martes, 29 de enero de 2019

A la caza de los archivos de yihadismo

Varios gobiernos occidentales presionan para que proyectos académicos como Jihadology protejan o cierren sus webs de análisis por temor a que los usen los terroristas

Fotograma de un vídeo de un grupo armado en Siria alojado en jihadology.net.
Fotograma de un vídeo de un grupo armado en Siria alojado en jihadology.net.
Cuatro de los detenidos por el asesinato en Marruecos de Louisa Vesterager, danesa de 24 años, y Maren Ueland, noruega de 28 años, grabaron antes del doble asesinato un vídeo en el que juraban su lealtad al Estado Islámico (ISIS, en sus antiguas siglas en inglés). Los cadáveres de las dos jóvenes fueron hallados el 17 de diciembre. En el vídeo salen estos cuatro individuos frente a la cámara, con una bandera del ISIS a sus espaldas. La grabación es mala. Solo habla uno de ellos; se oye bajito por la mala calidad del audio. La luz es tenue, aunque se pueden reconocer los rostros de las fotografías difundidas tras sus detenciones. Parece una comparecencia improvisada. La bandera que cuelga de la pared, por ejemplo, es una copia poco elaborada de la que usan los yihadistas del ISIS. El metraje, partido en tres clips, se puede ver en la página web jihadology.net, uno de los mayores archivos de contenido yihadista, proyecto de Aaron Zelin, experto del centro de análisis The Washington Institute for Near East Policy.
El vídeo aporta algunas claves para el buen analista. Otros pudieran pensar que sirve de gancho de propaganda en la Red para los fieles del ISIS. En la grabación, el que toma la palabra vincula el atentado con las derrotas del grupo yihadista en Hajin (Siria), uno de sus últimos enclaves. El debate está servido: ¿debiera Zelin dejar que todo el mundo vea esto? Reino Unido parece opinar que no. El Comité de Inteligencia y Seguridad británico manifestó en un informe del pasado noviembre que hay proveedores de comunicación que se niegan a eliminar contenido extremista online a pesar de que así se lo han pedido desde el propio Gobierno. El informe, que trata de analizar qué medidas tomar para evitar atentados como los cinco sufridos en 2017, decía esto: "Un ejemplo es *** que aloja muchos vídeos, *** en los que aparecen imágenes violentas y perturbadoras. Pese a las varias peticiones cursadas por Reino Unido y sus socios europeos, *** se ha negado". 
El informe protege con esos asteriscos la identidad de la web, pero según una consulta hecha por el diario Financial Times a fuentes gubernamentales se trata precisamente de Jihadology, alojada en WordPress, propiedad de la empresa norteamericana Automattic, con sede en San Francisco (California, EE UU). Según recoge el comité en el reporte, la empresa argumenta que no elimina este contenido porque "comprometería la calidad del análisis que el dueño del site provee". Zelin, uno de los mayores expertos en yihadismo, habitual en los medios, ha pedido comprensión ante un momento difícil y ha preferido no hacer comentarios.
No parece, en efecto, que Automattic vaya a eliminar Jihadology. Ya en diciembre de 2017, la empresa californiana informó de que había recibido 131 reportes de organismos gubernamentales extranjeros sobre propaganda extremista en las webs que alojaba. De esas, 20 tenían que ver con Jihadology, único site que mencionaron con nombres y apellidos. No hicieron nada en relación con ninguna de las peticiones. "No tomamos medidas sobre estos reportes porque el contenido está publicado en un contexto académico y de investigación", dijo Automattic.
Una de las opciones que se le presentan a Zelin es el cierre de la web o protegerla a través de una contraseña que garantice mayor control -el prestigioso proyecto SITE Intelligenge Group limita el acceso a parte de sus contenidos-, algo que algunos colegas del ámbito académico no compartirían, aunque hayan pasado por ello. Es el caso de Pieter Van Ostaeyen, especializado en el yihadismo en Bélgica. El 22 de marzo de 2016, Van Ostaeyen reaccionó a los atentados en  Bruselas con una retahíla de tuits en los que aportaba mucha de la información y contexto que él tenía. Tras un receso se percató de que Twitter había suspendido su cuenta. Fue un aviso. "Probablemente fue un proceso automático", dice el analista por correo electrónico.
Lo que pasó después es que su web, alojada también en WordPress y dedicada como la de Zelin al estudio académico de material yihadista, tuvo que instalar una contraseña. "Un servicio [de inteligencia] me contactó porque había sido a su vez avisado por otro servicio amigo de que se estaban planteando suspender mi web si no la hacía privada", cuenta Van Ostaeyen. "Al principio traté de negociar pero no fue suficiente. Tuve que ponerme bajo el radar para que no me suspendieran la web". Se rumoreó que la petición había sido cursada por el Gobierno indio, pero él matiza y señala que también estuvieron envueltas agencias de países europeos occidentales. El resultado fue una caída dramática de la audiencia y un descenso notable de sus análisis.
Otro de los más consultados por su acceso privilegiado a documentos que han radiografiado la vida y terror en el califato es el analista Aymenn Jawad al Tamimi, del Middle East Forum. Ha sido polémico por su acceso a miembros del ISIS. Uno de sus últimos trabajos es una entrevista con un integrante de Hayat Tahrir al Sham, grupo afín a Al Qaeda en Siria. "Nunca tuve problema con nadie que me pidiera que cerrase mi web", dice en un mensaje, "principalmente porque no agrego vídeos de propaganda o producciones de los grupos [yihadistas], sino que reúno documentos internos para un análisis crítico y su traducción". En cualquier caso, Al Tamimi no está a favor de que Jihadology proteja su contenido a través de un password.
No tiene tampoco cortapisas el proyecto de análisis Jihadica. Cole Bunzel es su editor. Admite que ha recibido ciberataques en el pasado "por gente confundida que pensaba que era un site proyihadista". Bunzel apoya el proyecto de Zelin: "Su web es una fuente incalculable para aquellos que estudiamos asuntos sobre el yihadismo suní", dice el analista, "pero es verdad que los propios yihadistas algunas veces linkan a la web". Después de que los gigantes Google, Facebook y Twitter hayan reforzado la caza y aniquilación del material extremista en los últimos cuatro años, el adoctrinamiento se ha agazapado entre messengersencriptados y foros de la conocida como deep web o Internet profunda.
Mientras esa frontera sea fina, el choque entre libertad de expresión y seguridad va a persistir. El pasado 12 de diciembre, el Parlamento Europeo lanzó una serie de recomendaciones para combatir el terrorismo basadas en el trabajo de año y medio de un comité especializado. Entre ellas, instaba a los Estados a poner en marcha "procesos legales que investiguen el enaltecimiento de actos de terrorismo; eliminando propaganda online o impresa que incite explícitamente a la violencia". Pero, ¿esté dónde esté?

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