martes, 26 de febrero de 2019

¡AMLO, EL CHAPO Y EL ODIO A LAS MUJERES!

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A favor del candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, votaron poco más de 13 millones de mujeres mexicanas, lo que representa el 49 por ciento de los 33.3 millones de votos totales que recibió el tabasqueño.
Lo anterior significa que –en promedio–, salió de una mujer uno de cada dos votos que llevaron a Obrador a la casa presidencial.
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Por eso la primera pregunta: ¿Qué esperaban las mujeres mexicanas del populista candidato de Morena, si todos saben que el hoy presidente es un profundo conservador?
Resulta difícil conocer la motivación del electorado femenil ya que, por ejemplo, durante la campaña y en su programa de gobierno pocas o ninguna propuesta central de Morena fue dirigida a las mujeres.
De manera genérica –y sin detalles–, Obrador decía que su propuesta de gobierno era una alternativa de género y que, por eso, estaba muy lejos del conservadurismo de la derecha. ¡Demagogia pura y dura!
Tarde se percató el electorado femenil de que no existía una sola línea, una palabra de la propuesta de gobierno de AMLO dedicado a los niños. Es decir, que el hoy presidente ignoró todo lo relativo a los infantes.
Peor, si no existió un solo programa social a favor de la niñez, menos una iniciativa para atender a esa dupla fundamental en la sociedad, llamada “madre e hijo”.
A pesar de ese desprecio a las mujeres; a pesar del desdén a los niños y la nula atención a la célula básica de la sociedad que son la madre y los hijos, casi la mitad de la población –49 por ciento de votantes mujeres–, sufragaron por Obrador.
También se debe decir que una de las pocas promesas formuladas por Obrador sobre las madres y sus hijos –no en campaña sino en la toma de posesión–, fue la promesa de respetar las estancias infantiles que atendían a casi medio millón de niños y que, por tanto, resolvían un grave problema para otras tantas madres en todo el país.
Es decir, las guarderías eran una respuesta exitosa a la atención de los niños en sus primeros años –previos a la escuela y fundamentales para el desarrollo adulto–,  que además permitía que las madres y, en especial las madres solteras, pudieran hacer frente a un empleo alternativo.
Una madre nunca deja a sus hijos en una guardería o estancia por gusto; lo hace porque debe contribuir a la economía familiar. Y la retribución del Estado al sacrificio fue la constante certificación de las estancias en la calidad y atención al menor.
Sin embargo, resultó traumático el despertar para miles de familias y para millones de madres y sus hijos, cuando comprobaron que el conservador presidente Obrador enarboló el discurso de que los hijos deben ser educados en la casa, que no deben salir de la casa y que las madres deben estar en la casa; pensamiento ultraconservador que deslizó apenas tomó posesión.
Luego vino el golpe final; cancelar las guarderías.
Y es que para Obrador el único programa social que importa es aquel que produce votos, popularidad y el aplauso fácil.
Por eso la vorágine morbosa de repartir dinero a manos llenas tanto a “ninis”, como desempleados, presos, ancianos… a costa de los niños.
En el fondo, cuando Obrador rompió la cadena que amalgamaba a la guardería con el hijo y a la madre con el trabajo, el presidente consiguió dos objetivos clave de su cultura ultraconservadora; el regreso de las madres a la casa, para cuidar a los hijos y rescató dinero para programas populistas que si dan votos.
Peo no fue todo. Luego de acabar con las guarderías Obrador se fue contra el Seguro Popular, –que atiende a una mayoría de mujeres–, contra programas dirigidos a mujeres y tocó fondo cuando canceló el dinero para los refugios de madres en peligro, por la brutalidad de sus parejas.
Quedó claro: a López Obrador poco o nada le importan las mujeres.
Sin embargo, cuando la madre de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, le pidió visas humanitarias para que ella y su familia pudieran visitar al hijo descarriado, Obrador hasta presumió su gesto humanitario.
Y entonces vino la paliza y el recamo generalizado.
¿Dónde está el gesto humanitario del Presidente con las madres que en las guarderías tenían el último recurso de supervivencia y atención para sus hijos? ¿Dónde está el peso del Estado para atender a los niños en sus primeros y vitales años de vida, con especialistas de la conducta y la socialización? ¿Dónde el gesto humanitario del presidente a favor de las mujeres con cáncer? ¿Dónde está el gesto humanitario a favor de las mujeres violentadas, junto con sus hijos, que deben acudir a refugios para salvar sus vidas?
Queda claro que para la cuarta transformación las mujeres son un instrumento igual a las escopetas: “deben estar cargadas y detrás de la puerta”.
Al tiempo.  

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