jueves, 6 de diciembre de 2018

l Presidente les habla a los suyos, ¿y la oposición?

ES LA ESTRATEGIA…
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El Presidente Andrés Manuel López Obrador parece tener perfectamente claro que su fuerza política radica en el respaldo ciudadano, principalmente en el de sus seguidores más duros.
Los primeros días, los primeros mensajes y las primeras acciones de su gobierno demuestran que el objetivo estratégico del arranque del nuevo gobierno es solidificar esta fuerza, anticipándose a los problemas y coyunturas negativas que, necesariamente, enfrentará su gobierno. Cerrar el año con un saldo a favor con ese sector de la población que habrá de gastar en los meses siguientes.
La apertura de Los Pinos al público, el anuncio de la venta del avión presidencial, la coloquialidad en el lenguaje, la cercanía con el ciudadano común en cada aparición pública, no significan cambios de fondo, pero sí en las formas, y para ese sector de seguidores duros, por ahí debía empezar la transformación.
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Frente a esto, la ausencia de la comunicación estratégica en la oposición ha provocado una absoluta falta de conexión con los ciudadanos. Ni siquiera con los que el Presidente ha dejado de lado en su comunicación durante este arranque de gobierno.
Mientras el PRI y el PRD han brillado por su ausencia, en el PAN han basado su comunicación en “exigir” el cumplimiento de las promesas de campaña de AMLO. Durante la toma de protesta en San Lázaro, por ejemplo, decidieron demandar la baja en los precios a la gasolina.
Esto no fue sólo tremendamente predecible, sino un regalo para el Presidente, que “improvisó” una respuesta contundente que los responsabilizó de la situación.
En Comunicación Política hay una máxima que dicta que no todos los voceros son adecuados para todos los mensajes. Si la oposición no entiende esto y se aferra a que su causa sea las promesas de campaña de AMLO, permitirá que el Presidente y los suyos le sigan recordando al país por qué votaron contra ellos tan contundentemente el pasado 1 de julio.
Porque así como los precios de la gasolina, la mayoría de las propuestas del hoy Presidente nacieron, en su momento, de la oposición a las decisiones o acciones atribuibles a los gobiernos del PRI y del PAN.
No es que no deba existir esta exigencia. Lo que están equivocando es la fuente de ella. Estas demandas tendrían otra legitimidad viniendo desde la sociedad civil.
Mientras los partidos se mantengan reactivos a la comunicación del Presidente, su mayor aspiración será provocar una respuesta de López Obrador, pero no lograrán reposicionarse.
Necesitan encontrar sus propias causas. Éstas deberán ser banderas relevantes para los ciudadanos (principalmente para los que López Obrador ha dejado de lado), y sobre las que tengan credibilidad y legitimidad.
Del otro lado, la oposición informal, tiene quizá una mayor oportunidad: el crecimiento de liderazgos ciudadanos, no partidistas, con legitimidad para exigir lo prometido en campaña.
Ante un jefe del Ejecutivo que absorberá tanto la atención mediática y tratará siempre de marcar la agenda, estos dos tipos de oposición son necesarios. Pero para ser efectivos deben mantenerse independientes entre sí, hasta donde sea posible.

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