lunes, 26 de marzo de 2018

AMLO al desnudo



La entrevista de seis periodista con Andrés Manuel López Obrador en Milenio Televisión tuvo gran audiencia y repercusión. No era para menos, los panelistas auguraban la exigencia que vendría y con ella la posibilidad de conocer mejor a quien está arriba en las encuestas. La expectativa se cumplió de sobra y el Peje aclaró muchas cosas de sus pensamientos, críticas y propuestas. Al margen del anecdotario por la irreprimible hostilidad de Carlos Marín que los seguidores de AMLO aprovecharon para victimizar a su líder, lo cierto es que muchos ciudadanos que lo vieron tienen hoy más elementos para forjar su opinión sobre el candidato que hoy encabeza las encuestas y ejercer un voto razonado.
Jesús Silva Herzog, Héctor Aguilar Camín, Carlos Puig, Azucena Uresti, Juan Carlos Becerra Acosta y el mencionado Carlos Marín fueron sinodales estrictos y seguramente lo serán también con los otros candidatos que acudan al mismo ejercicio. La intención del presente escrito no es hacer una crónica del evento sino de resaltar las respuestas que dio López Obrador sobre temas relevantes, las cuales nos permiten anticipar cómo sería y qué haría un gobierno encabezado por el tabasqueño.
Generó mucha polémica que Andrés Manuel dijera que tiene “mucha desconfianza” a lo que “llaman sociedad civil o iniciativas independientes”. Lo dijo en el contexto de descalificar al INAI, al Sistema Nacional Anticorrupción y asegurar que acepta la autonomía de la Fiscalía General solo si él propone la terna. No es casual, son temas en los que muchas organizaciones civiles han convergido para incidir en la agenda, debate y políticas públicas, así como en la discusión y aprobación de legislaciones.
Foto: milenio.com
Foto: milenio.com
La Red de Rendición de Cuentas es un gran y prestigiado conglomerado de académicos, intelectuales, personalidades, instituciones y organismos ciudadanos que han empujado la transparencia y el combate a la corrupción en México. Algo similar podemos decir de Seguridad Sin Guerra, Fiscalía Que Sirva yVamos Por Más que, siendo igualmente iniciativas de amplia convergencia de organizaciones y personas relevantes, se unieron para demandar una ambiciosa reforma al artículo 102 constitucional que garantice una procuración de justicia realmente autónoma, profesional, que respete los DDHH y ataque de raíz la impunidad, con la cual AMLO se ha rehusado a comprometerse. Ellos son los destinatarios evidentes de la desconfianza pejeana.
Las críticas de AMLO a la sociedad civil son injustas. Gracias a los avances en transparencia se han conocido tremendos fraudes como los desvíos de Javier Duarte por medio de empresas fantasmas y muchas otras cosas igualmente graves. Y si bien es verdad que las cuotas y los cuates han reducido en los hechos la autonomía del INAI, eso no es culpa de los ciudadanos sino del gobierno y los partidos. Error tirar al niño con el agua sucia. El Sistema Nacional Anticorrupción fue pensado para atacar la corrupción como un problema sistémico y estructural que se desarrolla en redes de complicidad, algo mucho más inteligente que pensar en terminarla con el puro ejemplo o desnaturalizando al Poder Judicial para investigarla, como si además éste no tuviera problemas de opacidad, privilegio, nepotismo y, por supuesto, corrupción.
A Andrés Manuel se le olvidó mencionar si aceptaría hacer sus ternas para Fiscal General con las diez propuestas que debe enviar el Senado, tal y como lo establece la Constitución. La duda es pertinente porque ya se adelantó a hacer públicas sus propuestas y resultaron ser puros fiscales carnales; además, al mismo tiempo propuso a los titulares de las fiscalías anticorrupción y de delitos electorales, aún cuando no es facultad del presidente hacerlo. Y cabe recordar que en su Programa Alternativo de Nación 2018-2024 propuso que el presidente designara al Fiscal. Si éste fuera realmente autónomo, el Ejecutivo no podría estar ofreciendo “amnistía anticipada” a corruptos.
La sociedad civil es un contrapeso fundamental al poder y eso es lo que le incomoda a López Obrador.
Otro punto fundamental de la entrevista fue la intención de AMLO de recurrir con frecuencia a la “democracia participativa” con referéndums, empezando por las “reformas estructurales”, siguiendo con derechos y libertades y terminando con la continuidad de su encargo. Ese es el método con el que presidentes en América Latina se han saltado al Congreso. Como está la legislación actualmente, y tras las sentencias de la SCJN que en 2015 rechazó todas las peticiones de consulta popular, requeriría primero una reforma constitucional para hacerlas vinculantes, es decir, de dos terceras partes en ambas cámaras y 17 legislaturas locales. Misión imposible. Pero no hace mucho en Ecuador, un plebiscito validado por la Corte Suprema desconoció a todos los legisladores y se organizaron nuevas elecciones con los dados cargados a favor del nuevo oficialismo. Andrés Manuel asegura que va a poner su revocación de mandato a consulta y que no se va a reelegir, pero no sería el primer caso de quien, diciendo lo mismo, cambió la Constitución con un referéndum para luego reelegirse indefinidamente. Sí, me refiero a ‘ya chávez quien’.
López Obrador insistió en que el derecho a decidir de las mujeres y la agenda de derechos de la comunidad LGBT debe someterse a consulta. Luego quiso corregir asegurando que lo ya logrado en la CDMX no se modificaría, pero impondrá una “suspensión provisional” de las luchas para ampliar esas libertades y derechos o para extenderlas a otras entidades. Explicar esa posición no es difícil: a su conocida mojigatería hay que agregarle la alianza con el ultraconservador PES con el que tiene explícitos compromisos morales y “espirituales”.
Las consultas plebiscitarias no son las únicas dudas que deja sobre el choque de sus deseos con la ley. Volvió a hablar de su propuesta de unir y coordinar todas las corporaciones militares y policiales en la Guardia Nacional bajo su exclusivo mando único “indelegable” para atender la seguridad pública. No solo alarma por tratarse de la propuesta más radical de concentración del poder y militarización del país, al grado que hace palidecer a la Ley de Seguridad Interior, sino que asegura no necesitar ninguna reforma legal para llevarse a la práctica.
Terminar de golpe y porrazo con los rechazados de las universidades no solo da para discutir su viabilidad, también su legalidad. Las universidades autónomas tienen el derecho a decidir su política de ingreso y no se les puede obligar a suprimir el examen de admisión. En algún momento de la entrevistaalabó el mecanismo de sorteo que se usa en la Universidad de la Ciudad de México para acceder a ella. Si bien es necesario aumentar la cobertura en el nivel superior, las experiencias mundiales exitosas incorporaron medidas meritocráticas para mejorar la calidad de la enseñanza e incentivar la superación que repercute en el crecimiento económico.
En el sexenio de Luis Echeverría se masificó la educación a ese nivel y lo aconsejable es aprender de esa experiencia: planear y no improvisar el aumento de matrícula. Y valdría la pena establecer acciones afirmativas que permitan ingresar a sectores desfavorecidos a las universidades, equilibrando su desventaja social, en lugar de poner el futuro de los jóvenes en una tómbola, sin reconocer su esfuerzo.
Frente a la situación del abandono de millones de jóvenes en el país que no estudian ni trabajan y de una violencia desbordada que los amenaza en buena medida a ellos es importante protegerlos y generarles oportunidades. La pregunta es cómo evitar que el dinero que AMLO propone darles se use de manera clientelar y no busque convertirlos en el sostén político del régimen. No sería el primero en hacerlo. La ventaja del salario básico universal que propone Ricardo Anaya es precisamente que se le quita toda discrecionalidad a su entrega y no se pide nada a cambio.
Si quiso dar confianza a los inversionistas, AMLO consiguió todo lo contrario. En la reforma energética se movió entre sus dos polos, Alfonso Romo y Paco Ignacio Taibo, afirmando sorpresivamente que “la política no es blanco y negro”, aunque al final de la entrevista aseguró ser el único candidato que no representa a la mafia en el poder. Esa doble preocupación de dar certeza a empresarios sin perder el favor de su base radicalizada hace que todas las dudas prevalezcan.
En el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de México fue enfático en cancelarlo, aunque “blindaría” los contratos. Da la impresión que su principal preocupación es el costo, aunque gran parte del dinero es privado. En virtud de que se ha comprometido a no aumentar impuestos y sus compromisos de gasto son muchos, es de suponerse que quiera ahorrar al máximo. Pero el NAIM es estratégico si se convierte en la puerta y conexión con América Latina y eso generaría un polo de desarrollo muy importante para el país. Eso no significa que no se investiguen los contratos y se sancionen los actos de corrupción, algo que se opone al ofrecimiento de impunidad que hace AMLO a corruptos de la actual administración, empezando por el presidente Enrique Peña Nieto.
Lo más escandaloso de la entrevista fue sin duda la megalomanía manifiesta de Andrés Manuel López Obrador. Tras calificar a Benito Juárez como el mejor presidente de la historia del país, aseguró “sin ego” que él sería igual que el Benemérito y que el movimiento que representa es el “más importante a nivel mundial”. Vimos quién es el principal promotor del culto a su personalidad y el desenfado con el que afirma su explícito mesianismo. No puede reconocer que se haya hecho algo bueno porque aspira a ser un parteaguas absoluto en la historia del país, el que lleve a cabo su “cuarta gran transformación”, siendo la Independencia, la Reforma y la Revolución las anteriores tres. Ya se vio en la cima de la “Historia de Bronce”, dando su nombre a calles y avenidas, con sus monumentos construidos y celebradas sus efemérides. Como le dijo Jesús Silva Herzog, “te va a quedar chico el país, Andres Manuel”.
La obsesión de Andrés Manuel es conseguir su gloria. No es sería el primero que la tiene ni el primero que usa el poder para eso. Lástima que la humanidad no aprenda en cabeza ajena, pero es bueno para la democracia que los mexicanos hayan visto a AMLO al desnudo. Confió en que pronto vean igual al resto de los candidatos y decidan su voto de manera libre y en conciencia.
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