lunes, 25 de junio de 2018

AMLO debe perder el domingo

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Si hay lógica y elemental racionalidad, López Obrador debe perder las elecciones del domingo.
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Es cierto que las encuestas le dan una ventaja amplia, pero falta votar.
Una característica de los conglomerados sociales contemporáneos es que son imprevisibles. Por eso AMLO está arriba en los sondeos de opinión, a pesar de ser la peor opción para México. O casi.
Las mayorías silenciosas serán decisivas.
Y por eso tal vez veamos el domingo una sorpresa: puede perder. Tiene todo para perder. Debe perder.
En su equipo, y en ningún otro, anidan los peores ejemplos de corrupción e ineptitud del abanico político del país.
Tiene el apoyo de Elba Esther Gordillo, que puso a la educación del país al servicio del sindicato y al sindicato al servicio suyo con todos los excesos, de sobra conocidos.
Lleva al Senado a Napoleón Gómez Urrutia, que no repartió entre los trabajadores 55 millones de dólares que Grupo México le entregó para beneficiar a cinco mil 202 mineros, y se fue a vivir como rey a la isla Victoria.
AMLO está aliado al constructor José María Riobóo, al que benefició con contratos sin licitar por 170 millones de pesos.
Ese constructor y AMLO lanzaron la campaña para cancelar las obras del nuevo aeropuerto en Texcoco porque Riobóo perdió un concurso.
Y anuncian que el aeropuerto se hará en la base de Santa Lucía, aunque sea inviable, para que Riobóo gane dinero.
¿Todavía nos preguntamos de dónde salía el dinero para la campaña anticipada de AMLO?
Elba Esther, Riobóo, Napoleón Gómez Urrutia…
Con ellos está Alberto Anaya, dueño del PT, acusado con mucho fundamento de quedarse con el dinero (millones) que el gobierno le daba a él y a su esposa para estancias infantiles en Nuevo León.
Ahí está, con AMLO, Lino Korrodi, experto en triangular dinero sucio para las campañas políticas.
Llevará al Senado a Nestora Salgado, que lidera grupos armados, secuestra niños, los pone a realizar trabajos forzados y cobra por liberarlos.
Con AMLO está José Guadarrama, otro finísimo personaje, cacique hidalguense de horca, cuchillo y mucho dinero, con un largo historial delictivo en elecciones y más allá: fue acusado por la CNDH de Jorge Carpizo de matar a cuatro perredistas cuando era del PRI.
La mafiosa Sosa Nostra es dueña del 60 por ciento de las candidaturas de Morena, en Hidalgo.
Los responsables de la tragedia de la discoteca New’s Divine están en el equipo de AMLO, encabezados por el delegado en aquel entonces, Francisco Chiguil, que organizó una redada anticonstitucional para extorsionar a muchachos pobres en el Ministerio Público y los mató por asfixia.
Ahí está, junto a AMLO, René Bejarano, quien no necesita mayor presentación, y sólo hay que recordar que fue el gran invasor de terrenos en el Distrito Federal y beneficiario de las regulaciones a pobladores que se quedaron sin casa por los terremotos del 85.
Tiene a su lado a Fausto Vallejo y a Leonel Godoy, ex gobernadores de Michoacán, cuyos familiares más íntimos están hasta el cuello metidos en el narcotráfico, al lado de La Tuta.
Y con él va, como candidato a diputado y hasta le levanta el brazo en los mítines, Rigoberto Salgado, acusado de apadrinar el narcomenudeo en Tláhuac.
Toda la CNTE está con él. Son los que han impedido el desarrollo de Oaxaca y Chiapas, además de asaltar camiones, bloquear destinos turísticos e incendiar edificios públicos.
Su candidato a senador en Guerrero es Félix Salgado Macedonio, que dio al traste con la seguridad de Acapulco cuando fue alcalde de ese maravilloso puerto y se la pasaba en fiestas en yates de obscuros amigotes en el mundo del hampa.
Podríamos seguir con un rosario de personajes y agrupaciones que llegarían al poder con López Obrador, que han resultado ser nocivos para México.
Ahí hay algunas razones por las cuales no debe ganar el domingo.
Seguramente va a perder, y no se extrañen.
Tampoco vayan a decir que fue “fraude”.
El único que hizo fraude es él: no reportó a tiempo al INE el 85 por ciento de sus gastos, porque estaban cuadrando sus cifras.
Hizo campaña cuatro años antes de que empezara el plazo legal.
Si hay una pizca de sensatez y no lanzamos a México al precipicio, va a perder.

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