AMLO y el Ejército
Asignar al Ejército la construcción de una obra civil tan compleja como la del aeropuerto en Santa Lucía es irresponsable. Los militares no tienen experiencia en nada similar. Ni es de su competencia el tenerla. Su única gran obra civil reciente es la cerca perimetral del cancelado NAIM
14 de Febrero de 2019
Ésta costó casi noventa por ciento más de lo programado, y su construcción se demoró 53 por ciento de lo planeado. En su momento, la Auditoría Superior de la Federación señaló que en la construcción del aeropuerto la mayor cantidad de dinero público por comprobar era la relativa al convenio entre el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México y la Secretaría de la Defensa (Sedena).
Darle a la Sedena los beneficios que generará el aeropuerto de Santa Lucía, como lo anunció AMLO el domingo pasado, es aún más preocupante. Sólo en países donde el ejército es un actor político central tiene intereses económicos en activos no vinculados a la seguridad nacional. Egipto y Pakistán son casos extremos.
Sus ejércitos han gobernado o dado golpes de Estado en innumerables ocasiones, y su participación en la vida económica ha estado asociada a todo tipo de conflictos de interés y escándalos de corrupción. En China y Cuba también el ejército tiene amplios intereses económicos. No encontré ningún caso donde administren aeropuertos civiles. Parece haber una sola democracia donde el ejército tenga activos propios no vinculados a la seguridad o al desarrollo tecnológico: la India, donde posee 100 campos de golf.
AMLO parece haberse enamorado del Ejército. También le ha encargado el desarrollo de un predio que tiene en la barranca colindante a Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México, así como administrar los autotanques recién comprados en Nueva York. No sé qué más tareas se vayan a acumular esta semana.
Darle una función de desarrollo económico al Ejército me parece ilegal. Los objetivos de la Sedena están establecidos en la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Entre ellos no está promover el desarrollo económico. Las secretarías están para cumplir con su función, no para tener activos con los cuales financiar su gasto corriente. Su presupuesto lo asigna la Cámara de Diputados, y no debe depender de los rendimientos de los activos de su propiedad.
En campaña AMLO no parecía tener una buena opinión del Ejército. “El reclamo tiene que ser a Peña Nieto, a las fuerzas armadas”, dijo como candidato refiriéndose al caso de Ayotzinapa. Su propuesta de seguridad era “abrazos, no balazos” y que el Ejército y la Marina se retirasen paulatinamente a sus cuarteles.
Ahora, además de darle responsabilidades propias de una empresa, quiere hacer al Ejército responsable de la seguridad pública, a través de la Guardia Nacional, contra lo que dice la Constitución, la tradición en países democráticos y el sentido común. ¿Por qué cambió de opinión? ¿Qué lo anima a depender ahora tanto del Ejército?
La hipótesis conspirativa es la fácil: busca premiar al Ejército de tal forma que sus intereses políticos y económicos estén alineados con su gobierno y su proyecto de país. Lograría así, por una vía indirecta, lo que Chávez hizo con el Ejército de Venezuela. En ese caso fue lo natural; de sus filas emanó. Gobernó con los militares. Gracias a ellos se sostiene hoy Nicolás Maduro. Nunca he dicho que AMLO sea como Chávez, pero, desgraciadamente, no puedo descartar esta hipótesis.
Otra hipótesis es que en el Ejército ha encontrado un cuerpo disciplinado y organizado al que le puede confiar sus proyectos más importantes. Esto quizás permita avanzar con celeridad, aunque con altos riesgos de corrupción al tener que subcontratar una gran parte de las obras.
Se agradecen hipótesis alternativas.
El Ejército parece estar muy contento con este nuevo amorío. Sin embargo, implica un riesgo para su reputación. No se ve cómo pueda tener operando Santa Lucía en tres años. No es siquiera claro que este aeropuerto pueda funcionar bien junto con el actual.
Con estas decisiones Andrés Manuel López Obrador está dando a las Fuerzas Armadas un papel político y económico que nunca han tenido. Si un gobierno de derecha lo hubiera siquiera intentado, la izquierda en masa hubiera protestado.
Morena parece dispuesto a tragarse cualquier cosa. La oposición, disminuida y dividida, no parece saber qué hacer frente al Ejército, una de las instituciones con mayor aprobación en la opinión pública.
Yo he defendido en más de una ocasión el papel de nuestras fuerzas armadas en labores de seguridad. Sin embargo, poner en la Constitución que los militares serán responsables de la seguridad pública y hacerlos un grupo empresarial es absurdo, riesgoso y contrario a los principios de un país democrático.
Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey
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