martes, 5 de junio de 2018

Cuidemos la lengua, eh

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La historia oscura de las izquierdas (y, en México, AMLO es de izquierda) se encuentra en su obsesión por controlar la libertad. No importa la escala que ocupe en la cadena social o de mando: la izquierda siempre exige silencio.
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En menos de una semana se registraron dos reclamos de silencio, al calor de la contienda electoral:
—Lorenzo Córdova, político de izquierda allí donde existan, no se controló (aun en su condición de árbitro electoral para todos los mexicanos) y amonestó a los empresarios por llamar a pensar el voto, evidentemente contra AMLO, quien no las tiene todas con los empresarios.
—Y, ayer, la izquierda estridente de las redes sociales se le fue encima a Enrique de la Madrid porque emitió un mensaje a los jóvenes, sugiriéndoles que México no debe ser un país dividido y cerrado al mundo, y que tomen “la mejor decisión” que ayude a su futuro.
Siempre que la izquierda vuelve a sus fuentes autoritarias, para impedir la libre expresión, hay que recuperar la historia del poeta cubano Heberto Padilla: el “Caso Padilla” dividió para siempre a los intelectuales entre los que defienden las dictaduras y los que no.
Padilla fue encarcelado porque escribió un poema en el que unos versos se refieren a las exigencias de la revolución castrista a los ciudadanos:
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaría inútil
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
La comparsa, el choteo de las encuestas (que crean la percepción de que ya ganó las elecciones un político autoritario como AMLO) está provocando, en muchos mexicanos, una alarmante prisa por regresar al cómodo asidero humano de obedecer por adelantado, sin arriesgar nada.
Y, en el paquete de obedecer por adelantado, parece estar incluido el silencio, la donación de lengua, como algo estrictamente necesario: “tender puentes” es el eufemismo usado en nuestra política, caracterizada por una mezcla de mucha saliva y estómago duro.
“Nadie puede orientar el voto”, les dijo el presidente del INE a los empresarios, cuando una democracia se trata justamente de que los ciudadanos se formen una opinión, a partir de escuchar y emitir todas las opiniones: se llama libertad de expresión.
Un derecho que tiene el secretario de Turismo a reivindicar el mérito de la democracia mexicana de haber logrado un largo periodo de estabilidad económica y política, de libertades, de transparencia, conquistas sociales como la universalización de la salud, la diversidad sexual…
¿Que quiso decir “si votas por AMLO nos lleva la fregada”? De la Madrid nunca lo dice.
Pero tiene todo el derecho a decirlo.

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