domingo, 24 de diciembre de 2017

Estado Islámico se especializó en el desarrollo de sus propias armas

Lograron establecer innovación y crueldad de las armas utilizadas por el Estado Islámico
Por John Ismay, Thomas Gibbons Neff y C.J. Chivers, The New York Times News Service

Hacia el final de la primavera pasada, las fuerzas iraquíes que combatían al Estado Islámico en Mosul descubrieron tres lanzagranadas con una característica inusual: dentro de las ojivas se escuchaba el movimiento de un líquido espeso. 

Las pruebas que se realizaron posteriormente mostraron que las ojivas contenían una sustancia parecida al gas mostaza, un arma química prohibida que quema la piel y el tracto respiratorio de las víctimas. 

Los cohetes químicos improvisados son una de las armas que desarrolló el Estado Islámico (EI) durante un proceso masivo de fabricación de armamento que bien podría ser el mayor por parte de un grupo yihadista. 

Debido a que tienen un acceso limitado a mercados mundiales de armamento, las milicias y fuerzas combatientes irregulares, usualmente fabrican sus propias armas. 

Sin embargo, el EI llevó la práctica a otro nivel, con producciones "nunca antes vistas" por parte de una fuerza no estatal, según explicó Solomon H. Black, un funcionario del Departamento de Estado estadounidense que rastrea y analiza armas. 

El personal que se dedica al desminado humanitario, extécnicos del ejército encargados del desecho de artillería explosiva y analistas de armas que trabajan en zonas que fueron capturadas por el EI a partir de 2014 dieron decenas de informes a The New York Times, y una cantidad aún mayor de fotografías y dibujos en los que se detalla el arsenal que desarrolló la organización desde que estableció su autoproclamado califato en Siria e Irak. 

Los documentos dan cuenta de todo el trabajo de un equipo yihadista: un sistema de producción de armamento en el que se combinaban la investigación y el desarrollo, la producción en masa y la distribución organizada. 

Un informe detalla que antes de que fueran expulsados de Ramadí, Irak, los combatientes del EI enterraron una enorme carga explosiva debajo de varias casas antes de conectar la carga al sistema eléctrico de uno de los edificios. 

Se creía que las casas eran seguras. No obstante, cuando una familia regresó y conectó un generador, su hogar voló por los aires a causa de una inmensa explosión, de acuerdo con Snoor Tofiq, jefe de operaciones en Irak de Ayuda Popular Noruega, organización que está quitando armas improvisadas de zonas que abandonó el EI. 

Craig McInally, otro jefe de operaciones de la organización noruega de desminado, señaló que había una cantidad indiscriminada de dispositivos explosivos por todas partes. 

Algunos componentes de las armas, por ejemplo, eran en esencia estandarizados. Muchas de las armas se produjeron en cantidades industriales. 

Los hallazgos también incluían los que al parecer eran prototipos de armas que no fueron seleccionadas para la producción en masa o que fueron abandonadas en el desarrollo, entre ellas proyectiles llenos de soda cáustica, y municiones para lanzamisiles de hombro. 

A pesar de que el EI fue expulsado de casi todos los territorios que ocupó en Irak y Siria, los funcionarios afirman que sus avances en materia armamentista presentan riesgos para otras zonas conforme los miembros del grupo se trasladan a otros países, sus integrantes extranjeros vuelven a sus países de origen y los veteranos de su red de producción de armas se reúnen en línea y comparten conocimiento y técnicas por la web.

"Están diseminando este conocimiento por todo el mundo", aseguró Ernest Barajas Jr., un extécnico de infantería de la Marina estadounidense especializado en el desecho de artillería explosiva. 

El EI se basó en la industria letal de sus predecesores de Al Qaeda. Cuando tomó el control de partes del territorio sirio e iraquí en 2014, tomó el control de tiendas y fábricas, maquinaria dirigida vía computadoras, lo que facilitó su producción armamentista. 


El Estado Islámico también hizo una recolección organizada de bombas hechas en EEUU, arrojadas desde los aviones de caza de la coalición antiyihadista pero que no estallaron– para reutilizar su poder explosivo. 

Barajas afirmó que el EI utilizó lo que había recolectado para darle un uso prioritario: los ataques suicidas. 

Sesenta por ciento

De las bajas de soldados kurdos peshmerga que combatían al EI en Irak fueron atribuidas a los artefactos explosivos improvisados de los yihadistas, según la Fundación Suiza para el Desminado.

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