Bashar Asad planeó usar armas químicas antes de la guerra
El presidente sirio ordenó en 2009 el almacenamiento de carcasas y precursores para fabricar agentes neurotóxicos como el gas sarín, para afrontar posibles revueltas
El presidente sirio premeditó gasear a sus opositores, en caso de rebelión, dos años antes del alzamiento de 2011 que desencadenó la actual guerra. Lo afirma este jueves Mediapart, socio de la red EIC, de la que forma parte EL MUNDO. Según han relatado científicos exiliados, Bashar Asad actuó temeroso de protestas similares a las habidas en Irán tras las elecciones de 2009. Su solución fue ordenar el almacenamiento de carcasas y 'precursores' para fabricar un agente neurotóxico, tipo gas sarín, en siete bases militares de Siria.
El 21 de agosto de 2013, entre 280 y 1.400 personas murieron en un ataque químico en el distrito damasceno de Guta. El entonces presidente de EEUU, Barack Obama, que había considerado el uso de armas químicas una "línea roja", desistió de responder con fuego a condición de que Asad se deshiciera de su arsenal químico. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas certificó el proceso, lo que le valió el Nobel de la Paz. Pero 88 vecinos del pueblo norteño de Jan Sheijun murieron de forma idéntica el 4 de abril pasado.
En ambos casos, la UE y EEUU culparon de la matanza al Ejecutivo sirio, que en 2013 firmó forzosamente la Convención de la ONU sobre Armas Químicas. Mediapart explica que algunos de los expertos consultados, quienes trabajaron en el pasado tanto para el Gobierno actual como para el del padre del líder sirio, Hafez Asad, han aportado "secretos de fabricación" cruciales. Estos han permitido a otros expertos confirmar el origen sirio de ciertos gases usados por el régimen durante los últimos cinco años.
El gas sarín, el empleado en Guta y Jan Sheijun, se ha fabricado en Siria durante 30 años con una fórmula particular. La versión local, en contacto con la atmósfera, se descompone en metilfosfonato de diisopropilo y hexamina. Según Mediapart, la colección de muestras de estos componentes sobre el terreno ha servido de "prueba irrefutable" para que la Inteligencia francesa, en cooperación con dichos científicos, acusase recientemente a Siria "de llevar a cabo un ataque químico contra civiles" el último cuatro de abril.
El brazo del proyecto militar asadista es el Centro de Investigaciones y Estudios Científicos. La institución, supervisada directamente por la cúspide del régimen, recibió, dos años antes del conflicto, la orden de miniaturizar municiones de gas y equipar siete bases aéreas con almacenes para precursores de gas sarín. La mayoría se encuentran en los territorios mejor controlados por el régimen. Una de ellas es Shairat, la base contra la que Donald Trump ordenó disparar 59 misiles Tomahawk tras la masacre de Jan Sheijun.
El motivo para tamaño despliegue, según cuenta uno de los científicos a Mediapart, es que Bashar Asad "tenía miedo" de sufrir revueltas como las habidas en 2009 en Irán. Protestas de una parte de la población denunciando fraude en la victoria del ex presidente Mahmud Ahmadineyad derivaron en sangrientos choques callejeros. Envuelto en pánico, dice un ingeniero desertor, Asad "encargó 10.000 proyectiles de gas lacrimógeno a Irán" y estableció un sistema de vigilancia y control de multitudes de alta tecnología.
Mediapart indica que en julio de 2011, mientras un grupo de desertores empezaba a armarse con el apoyo de Arabia Saudí, Turquía y la OTAN, las bases aéreas seleccionadas empezaron a recibir los primeros cargamentos de proyectiles de gas. A partir de 2012 empieza a presumirse su uso. Alrededor de 20 ataques con armas químicas ocurrieron antes del acuerdo de extracción del arsenal químico de Siria, firmado a finales de 2013. Posteriormente, también se ha acusado al Gobierno de usar cloro contra civiles.
Los servicios de seguridad franceses han inventariado al menos 130 casos de uso de armas químicas contra la oposición siria entre octubre de 2012 y abril de 2017. Mediapart, citando documentos del Directorado General de Seguridad Exterior francés, informa de que tres cuartas partes de las alegaciones de uso de armas químicas por parte del régimen sirio no podrían considerarse "enormemente fiables" para la Inteligencia gala. Pero en dos ocasiones hay "fuerte presunción" de uso de gas sarín y, en 22, idéntica presunción de uso de cloro.
En agosto de 2016, un equipo formado por miembros de Naciones Unidas y de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas acusó al Gobierno sirio y al Estado Islámico de emplear, respectivamente, dos veces gas cloro y una vez gas mostaza en sendos ataques. Fue la primera vez que la ONU determinó a los autores de un ataque químico, ya que, en el caso de Guta, no señaló a ningún responsable.
El cloro es un elemento que desprende un fuerte olor. Es letal en altas concentraciones, asfixiando a niños, ancianos y enfermos. El gas sarín, por contra, es inodoro pero altamente mortal porque afecta al sistema nervioso. Ambos tienen la capacidad de introducirse en plantas bajas y sótanos, donde suele refugiarse la población de las bombas convencionales. Siria siempre ha negado el uso de estas armas. Damasco y su aliada Rusia han acusado a la oposición de almacenar y usar armas químicas en Guta y Jan Sheijun.
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