lunes, 25 de junio de 2018

Presidencia imperial

Presidencia imperial

  EDITORIAL| VIEWS: 2770
Sabemos que el candidato presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, nunca ha simpatizado con un intelectual como Enrique Krauze. La semana pasada esto volvió a quedar más que claro.
Después del video en donde se escucha al historiador pedir al electorado dividir el voto para evitar que el próximo presidente de México tenga poderes absolutos, el tabasqueño salió como fiera a criticar a Krauze. Lo llamó “intelectual orgánico del conservadurismo” y calificó de fifís a la sociedad civil representada por Claudio X. González y todos esos empresarios a los que pertenece, dice el tabasqueño, tanto el director de Letras Libres como el escritor Gabriel Zaid.
Llama la atención que un ejercicio de reflexión, donde lo único que hace Krauze es advertir sobre el daño que causan y han causado las dictaduras —de izquierda o de derecha— a la democracia, haya sacado de sus casillas a López Obrador.
¿Por qué se puso el saco? La razón es simple. Porque López Obrador tiene pensado que, de ganar, instituiría una presidencia imperial, sin límites y sin contrapesos.
El llamado al “voto dividido” es un dardo envenenado al corazón de un caudillo que necesita mayoría absoluta en las dos Cámaras para modificar a modo y capricho la Constitución. Las modificaciones que haría a la Carta Magna no solo tienen que ver con echar abajo las reformas energética y educativa. Tendría poderes plenos para nombrar como ministros de la Corte a sus aliados, restar soberanía constitucional a los estados y, por supuesto, reelegirse.
Cuando acusa a Krauze de ser un “intelectual orgánico del conservadurismo” está avalando a los intelectuales orgánicos de la izquierda lopezobradorista, como es el caso de Paco Ignacio Taibo II, Enrique Dussel o Hugo Aboites.
Para decirlo rápido: los intelectuales buenos, dignos de ser respetados y reconocidos, son los que aplauden al mesías y están en las filas de Morena. Los demás… pueden ser conducidos al patíbulo.
De acuerdo con crónicas periodísticas, el mensaje de López Obrador a Krauze no fue producto de una entrevista banquetera. El candidato llamó a la fuente para dar esa declaración y deslizar lo que sin duda fue una amenaza: palabras más, palabras menos, dijo que iba a respetar a sus opositores, pero que solo quería dejar en claro que no eran liberales sino meros simuladores.
¿Qué sucedería si un presidente de la república se dedica a descalificar moral y profesionalmente a todos aquellos que hablen o escriban en su contra? ¿Cuál sería su destino? ¿La cárcel, el ostracismo o la muerte?
¿Cuál, el futuro de nosotros los periodistas críticos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario