miércoles, 28 de junio de 2017


La licitud de la música en el Islam

Bismillahi Rahmani Rahim

La música es la expresión más natural y espontánea del espíritu humano, expresión que busca manifestar los universos que los hombres atesoran en su interior, y esto mismo equipara la música con el acto creador por antonomasia: la acción desbordante de la belleza divina. Allah Todopoderoso se manifiesta a Sí mismo a través de la belleza en la creación, y la música es un destello revelador de belleza, traductor del ritmo propio de la vida que todo lo anima, y que por ser partícipe de un atributo divino, en esencia es eternidad. Y allí el hombre se puede realizar, puede desarrollar su más íntima trascendencia, puede ser libre de aquello que lo atenaza al suelo de sus mediocridades y angustias, de sus codicias y vanidades, de los ídolos irreverentes que obstaculizan su vuelo natural. La música, intrínsecamente, es una herramienta de emancipación, un prisma donde reflejar la sagrada belleza que nos nutre y sosiega.

Sin embargo, y como estamos involucrados inexorablemente en un ámbito donde las dualidades nos exigen el equilibrio, la música en manos de almas turbulentas y de bajas intenciones, puede convertirse en un medio para la subversión, el desenfreno y la exacerbación de los más viles impulsos propios a los hijos del demonio. Esta clase de música, distorsionado ya su lenguaje original de belleza, se transforma en idioma pasional que nutre la maldad oculta en el hombre y que debe ser erradicada si es su intención alcanzar la meta de su razón de ser en el mundo.

Allah Todopoderoso ha sembrado las semillas de la melodía sagrada que hace del hombre una criatura noble y trascendente. En el Día de las Promesas esa música cautivó los espíritus de los hijos de Adám y hoy, cuando nuestro corazón se expansiona ante la belleza de un sonido agradable, nuestro espíritu recupera aquella sensación primordial de divina embriaguez. Por lo tanto, no debemos permitir que el engaño de almas ciegas y veladas de la belleza real nos tome por asalto el corazón con melodías retorcidas que sólo pueden ser mensajeras del perjuicio y el daño espiritual, encadenándonos a los impulsos más bajos y deshonestos para con nosotros mismos. Debemos recrear nuestros oidos interiores con la luminosidad musical de aquello que nos habla confidencialmente con el lenguaje del alma al desnudo, que nace de su despertar y es resurrección para nuestros sentidos dormidos. Esta música es el toque de despertar a Sí mismo que Allah Todopoderoso imprime en el ser del hombre.

Por lo tanto, como la ley sagrada del Islam permite todo lo que sea bueno para el desarrollo humano, siempre y cuando no suponga una contradicción evidente a los principios elementales del buen vivir acorde al camino espiritual, la música, como arte de la belleza interior, es completamente lícita, ya que favorece la expansión del espíritu y refresca y distiende el corazón.

Hay una música ilícita, claro está, como también hay una interpretación ilícita de la religión que ha dado en generar los extremismos violentos e intolerantes que tanto daño hacen a las apariencias del Islam. Cuando lo bello es burdamente manoseado por los agentes del mal, siempre termina transformándose en un vástago del espanto que produce atracción en las almas débiles y rechazo en las almas luminosas.

Intentemos iluminar nuestras almas con lo bello que Allah Todopoderoso nos ha dispuesto, y tengamos un sólido criterio al contemplar aquello que realmente nos hará progresar en la senda espiritual hacia la Divina Presencia.

De Allah proviene el éxito.

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