Pocas veces, como hoy, se justifica plenamente el título de ésta columna.
Sí, ¡se los dije!
Hoy, a 17 días de que arrancó el nuevo gobierno, el de López Obrador, el número de muertes violentas en México supera los mil casos.
Una cifra que rebasa en mucho a las muertes violentas en los primeros 17 días de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
¿Qué pasó, por qué en el gobierno de AMLO, el número de muertes violentas se disparó apenas en los primeros 17 días?
¿Por qué no se hizo el milagro que anunció AMLO desde el primer día de su gobierno, como lo prometió en campaña?
La respuesta la saben todos los que gustan de la autocrítica elemental
Lo que pasó es que el nuevo presidente ha dicho cientos de mentiras, una de ellas la mentira de que por el sólo hecho de que él llegaría a la presidencia, se acabarían la violencia y el crimen
Muchos dijeron –y aquí también lo dijimos–, que era una mentira que sólo por invocar la buena voluntad y dizque pregonar con el ejemplo, se acabaría la violencia y el crimen.
Dijimos que era falso que la violencia y el crimen acabarían con el cuento del combate a la corrupción; dijimos que las grandes empresas criminales no responden a llamados morales, a una Constitución Moral y menos a la propaganda electorera y populista, como la de AMLO.
Dijimos que era un sueño irrealizable y una mentira suponer que sólo por el llamado del Presidente, los criminales dejarían sus jugosos negocios y regresarían a la “justa medianía”.
Y dijimos que la violencia y el crimen no acabaría si las madres de los criminales –como propuso el Presidente Obrador-, reprendieran a sus hijos y les pidieran “portarse bien”; si las madres de ladrones, criminales, matarifes, sicarios… pidieran “a sus hijitos” que regresaran al camino del bien.
No, nadie puede seguir soñando y menos la sociedad puede seguir creyendo las mentiras de un Presidente que no repara en engañar.
Lo cierto es que el crimen organizado y el narcotráfico son acaso los negocios más rentables y sus negociantes –los criminales–, no van a dejar sus jugosas ganancias porque se los pide un Presidente que no está dispuesto a combatir ese flagelo.
Y es que cualquiera que revise el presupuesto de egresos para 2019 entenderá que para el gobierno de Obrador la prioridad no es el combate al crimen.
Más bien parece que el nuevo gobierno manda el mensaje de que dejara hacer y dejará pasar y que el sexenio será el reino del crimen.
¿Y dónde están las voces que decían que el de Calderón era el sexenio del crimen…? ¿Dónde están los que hablaban de “los muertos de Calderón? ¿Dónde están los que satanizaban a Peña Nieto por tener al Ejército y la Marina en las calles?
Hoy, López Obrador es el Presidente que menos presupuesto destina contra el crimen y que más emplea al Ejército y la Marina en la lucha contra el crimen. Y callan todos los que cuestionaban esa práctica en otros gobiernos.
La doble moral del lopismo.
Se los dije.