jueves, 21 de febrero de 2019

Las civilizaciones antiguas (Primera sesión)
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  • El Colegio Nacional 
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    21 feb a las 10:19
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    Las civilizaciones antiguas: formación del Estado arcaico y las primeras sociedades urbanas | Ciclo de conferencias



    • El rasgo que define la historia de Mesopotamia es el almacenamiento de comida: Linda R. Manzanilla
    • Como sociedad incluyente, Teotihuacan permitió que las identidades de los grupos que llegaban a la gran urbe se reflejaran en sus propias prácticas: Linda R. Manzanilla



    En el marco del ciclo Las civilizaciones antiguas: formación del Estado arcaico y las primeras sociedades urbanas, El Colegio Nacional (Colnal) albergó la tarde de ayer las conferencias dedicadas a Mesopotamia y Teotihuacan, impartidas y coordinadas por la colegiada Linda Rosa Manzanilla. Este ciclo abordará casos emblemáticos del surgimiento de Estados arcaicos, tratando de detectar cuáles fueron los factores que permitieron llegar a sociedades complejas en las regiones de Mesopotamia, Egipto, Teotihuacan y Oaxaca.

    Mesopotamia

    Mesopotamia (actual Iraq) es la región del mundo de la cual se tiene más información arqueológica. Desde el siglo XIX se han realizado excavaciones en numerosos asentamientos. Una de las características de esta área es que es una planicie en la que, aunque la parte norte recibe algo de lluvia, la parte sur es prácticamente desértica, por tanto requiere de riego para ser habitada. Además, no hay metales ni minerales, por lo que los mesopotamios, desde la primera ocupación hacia el 6000 a.C., tuvieron que crear redes de intercambio de larga distancia para obtener obsidiana, cobre, oro, plata e incluso madera.

    Antes del surgimiento de la cerámica había muchos asentamientos en lo que actualmente es desierto (Transjordania), habitados por especialistas artesanos, con casas complejas y familiarizados con la domesticación de plantas y animales. Debido a la desertificación, los habitantes de estos asentamientos tuvieron que migrar hacia áreas donde abundara el agua (laderas del Tigris y el Eufrates). La ocupación inicial de la llanura norte de Mesopotamia coincide con el neolítico cerámico y está caracterizada por la construcción de almacenes. “El rasgo que define la trayectoria de milenios de la historia de Mesopotamia es el almacenamiento de comida”, estableció la integrante del Colnal. En esta sociedad comunal agrícola temprana, el consejo de ancianos se encargaba de la redistribución de alimentos.

    El primer momento de complejidad surgió durante el período Samarra (5600-4900 a.C.),  con la construcción de canales de riego de pequeñas dimensiones en el centro desértico de Iraq, y de torres y murallas protectoras contra los merodeadores. Además, la producción de cerámica se especializó, dando lugar a los alfareros itinerantes, que tenían su propio sello para identificar su trabajo.

    En la Edad de Bronce se produjo una revolución urbana que dio pie a la formación de la ciudad y al inicio del Período Uruk de la Baja Mesopotamia (4000-3100 a.C.). Uruk presentó cambios demográficos, ideológicos, socioeconómicos y tecnológicos, en un sistema en el que sus factores interactuaban. Surgieron las grandes organizaciones, templos y palacios comenzaron a formar el centro de la incipiente vida pública, siendo los lugares en los que se realizaban las actividades administrativas y se concentraban los excedentes (evidenciando así la diferenciación social). “Uruk significa el surgimiento de la ciudad, del estado, de la civilización”, indicó Manzanilla.

    La base de este cambio organizativo contaba con diversos factores, como los excedentes agrícolas y una red de comunicaciones por vía fluvial que permitió la integración regional. Al mismo tiempo, se realizaron ordenaciones hidráulicas con iniciativas locales coordinadas, dando lugar al surgimiento de un sistema de canales, y la tecnología agrícola obtuvo grandes avances. La población aumentó produciendo un crecimiento del centro urbano, y los templos y palacios se conformaron en aparatos redistributivos, sustituyendo al consejo de ancianos.

    Durante el periodo Uruk, la mitad de la población de todo Súmer vivía en centros urbanos, donde se dedicaban a la confección de artesanías, la burocracia y el culto. Los productores de alimentos estaban en las comunidades aldeanas. La ciudad Uruk-Warka, que aumentó su tamaño de 70 hectáreas en tiempos de Uruk temprano, a 100 hectáreas en el Uruk tardío, favoreció el crecimiento en la jerarquía de tipos de asentamiento: los centros secundarios tenían la mitad de tamaño que la ciudad principal.

    El cierre tanto de Uruk-Warka como de otras ciudades, reproduciendo en su interior las pautas organizativas que venían manifestando, dio lugar a la formación de un proceso de regionalización que acabaría por dar nacimiento a las ciudades-estado: “la influencia que Uruk ejercía sobre las demás era importante en términos culturales, pero no vital, ya que éstas pudieron tener un desarrollo posterior muy importante”, concluyó la colegiada.

    Teotihuacan

    Situada en un valle con condiciones naturales ventajosas (manantiales, materias primas de origen volcánico, minas de obsidiana), en el siglo I a.C. recibió un contingente de personas que huían de la erupción del volcán Popocatépetl, así como también grupos étnicos de las actuales regiones de Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala, Puebla, Guerrero y Michoacán que aportaron una diversidad enorme a la ciudad.

    Gracias a las investigaciones de la arqueóloga, se conoce que Teotihuacan era una sociedad corporativa, donde los grupos sociales eran más importantes que el individuo, lo cual la convierte en un caso excepcional respecto al resto de estados antiguos. Siendo excepción, es muy difícil aproximarse a su comprensión solamente con el dato arqueológico, reflexionó Manzanillahay que acercarse desde la perspectiva interdisciplinaria”. El estado de Teotihuacan, cuya mancha urbana se extendía hasta 20 km cuadrados , no era muy fuerte y se basaba en el pacto multiétnico: estaba regido por un consejo de gobierno integrado por cuatro casas rivales, representadas por las insignias del coyote, la serpiente emplumada, el jaguar y el águila. Cada una de ellas dominaba una sección de la metrópoli, que contaba con un edificio central de gobernación con sus respectivos representantes.

    Debido a la estructura y acotación de la población foránea en 22 barrios periféricos, con sus centros de coordinación, en la actualidad se han podido advertir marcadores, como prácticas funerarias, rituales o dieta, que diferencian los distintos enclaves étnicos foráneos. Como sociedad incluyente, Teotihuacan permitió que las identidades de los grupos que llegaban a la gran urbe se reflejaran en sus propias prácticas. El despliegue de identidades se dejaba de manera libre”, señaló Manzanilla.

    La megalópolis mesoamericana era esencialmente un centro de manufactureros, en el que gran parte de la población se dedicaba a la fabricación de artesanías, así como a la administración, el oficio religioso, la milicia o las actividades de intercambio.

    La colegiada describió en profundidad el centro de Teopancazco, un barrio multiétnico en el que se realizaban tocados, vestidos, mantas de algodón, botones de concha, se laqueaba e importaba cerámica y se fabricaban metates para realizar emplastes. El equipo de Manzanilla encontró en este centro 116 entierros, cuyos restos óseos fueron examinados mediante técnicas altamente sofisticadas, basadas en el análisis isotópico del oxígeno, el nitrógeno y el estroncio. También se llevaron a cabo estudios genéticos y paleopatológicos para determinar la diversidad y la calidad de vida de sus habitantes. “Los centros de barrio de Teotihuacan representan unidades muy dinámicas y competitivas entre ellas”, puntualizó la arqueóloga.

    Hacia el 350 d.C., hubo una pugna por el gobierno que resultó en la expulsión del grupo de la serpiente emplumada de la ciudad. Este evento señala el fin de la fase Tlamimilolpa y el inicio de la fase Xolalpan. Sin embargo, el colapso de la gran ciudad no sucedería hasta dos siglos después, hacia 550 d.C., provocado por “la ruptura del pacto de la utopía incluyente”, especificó Manzanilla. El estado teotihuacano empezó a sufrir una contradicción entre la estructura corporativa del co-gobierno y la estructura piramidal individualizante de las casas nobles, y la tensión entre los grupos de los barrios y la élite gobernante estalló en una revuelta que marcó el fin de la megalópolis. 

    La siguiente sesión de este ciclo se llevará a cabo el viernes 22 de febrero a las 17 h en la sede de El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico) y se abordará la cultura egipcia y el Estado zapoteco.

    Puede consultar la actividad completa en el canal de YouTube de El Colegio Nacional: https://www.youtube.com/watch?v=3OJY-Hv1fkc

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