martes, 27 de febrero de 2018

El Islam y los valores y virtudes del ser humano

Este discurso fue pronunciado en la sexta conferencia de la Asamblea
de Investigación Islámica del Cairo en 1971. Esta conferencia se celebraba
cada año en el Cairo y en ella participaban muchos de los doctores de la
ley y de los sabios islámicos y en ella exponían sus puntos de vista sobre los
diferentes temas islámicos. La sexta conferencia de esta asamblea se celebró
en 30 de marzo de 1971.
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Los valores y las virtudes humanas
Aunque estos conceptos son aparentemente sencillos, son
también imprecisos, de ahí que encontremos que las escuelas
de pensamiento difieran en su interpretación y en determinar
sus dimensiones.
Son numerosas las personas con ideas sociales, líderes y
activistas, que afirman que la humanidad representa el objetivo
fundamental de sus esfuerzos y que el amor a las personas es
su fin último.
Para poner fin a la ambigüedad que rodea al concepto de
humanidad y para no caer en el círculo vicioso de la terminología
y las definiciones lógicas, debemos observar primero la realidad
del ser humano y la verdadera dimensión de su existencia y
luego pasar a observar sus derivaciones, es decir la humanidad,
sus ideales y valores, así como sus capacidades y su fortaleza.
En primer lugar, el ser humano es una criatura que se
distingue del resto de criaturas por tener libertad de elección.
Lo que significa que sus actos son el resultado del deseo y la
reflexión, aunque sea en términos relativos.
En segundo lugar, el ser humano está influenciado en
gran medida por la naturaleza y el universo que le rodea.
En tercer lugar, es un ser social que interactúa al máximo
nivel y de forma automática con los de su especie.
Y en cuarto lugar, en esencia, el ser humano es una
criatura de Dios, el Creador del universo y de la vida, con todo
lo que esta relación conlleva en lo relativo a las dimensiones y los
efectos que puede producir en él y en todas sus interacciones.
Estos son los cuatro capítulos del libro del ser humano.
Los valores humanos, por lo tanto, son los pilares originales
que fueron moldeados en él para que, con su iniciativa y su
esfuerzo, crezca de manera completa. De este modo un aspecto
de su existencia no crece a expensas del resto y ninguno de
estos pilares se derrumba durante su continuo esfuerzo hacia
la excelencia.
También son las pautas establecidas para el
perfeccionamiento completo del ser humano que parten de él
mismo y de su existencia.
Son el carácter y la naturaleza de Dios, las cuales Él ha
sembrado en el ser humano como una semilla. De modo que,
cuando sigue el camino recto, las cualidades que poseía cuando
fue creado se transforman en valores y en virtudes reales.
Otros puntos de vista
Cuando negamos el primer aspecto de la existencia del
ser humano, pensamos que es un fenómeno cósmico como el
resto y consideramos que su libertad y sus impulsos son algo
natural y predestinado…
Cuando le separamos de las criaturas naturales y le
consideramos independiente, en cuerpo y alma, del mundo
físico en el que ha vivido y vive y, por consiguiente, le sometemos
a la inevitabilidad de la predestinación, en el sentido estricto de
la palabra…
O cuando lo convertimos en un individuo, siendo este la
única base de la sociedad, que no es más que un conjunto de
individuos…
O cuando ignoramos el aspecto de su vinculación con Dios
y reducimos las dimensiones de esa conexión sin otorgarle su
carácter eterno y permanente y sin compartir con el resto de
criaturas la composición, las funciones y el destino…
Cuando adoptamos una de estas cuatro posturas, nos
encontramos frente a un ser humano distinto y frente a otra
concepción de humanidad.
De hecho, observamos como los existencialistas franceses
tenían un deseo ferviente de adoptar el primer punto de
vista mencionado. De entre los filósofos griegos y orientales,
los aristotélicos y los deterministas, se inclinaron hacia el
segundo punto de vista. En la filosofía judía y en algunas
opiniones extremistas encontramos el tercero. El cuarto es
generalmente adoptado por la visión materialista o de los
filósofos occidentales, que rechazaron la escolástica y negaron
la influencia de todo lo inmaterial en las criaturas corpóreas,
es decir casi todos los sociólogos y filósofos contemporáneos.
El Islam y la humanidad
El Sagrado Corán confirma la perfecta armonía existente
entre religión y humanidad cuando dice:
“Levanta pues tu rostro hacia la religión, como un buscador de la fe
pura, siguiendo la naturaleza esencial en la que Dios ha creado a los seres
humanos –En la creación de Dios no hay cambios.- Ésta es la verdadera
religión pero la mayoría de las personas no tienen conocimiento.” (30:30).
Así mismo, el noble hadiz expresa la correspondencia entre
Islam y la naturaleza original del ser humano diciendo: “Todo
recién nacido nace con la naturaleza original”.
Si tenemos en cuenta que el concepto de Islam hace
referencia a la sumisión a Dios, esto significa que todo lo que
se encuentra en el lugar que le corresponde en la creación es
musulmán.
El lugar que Dios le ha otorgado al ser humano en la
creación es al mismo tiempo el que le ha sido concedido por
su humanidad y su sometimiento a Dios. De este modo, el ser
humano, desde su posición natural, se relaciona con el Creador
y con el resto de criaturas naturales y seres humanos, puesto que
el sometimiento del ser humano, su Islam, es su humanidad.
Los siguientes versículos benditos del sura de La Vaca (Al-
Baqara) aclaran este hecho:
“Decid: “Creemos en Dios y en lo que nos fue revelado y en lo que
fue revelado a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob y a las tribus, y en
lo que fue dado a Moisés y a Jesús, y en lo que fue dado a los profetas por
su Señor. No hacemos diferencias entre ninguno de ellos y nos sometemos
a Él.”
Y, si creen en lo mismo que vosotros creéis, estarán, ciertamente,
guiados y si dan la espalda estarán, ciertamente, opuestos a la Verdad y
Dios será suficiente para ti frente a ellos. Él es Quien todo lo oye, Quien
todo lo sabe. Tinte de Dios. ¿Quién es mejor que Dios tintando? Nosotros
somos Sus siervos. (2:136-138)
¿Quién determina los detalles?
Lo cierto es que la humanidad y sus valores, a pesar de
estar intrínsecamente conectados, no pueden ser delimitados
y es el propio ser humano el que establece, por diferentes
motivos, sus particularidades. Entre ellas se encuentran:
Primero: Las percepciones y sentimientos del individuo
y de la sociedad se ven afectados inevitablemente por sus
características culturales, sus circunstancias personales y sus
intereses terrenales.
Segundo: Tanto el individuo como la sociedad se
encuentran en estado de constante perfeccionamiento, de ahí la
permanente falta de comprensión y la incapacidad de reconocer
las dimensiones de la existencia humana. Dimensiones a las
que el ser humano aspira y hacia las que se dirige.
Si el ser humano quiere concretar los valores y las virtudes
humanas, lo hará en términos relativos y esto dará lugar a una
multiplicidad de seres humanos y llevará a someter los objetivos
a ilusiones y fantasías.
En cuanto a Dios, el Creador de los seres humanos, del
universo y de la vida, Él es quien tiene el estatus adecuado
para establecer los detalles que representen completamente las
dimensiones de una única humanidad. Ésta es la explicación
de la necesidad de divinidad, abstracción e inicio de la religión.
Con el fin de hacer hincapié en la validez de esta
investigación y su adopción por parte de los eruditos del Islam,
Dios los bendiga, queremos recordar el conocido principio:
“Las obligaciones legales son más leves que las obligaciones intelectuales.”
Y otro principio que dice: “Todo lo que es juzgado por la razón,
es juzgado por las leyes.” ¿Es esto entonces un juicio? Aquí
finalizamos el estudio del tema esencial de esta disertación, es
decir que el Islam es humanidad, junto a sus valores y virtudes
y que la humanidad es Islam.
El aspecto humano de la fe
La esencia de la fe islámica es la creencia en Dios, el
único, el cual posee los más hermosos nombres y es el ejemplo
supremo:
“No ha engendrado ni ha sido engendrado” (112:3).
Y esta fe:
Primero: libera al ser humano de la sumisión, es decir,
de la adoración, a todos los elementos de la naturaleza y a los
individuos semejantes a él, independientemente de su posición
y, por lo tanto, su existencia no se ve limitada por razones
materiales.
Segundo: orienta todas las energías del individuo hacia un
único objetivo y las preserva de pérdidas y desviaciones y del
politeísmo, es decir, reduce las posibilidades de que arruine su
vida y malgaste sus esfuerzos.
Tercero: dirige al ser humano hacia el objetivo eterno y
traza un largo camino para su ambición. Camino por el que
podrá transitar desde la cuna hasta la tumba y más allá de la
muerte.
Por lo tanto, la muerte no detiene la travesía del ser humano
hacia el perfeccionamiento, si no que este continúa, según los
hadices, “con un buen hijo, un libro que divulgue el conocimiento y una
caridad continuada”. La perfección y la recompensa aumentan
cuando, después de muerto, alguien da continuidad hasta el Día
del Juicio a su buena labor realizada.
Cuarto: mantiene el continuo perfeccionamiento del ser
humano lejos de peleas y competencias con los demás, ya
que la eternidad y lo inmaterial determinan la esencia de las
actividades y el esfuerzo del ser humano.
Quinto: Aúna las capacidades del grupo coordinándolas
evitando la competitividad y así previene la idolatría en la
sociedad, que divide a la comunidad y dispersa las capacidades
de los individuos:
“Y no seáis de los idolatras. De esos que escinden su
religión haciendo partidos, cada partido contento con lo que
posee.” (30:31-32)
Sexto: el significado de “No ha engendrado ni ha sido
engendrado” (112:3) aleja los elementos subjetivos y las diferentes
relaciones y filiaciones del marco de las valoraciones humanas,
ya que los seres humanos son iguales como los dientes de un
peine, no poseen sino aquello que obtuvieron con sus manos
y no les pertenece “excepto aquello por lo que se esfuerzan” (53:39).
En este sentido, también podemos observar el impacto
que posee la fe en la otra vida, en la justicia del balance divino
y en la visión del ser humano y de sus buenas y malas acciones,
aunque sean tan minúsculas como un átomo. Yo opino que el
impacto de la fe en los valores humanos refleja:
En primer lugar, el estatus elevado de la persona que le
hace responsable de sus actos, tanto grandes como pequeños,
de los secretos de sus esfuerzos y resultados, de todas sus
palabras y de lo que oculta en su pecho. La responsabilidad es
influir en uno mismo o en los demás. Es una tarea grandiosa
para el ser humano y le otorga honor.
En segundo lugar, la tranquilidad interna de que su labor,
tanto visible como oculta, no se perderá y la seguridad de que
el esfuerzo realizado con sinceridad, incluso si no fue fructífero
debido a obstáculos que le sobrepasaban, es un esfuerzo loable:
“Y la recompensa de quien salga de su casa, emigrando hacia Dios
y Su Mensajero, y le sorprenda la muerte, recae sobre Dios” (4:100).
Según el acuerdo al que han llegado los eruditos
musulmanes, incluso los transgresores tienen recompensa.
En tercer lugar, de la segunda reflexión podemos concluir
que la fe en la otra vida facilita al ser humano su tarea de cambiar
la sociedad para mejor, así como la tarea de desarrollarse a sí
mismo en cualquier circunstancia. El creyente intentará cumplir
con esta misión sin importar la opinión que tengan los demás
de la situación existente. El creyente desea poder estar frente a
Dios y por ello se prepara para su recompensa.
En cuarto lugar, no olvidemos aquí el papel de
arrepentimiento en el esfuerzo humano y en evitar la
desesperación y el miedo a la frustración.
El carácter humano de la cultura en el Islam
Podemos observar cómo los conceptos generales ofrecidos
por el Islam para formar una cultura elevada y auténtica en
las personas musulmanas y para crear una visión global del
universo y de la vida están basados en los valores humanos y
su preservación.
Si nos fijamos en los puntos de vista que el Islam tiene
del ser humano, de la vida, el universo, la sociedad y otros
conceptos generales que no pueden ser examinados por medio
de la ciencia empírica y que, por tanto, permanecer en la
categoría de teorías, y si los analizamos con detenimiento, nos
daremos cuenta de lo profundo de su humanidad.
En el Sagrado Corán, el ser humano es honrado y
favorecido por encima del resto de la Creación. Creado en “en
la mejor condición” (95:4) del mejor de los Creadores, ya que ha
sido creado por Dios. Es el representante de Dios en la tierra.
Él le enseñó el nombre de las cosas e infundió en él de Su
espíritu. Ordenó a los ángeles que se postrasen ante él. Puso a
su disposición el Sol, la Luna, las estrellas, la noche y el día. Es la
única criatura a quien Dios ha bendecido con el conocimiento,
con la posibilidad de controlar las fuerzas cósmicas y al resto
de criaturas. Su esencia es buena y está regido por la dualidad.
Tentado entre el libertinaje y la piedad, hasta que se perfeccione
gracias a los efectos del conflicto que sufre a la hora de elegir.
Ésta es otra de las características que le diferencia del resto de
criaturas y que le otorgan un rango superior al de los ángeles.
En cuanto a la visión del Islam respecto a la muerte, la
enfermedad y los desastres, hemos de decir que es una visión
muy original y humanitaria. La muerte es el adorno de la vida:
“Se ha colocado la muerte para el hijo de Adán como un collar en el cuello
de las mujeres” porque es una prueba para el ser humano y una
oportunidad de mostrarle a Dios nuestras mejores obras.
La muerte es una forma de acceso al Señor indulgente,
Quien posee lo mejor y lo más permanente. No es el fin de
las acciones del ser humano. Puede superarla y permanecer
favorecido junto a su Señor, contento con lo que Dios le ha
dado y feliz por los que todavía no se han unido a él. También
puede perpetuar su trabajo y continuar con sus actividades.
En cuanto a las enfermedades, las dificultades, la pobreza,
la falta de ánimos y la escasez de beneficios, constituyen
pruebas y medios para que las capacidades del ser humano se
desarrollen y para entrenar su paciencia. Al mismo tiempo le
advierten de su dimensión real, de que pertenece a Dios y a Él
regresará.
Por otro lado, las dificultades y las enfermedades, al igual
que los desastres naturales, conducen al ser humano a querer
conocer los motivos que los causan, para así poder evitarlos y
controlarlos en la medida de lo posible. Por lo tanto, constituyen
una enseñanza divina que aumenta el conocimiento humano.
Según el Islam, el futuro pertenece a los devotos y la
victoria a los más próximos a Él. Dios quiso hacer de los
oprimidos en la tierra imames y herederos. La consecuencia
de esta perspectiva ha sido un sentimiento de optimismo y de
confianza en el éxito y la salvación.
El universo es un gran altar donde todo se postra ante
Dios, Le glorifica y Le reza. Todo en él está ordenado, bien
calculado y tiene un destino predeterminado. Esta visión se
refleja de forma positiva e influyente en las actividades y en los
esfuerzos humanos.
El carácter humano de la sociedad en el Islam
El panorama social que el Islam propone a la comunidad de
los creyentes es uno de los elementos culturales islámicos más
importantes y uno de los más influyentes a la hora de preservar
los valores humanos. De acuerdo al Islam, la sociedad es como
un cuerpo, es un gran ser humano, en el que no hay conflictos
ni clases sociales ni élites. Está compuesto por miembros con
diferentes habilidades y capacidades, pero son comprensivos,
cooperativos y se ayudan entre sí para perfeccionarse los unos a
los otros. Cada individuo se elevará según lo que haya ofrecido
a los demás.
La sociedad es creada por y para el ser humano. Es un
retrato completo del ser humano y no solo de uno de los
aspectos de su existencia, el aspecto individual o el colectivo.
De lo contrario, se convierte en un instrumento de fuerte
represión en manos de algunos de sus miembros. Esto lleva a
la distorsión de la realidad del ser humano y a la deformación
de su verdadero aspecto.
Según el Islam, la sociedad está formada por los seres
humanos, todos ellos, sin hacer diferencias. Ningún individuo
es superior y no hay ninguna clase social privilegiada.
Ninguno de los elementos es reemplazable y ningún grupo es
independiente. No hay una mayoría sin la minoría y viceversa.
Todo es para el ser humano.
Esta sociedad está compuesta por el ser humano al
completo. No desarrolla algunos aspectos de su existencia
dejando de lado el resto. No desarrolla su individualismo o
su colectivismo en exclusiva. No desarrolla solo su cuerpo,
olvidando su espíritu, o al revés. En el Islam no existe la vida
monástica.
Conforme al Islam, las diferencias existentes entre las
personas que forman la sociedad mundial sirven en realidad
para confraternizar y, en consecuencia, para intercambiar y
cooperar, lo cual lleva a la integración humana a nivel global.
Ocurre exactamente lo mismo con las diferencias existentes
dentro de una comunidad.
La lealtad del ser humano hacia lo que le rodea y lo que
le pertenece no puede ir acompañada de un sentimiento de
superioridad o racismo. La patria, la nacionalidad o la familia no
son ídolos a los que hay que adorar y no podemos desarrollar
uno de ellos y servirle a expensas del resto.
En la sociedad musulmana, la riqueza es igual que el resto
de las posesiones del ser humano. No le domina ni le controla.
Es una encomienda que Dios pone a su cuidado. Por tanto,
lo esencial es el ser humano y no el dinero o las máquinas. La
capacidad humana representa el principal y el más excelente
elemento de producción.
El trabajo le permite participar de las ganancias sin tener
pérdidas, mientras que las máquinas no pueden gozar de
este privilegio. El trabajo también le permite fijar un precio
fijo mientras que el capitalista no puede fijar un beneficio
determinado, ya que eso se considera usura y ésta está
prohibida por el Islam.
Las leyes islámicas relativas al ámbito socioeconómico
están llenas de aspectos humanos. Por este motivo, el Sagrado
Corán califica al dinero de elemento de discordia a pesar de ser
un ornamento de la vida mundana, con el fin de no permitir
que controle al ser humano y para que no se convierta en un
monopolio de los ricos.
En cuestión de autoridad, el Islam rechaza cualquier
dominación hereditaria o accidental de una persona sobre otra
persona, excepto en el caso de los menores. La única autoridad
es la autoridad de Dios o la que proviene de compromisos,
pactos o encargos humanos. Estos estarán supeditados a las
condiciones de libertad, racionalidad y conocimiento adecuadas.
Una sociedad así es un campo fértil para la preservación y
el desarrollo de los valores humanos.
La moral en el Islam
La moral es uno de los propósitos de las enseñanzas
religiosas, su fin último y un elemento esencial en la estructura
de la religión.
Es de notar que la moral islámica combate duramente los
factores que impiden al ser humano conectar con la realidad,
como la cobardía, que le impide interactuar con otros seres
humanos, la crueldad, la insensibilidad, la indiferencia o
la vanidad, que es un sentimiento de autosuficiencia que
imposibilita el intercambio y el beneficio mutuo, y la arrogancia,
que impide beneficiarse de la abundancia divina y la facilidad de
la ayuda de los demás.
Haciendo un análisis superficial, la moral islámica, en su
totalidad, es el pilar de los valores humanos y la forma de llegar
a ellos y de conservarlos.
Los dictámenes islámicos salvaguardan los valores
El Islam no ignora las necesidades humanas ni llama a que
sean pasadas por alto o a combatirlas. El Islam no fomenta el
monacato en ninguna de sus vertientes.
El Islam considera y califica los medios para satisfacer las
necesidades como favores de Dios y considera que atender
estas necesidades con buena intención es adoración a Dios.
Por este motivo, el Islam pone límites a todas estas
necesidades, para proteger así los intereses de las múltiples
facetas de la existencia del ser humano y para salvaguardar sus
capacidades. Se le ha permitido al ser humano todo lo que está
en la Tierra y se le ha negado que prohíba “los adornos y los buenos
alimentos que Dios ha creado para Sus criaturas.” (7:32).
Por otro lado, el estudio de la clasificación de estas
necesidades y el modo de satisfacerlas, de forma lícita o
ilícita, puede ser denominado “misticismo islámico”. En este
misticismo el ser humano no se encamina a cumplir sus deseos
hasta que no tiene la certeza de que satisfarán a Dios. De este
modo evita que sus deseos, que son en su mayoría reflejos del
mundo material que le rodea, le extravíen.
La verdad es que este tipo de misticismo es diferente a la
conocida mística sufí, que se basa en negar categóricamente
estos deseos con el fin de serenar el ego y perfeccionar el alma,
evitando que el ser humano desarrolle la dependencia hacia el
entorno que su ego le impone a través de los deseos.
Lo que se le exige al ser humano es que sea activo en su
entorno y no pasivo. Debe ser promotor, influyente y guía.
Esto no puede suceder si se deja arrastrar por los deseos.
Lo interesante de las leyes islámicas relativas a lo lícito y
a lo ilícito, al margen del tema concreto del que traten, es que
son una forma de categorizar las cosas buenas y las malas.
En realidad, son una manera de purificar y ennoblecer al ser
humano.
Sería difícil revisar en esta charla todas las normas islámicas
y sus efectos en la preservación de los valores humanos, de
modo que concluiremos mencionando solo algunos ejemplos
más:
Los actos de adoración, las obligaciones y las prohibiciones,
quedan limitados a lo que es posible y fácil de realizar. Las
dificultades y las penurias pueden llevar a la anulación del
dictamen legal si causan daño a las relaciones humanas o
pérdida de derechos.
La ignorancia, la coacción, la imposición, el olvido
y la negligencia, son todos ellos factores que eliminan la
responsabilidad y anulan la obligación.
El trabajo ocupa la misma posición que la adoración,
mientras que la convivencia y el cumplimiento de las
obligaciones familiares y sociales entran dentro de la categoría
de actos de devoción, con el fin de que no pierdan su carácter
sagrado y humano.
Todas las relaciones, entre individuos o comunidades,
en cualquier circunstancia, se caracterizan por un enfoque
humano. Esto queda reflejado en las disposiciones a cerca de
la guerra.
Estos son algunos ejemplos y evidencias de la atención que
el Islam presta a los valores y a las virtudes humanas. Los he
expuesto humildemente en esta conferencia y quiero insistir en
que cada uno de los apartados es un capítulo de este Sagrado
Libro.
La comparación del Islam con los valores humanos muestra
la profundidad de este tema y la necesidad de estudiarlo desde
el conjunto de las ciencias islámicas, realizando una completa
recopilación islámica. Espero que acepten mi aportación, la
cual rindo ante Dios, Legislador del Islam y Creador del ser
humano, y que aceptéis mis disculpas.
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