jueves, 31 de mayo de 2018

AMLO no estaba en el destino de México

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Hay quien piensa que un líder social y político como AMLO tenía escriturada en su destino la presidencia de la República.
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Difiero de esa opinión.
Como en varias ocasiones le he comentado, la razón de que esté ahora en la antesala de ganar la presidencia deriva en una buena medida de los errores de sus adversarios.
Claro, hay que reconocer que una de sus cualidades es la persistencia.
En 2006, el gran éxito de López Obrador se cifró en buena medida en la enorme publicidad que le hizo su principal promotor: Vicente Fox.
Quizás –nunca lo sabremos realmente– si Fox no hubiera intentado poner en escena el teatro del desafuero, el resultado de la elección hubiera sido un triunfo más amplio de Calderón.
AMLO, luego de su derrota en 2006, tuvo un declive, que se reflejó en los resultados de la elección en 2012.
Hace 12 años obtuvo 36.1 por ciento de los votos válidos, quedando apenas debajo de Felipe Calderón; hace seis quedó en 31.6 por ciento, quedando 6.6 puntos por debajo de Enrique Peña.
Parecía ser un político cuya estrella iba apagándose.
Y, quizás esa hubiera sido la historia. Tal vez hoy ya estaría con un pie en su rancho, de no ser por una conjunción de circunstancias, a saber.
1.- El descrédito del gobierno actual. La imagen que de este gobierno se formó la mayoría de la población no fue la del régimen promotor de las reformas y de la modernización del país, sino la del gobierno de la ‘casa blanca’ y Ayotzinapa, es decir, de corrupción e inseguridad.
2.- La descomposición del PAN. El partido opositor histórico, que un par de veces ganó la presidencia de la República, entró en una fase de descomposición. Ricardo Anaya, con mucha habilidad política, se quedó con la candidatura presidencial, pero en el camino de hacerlo, propició la división y desdibujó al PAN al constituir el Frente.
3.- El PRD entró en proceso de extinción. La crisis de liderazgos del PRD condujo a que las principales bases del partido emigraran a Morena, dejando al partido histórico de la izquierda como un apéndice de otras formaciones políticas.
4.- AMLO obtuvo fuero, de facto. Lanzado desde hace varios años a una campaña presidencial, López Obrador se saltó las reglas, pero las autoridades no quisieron inhabilitarlo para competir por el temor a generar una crisis social, lo que le dio ventaja respecto a todos sus adversarios.
5.- El PRI rechazó tajantemente la segunda vuelta. Cuando, en 2016, se discutía la posibilidad de reformar la Constitución para establecer la segunda vuelta en las elecciones presidenciales en México, el PRI y el presidente rechazaron la idea, al temer la formación de una alianza de los partidos opositores en contra del partido en el gobierno. Hoy, muchos priistas quisieran la unión de los partidos favorables a la modernización en contra del populismo. No se pudo.
¿Era inevitable que pasara todo lo que ocurrió? No. Pero pasó. Hay muchos ‘hubiera’, que en el presente ya son irrelevantes.
Quedan sólo cuatro semanas de campaña y hasta ahora no pareciera que AMLO vaya a cometer los errores que en 2006 le hicieron perder. Aunque todo es posible.
Y quizá, lo más importante, es que sus contrincantes no parecen acertar en sus estrategias, como lo hicieron en 2006, para ganarle la elección.

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