lunes, 29 de octubre de 2018

Más Respeto

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Andrés Manuel López Obrador no se ha caracterizado por su proclividad, ni su simpatía por la milicia.
En repetidas ocasiones, incluso se ha expresado al respecto, utilizando denuestos, ante el celo puesto por los integrantes de nuestras fuerzas armadas, en el cumplimiento de su deber.
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Y es que si algo debe caracterizar a los cuerpos militares, es la lealtad y la disciplina, situaciones indispensables para cumplir con sus tareas.
A partir de su triunfo en las urnas, López Obrador no ha dejado de poner a prueba la institucionalidad de los militares de nuestro país.
Primero, al insistir en vincularlos con crímenes de lesa humanidad, como los casos de las matanzas de Tlatelolco, Aguas Blancas, Ayotzinapa y otros.
Segundo, por cancelar la compra de equipo militar indispensable para que los integrantes de las fuerzas armadas, realicen las tareas que les han sido asignadas en materia de seguridad nacional, de la mejor manera y utilizando equipo digno y no chatarra.
Tercero, porque el presidente electo continúa con la idea de desaparecer el estado Mayor Presidencial, e incorporar a sus elementos, a los distintos cuerpos existentes en el ejército, marina y fuerza aérea mexicanos.
Por último, porque piensa escamotear al ejército y fuerza aérea mexicanos, la base aérea más importante del país, misma que no podrá ser emulada o sustituida con facilidad. Y esto, pese a que se ha empeñado en hacer circular el rumor de que la fuerza aérea planea construir una base equivalente, en Querétaro.
Lo anterior, sin contar lo riesgoso en todo sentido, que significa dar uso civil, a instalaciones de carácter militar.
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A todo lo anterior, habría que añadir el discurso de la austeridad, que implica menoscabar las percepciones de la alta oficialidad, misma que difícilmente brinque de alegría al enterarse.
¿Quién nos puede garantizar la lealtad irrestricta del ejército? La verdad es que nadie. Tendríamos inevitablemente que argumentar que en ocasión de la alternancia, todo acaeció con orden y normalidad.
Claro que en aquel momento, nadie mencionó siquiera la posibilidad de reducir los haberes del alto mando y en honor a la verdad, el ejército mexicano siempre ha hecho en los tiempos modernos, alarde de institucionalidad, aunque no podemos dejar de mencionar que antaño tuvo una arraigada tradición golpista.
Andrés Manuel López Obrador tendría que pensar en dar un trato más respetuoso a nuestros soldados, marinos y pilotos.
Tendría que pensar en dotarlos de manera inmediata de equipamiento moderno, tendría que pensar en dotarlos de instalaciones a la altura de sus deberes y responsabilidades.
Resulta harto peligroso que el jefe de las instituciones nacionales, se ponga a desafiar y a medir fuerzas, con los encargados de sustentarlas y darles viabilidad.
Ojalá que el presidente electo reflexione en estos temas, basta dar una ojeada retrospectiva a la historia de nuestro país, para percatarse de lo peligroso que significa para un mandatario civil, ponerse en malos términos con los elementos de nuestros cuerpos de defensa y seguridad. No vaya a ser que vaya a terminar como Madero.
Dios, Patria y Libertad

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