El día en que la realidad le ganó a López Obrador
Entre los problemas de urgente solución a los que se enfrentará el gobierno del presidente electo Andrés Manuel López Obrador destaca el de la seguridad pública. Mientras prevalezca la inseguridad que agobia al país, no habrá crecimiento, ni inversión, ni creación de empleos, ni oportunidades para los jóvenes, ni futuro para nadie.
Ante la inseguridad las personas abandonan sus trabajos, cierran sus negocios se alejan de los lugares de diversión y entretenimiento y en el extremo, abandonan sus comunidades.
Este es el panorama que la terca realidad le plantea al gobierno de López Obrador que, para no equivocarse preguntó sobre el tema al secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón y al secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos y anunció que la Marina y el Ejército continuarán en las calles realizando tareas de seguridad pública y en el combate a la delincuencia organizada, señaló que la medida será transitoria.
“No podríamos dejar de utilizar al Ejército y a la Marina para garantizar la seguridad pública porque no hay una organización. Si no contamos con el apoyo del Ejército y la Marina no podríamos. La Policía Federal no está preparada para sustituir lo que hacen los soldados y los marinos. Siendo realistas no se ha podido consolidar a la Policía Federal, no se avanzó”. (La Razón, 25 de agosto de 2018)
La decisión del presidente electo difiere de la posición que sostuvo durante su campaña cuando decía que se debería organizar toda la fuerza policial en una Guardia Nacional para garantizar la seguridad pública. También afirmaba López Obrador, cuando buscaba el voto popular, que era un riesgo tener al ejército en labores de seguridad por su “proclividad a la violación de los derechos humanos”. (La Jornada, 25 de agosto de 2018)
No es lo mismo la posición del discurso de campaña cuando se pueden plantear críticas a las políticas del gobierno en turno, que asumir el peso de la realidad que se impone, en materia de seguridad, todos los días con muertes en diferentes entidades del país, que tienen en común la violencia que, en la mayoría de las ocasiones, realiza la delincuencia organizada armada, con mucho dinero en su haber, para corromper a las autoridades locales, estatales y federales y, en tiempos electorales, imponer a sus incondicionales en los puestos de elección popular y, a los que no se sometían los eliminaba.
La realidad será la justa medida que le indicará a López Obrador cuales de sus muchas promesas de campaña va a poder cumplir. Conviene recordar que suele convertirse en permanente lo que se presenta como transitorio y que su intención de que no permanezcan la Marina y el Ejército largo tiempo en actividades de seguridad pública podría no cumplirse.
Difícilmente alguien podría determinar el tiempo para construir una policía profesional confiable que garantice la paz pública en el país, a lo que habría que agregar el costo financiero para su operación. Tal vez de los ahorros que propone realizar López Obrador en el proceso del combate a la corrupción, se podrían obtener recursos para este propósito, pero entonces no habría dinero para los Ninis, ni para los adultos mayores, ni para los arbolitos en Chiapas, ni para los 600 kilómetros adicionales del Tren Maya, ni para la reconstrucción de los sismos, y demás, porque instrumentar una verdadera policía comprometida con la comunidad no es una ocurrencia de poco tiempo y bajo costo.
Conforme la realidad vaya tomando la palabra iremos viendo como las altas expectativas de la población se irán convirtiendo en decepción y también veremos cómo el discurso de López Obrador se va a ir ajustando hasta llegar a hacer lo que antes descalificaba, como sucedió con el tema de la seguridad.
En noviembre pasado, López Obrador planteaba un retiro “paulatino y programado” de las Fuerzas Armadas y decía que se analizaría la conveniencia de crear una Guardia Nacional. En diciembre, decía que crearía la Secretaría de Seguridad Pública y habría mando único, desde el primer día “asumiré la coordinación del gabinete de seguridad pública. Se creará la Guardia Nacional, para reorganizar e integrar a todas las corporaciones militares y policíacas”.
En mayo empezó el cambio en el discurso, pasó de hablar de integrar las corporaciones a sólo coordinarlas mejor, con lo que los militares seguirían en el combate a la inseguridad.
El pasado viernes 24 de agosto dijo: “Necesitamos resolver el problema, en definitiva, con lo que más convenga. Y lo vamos a hacer en el mediano y largo plazo. Vamos a actuar ahora en el corto plazo con el apoyo del Ejército y la Marina y de acuerdo a los resultados vamos a tomar una decisión que puede consistir en cambiar el marco jurídico.” (Animal Político, 27 de agosto de 2018)
No debemos descartar que de la consulta sobre pacificación surjan algunas “ideas” para “resolver el problema”, después de todo el “pueblo no se equivoca”.
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