reportó el jueves 16 que una cuenta ligada a EI en Twitter había reivindicado el ataque como propio.
Las alarmas han estado sonando en el mundo entero. Tras el hallazgo de la cabeza de Hervé Cornara, el gobierno francés anunció que elevaba la alerta de seguridad al máximo nivel en su país, que todavía no supera la matanza de 14 empleados de la revista humorística Charlie Hebdócometida el pasado 7 de enero.
Medidas similares fueron tomadas en Europa y en los reinos y emiratos del Golfo Pérsico, que temen especialmente por sus núcleos de población chiita (que es considerada apóstata por los sunitas del EI). Cientos de miles de patrulleros, agentes de tránsito y policías adicionales fueron desplegados en Beijing y toda China en la campaña de prevención antiterrorista llamada “Acción por la Paz”.
En Estados Unidos, diversas agencias gubernamentales entraron en coordinación a lo largo de su territorio para montar operativos de protección, especialmente con miras a los eventos que se realizaron en el día de la independencia nacional, el 4 de julio.
El gobierno egipcio lanzó una ofensiva sobre mezquitas fuera de su control para aprehender a supuestos islamistas. Y la Organización del Tratado del Atlántico Norte dio a conocer que realizará en noviembre su mayor ejercicio militar desde el fin de la Guerra Fría, con 30 mil efectivos de 30 países en España, Italia y Portugal, con el objetivo declarado de disuadir el terrorismo yijadista.
Vulnerabilidades
“Ellos (Estado Islámico) han conseguido imponer el temor”, dijo a la agencia Reuters un maestro de escuela en Omán, uno de los estados petroleros del Golfo Pérsico, donde la sensación de vulnerabilidad parece ser tan grande como la que prevalece en los países directamente afectados por la violencia reciente. “Las madres tienen ahora miedo de enviar a los niños a rezar a las mezquitas”, comentó.
“Como yo temo mandar a mis hijos a la escuela”, dice Amy Mooreland, una publirrelacionista de Oxford, Inglaterra, cuando se le mencionan los comentarios del profesor omaní. “Se habla mucho de pelear contra el terrorismo para impedir que tenga éxito, pero si el objetivo es traer el terror a nuestras casas, ya lo ha conseguido”.
Para los gobiernos involucrados, lo ideal sería pelear contra Estado Islámico allá donde ha creado su base territorial: Siria e Irak. Estados Unidos, Irán, Arabia Saudita y otras naciones occidentales y árabes participan en una coalición que ha emprendido una campaña de ataques aéreos contra los bastiones yijadistas, con lo que han permitido el avance sobre el terreno de las fuerzas locales que los combaten, particularmente el ejército iraquí y las milicias kurdas.
Gran Bretaña no ha participado en los bombardeos debido a la prohibición impuesta por la Cámara de los Comunes en 2013, pero el primer ministro, David Cameron, reaccionó a la matanza en Túnez afirmando que Estado Islámico le había “declarado la guerra” a su país, que representaba “una amenaza existencial” y que “somos su objetivo. Francamente, no podemos escondernos en esta idea de que si te haces hacia atrás eres menos un objetivo”.
Estas limitaciones incluyen sólo a Siria, no a Irak, y mientras consigue aprobación parlamentaria, el secretario de Defensa, Michael Fallon, anunció el pasado jueves 16 el envío a Irak de un sofisticado avión espía Rivet Joint para interceptar mensajes y llamadas con encriptación para ser la “punta de lanza” de una ofensiva que empezará a fines de agosto:
“Estamos peleando una nueva Batalla de Bretaña”, dijo Fallon, en referencia a un episodio de la Segunda Guerra Mundial que movilizó a la nación frente al poderío aéreo de la Alemania nazi. “De nuevo, contra un enemigo fascista preparado para matar civiles y oponentes por igual”, agregó.
El problema es que el enemigo también está en casa. De acuerdo con Rafa Tabib, analista de seguridad tunecino, Estado Islámico “está enviando un mensaje: al gobierno kuwaití, de que pueden reproducir el conflicto en su suelo; al gobierno francés, de que pueden movilizar a gente árabe que vive en Francia, y están atacando el turismo, que es un sector mayor de la economía de Túnez”.
Cálculos de Scotland Yard estiman que hay al menos 2 mil ciudadanos británicos peleando en grupos islamistas en Siria e Irak, y muchos son reclutados a través de campañas modernas y efectivas realizadas por internet. Algo parecido ocurre con nacionales de muchos países de Europa y América del Norte.
Se teme que los que regresan –que ya vienen con entrenamiento militar y experiencia de combate- tengan intenciones de realizar atentados. Y hay especial preocupación por los que nunca fueron a Medio Oriente pero se sienten inspirados por lo que ocurre allá, pues, a diferencia de los anteriores, éstos no han sido detectados.
Los ataques de 2014 en Sydney (Australia), Nueva Cork (Estados Unidos) y Ottawa (Canadá), como el de Charlie Hebdó (Francia), demostraron la capacidad de los terroristas para golpear en suelo occidental, tanto de manera individual o en pareja como en sofisticadas operaciones de grupo.
El peligro de lo que se conoce como “yijad sin liderazgo”, en el que la propaganda incita a los “lobos solitarios” a actuar por su cuenta, se ha sumado a la amenaza de los planes dirigidos por la organización.
Tal es el caso de lo que ocurrió el viernes 26 en Túnez y en Francia, y también en mayo de 2013, cuando dos londinenses, Michael Adebolajo y Michael Adebowlale apuñalaron al soldado Lee Rigby cerca del cuartel militar de Woolwich.
“Todo (está en riesgo), desde instalaciones gubernamentales, hasta clubes nocturnos, hasta el sector de la energía, hasta destinos vacacionales”, dijo Peter Clarke, quien estuvo a cargo de la respuesta de Scotland Yard a los atentados de Londres de 2005, en declaraciones a la prensa, el lunes 29 de junio. “El común denominador es matar tanta gente como sea posible. ¿Cómo proteges toda una línea de costa? Van a haber vulnerabilidades. Es un hecho de la vida”.