viernes, 24 de noviembre de 2017

Dictadura y censura en elección interna de Morena

LA OTRA OPINIÓN |
 
23-11-2017 03:05 PM
Este martes, Morena lanzó su convocatoria para elegir a los tres mil 415 candidatos que lo representarán en las elecciones de 2018.
El documento establece que los abanderados del partido serán elegidos a través del voto directo de los militantes que conformen las asambleas municipales o distritales correspondientes, ello en caso de que haya dos o tres aspirantes a la candidatura. Y en caso de que se registren cuatro o más aspirantes, lo conducente sería una encuesta para evaluar a los interesados.
Hasta ahí, todo parecería democrático. Pero analizada a detalle, la convocatoria de Morena contiene cláusulas que en los hechos le otorgan el control total del proceso interno y de las candidaturas a la dirigencia nacional, encabezada por Andrés Manuel López Obrador.
Todos los aspirantes a una candidatura de Morena deberán ser palomeados por la Comisión Nacional de Elecciones, integrada por Yeidckol Polevnsky, Mauricio Hernández y Gabriel García.
Dicha comisión “calificará los perfiles” de los aspirantes, y se encargará de aprobar o negar su registro como precandidatos. Es decir que determinará con base en criterios discrecionales quiénes sí y quiénes no pueden acceder a la contienda interna, por lo que algunos mal pensados podrían pensar que se beneficiará a quienes AMLO ya ungió como “coordinadores de organización”.
Además, Morena reservará cierto número de distritos para postular a candidatos externos, es decir, que no militan formalmente en el partido. Pero las candidaturas externas no serán sometidas a consideración de la militancia. O dicho de otro modo, en esos distritos no habrá votación, sino imposición.
E incluso suponiendo que en algunos distritos sean dos o más los aspirantes que obtengan su registro como precandidatos, el partido controlará lo que se puede y lo que no se puede decir en las precampañas.
La convocatoria de Morena dice textualmente: “queda estrictamente prohibido que realicen acusaciones públicas contra el partido, sus órganos de dirección u otros aspirantes”. Y además, advierte: “La falta a esta disposición será sancionada con la cancelación del registro aprobado al cargo por el que se postuló”.
¿Qué significa esto?
Que si un precandidato se atreve a señalar que no hay “piso parejo”, que la dirigencia favorece a otro aspirante, o que hay imposición o “dedazo”, se le aplicará la guillotina. Y lo mismo si un precandidato es crítico con la dirigencia, o si se atreve a decirle sus verdades a otro.
Es decir que, si hay contienda interna en la Ciudad de México, está prohibido decir que Claudia Sheinbaum cometió negligencias en el caso del Colegio Rébsamen. Si alguien pretende disputarle la candidatura de Puebla a Miguel Barbosa, no puede decir que éste avaló el Pacto Por México en sus tiempos como perredista. Si hay contienda interna en Jalisco, no se vale hablar de los antecedentes del “narcodiputado” Carlos Lomelí. O si alguien quiere competir con Delfina Gómez por una candidatura al Senado, no puede hablar del desvío de recursos que cometió como alcaldesa de Texcoco.
¿A poco no suena a dictadura? Las condiciones en que competirán los precandidatos de Morena son propias de un régimen totalitario, con elecciones amañadas y sin libertad de expresión
Y si así administra AMLO a un partido, ¿por qué pensar que gobernaría a un país democráticamente, permitiría la libertad de expresión, o permitiría elecciones limpias?

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