En su columna del 14 de noviembre, 2018 en el diario Al-Riyadh, el escritor saudita ‘Abdallah Bin Bakhit escribió sarcásticamente de que quien desee entender “la conspiración judía contra el mundo” debe reconocer las razones del éxito de los judíos en Occidente y las razones del atraso de los árabes allí. Los judíos, escribió, lograron integrarse en la sociedad y cultura en Occidente y lograron roles principales en esta junto a logros significativos, mientras que los árabes no lo hicieron. Una de las razones de la brecha entre los judíos y los árabes agregó, es que los judíos tienen pocos hijos y les dan la mejor educación posible; pero la razón principal es que los judíos, a diferencia de los árabes, adaptan su estilo de vida a las normas occidentales y no tratan de imponer sus valores religiosos a su entorno. Es por eso que “ahora los vemos en las esferas más altas de la ciencia, cultura, arte, literatura y política”, este concluyó.
Lo siguiente son extractos de su artículo:
‘Abdallah Bin Bakhit (imagen: Alarabiya.net)
“La diferencia entre los judíos y los árabes es grande. Una de las muchas [diferencias] se refiere a su afiliación con la cultura occidental. Los judíos son parte de la cultura occidental. Sus armónicas [relaciones] con ello son orgánicas y su contribución es infinita. Al mirar el cine, la literatura o el drama, uno se encuentra con demasiados nombres judíos para ignorarlos. Al mirar a aquellos en los medios de comunicación y la prensa, uno encuentra que los nombres más famosos y prominentes [pertenecen a] judíos. Todos están conscientes de su presencia en las finanzas y los negocios, su área tradicional de actividad y todos saben que son dominantes entre los profesores de las universidades y centros de investigación y aprendizaje. Tomen una profesión respetable y encontrarán que la proporción de judíos en ella es notoriamente mayor.
“La conspiración judía contra el mundo comienza en casa. Esta comienza con un pequeño punto que descuidamos por completo: una familia judía nunca tiene más de uno o dos hijos. Luego dedica todo su dinero y recursos a garantizar que estos dos hijos reciban la mejor educación moderna disponible. En términos de su número, los judíos son una minoría, pero en términos de logros y participación son la mayoría. Esa es la esencia de la conspiración judía en contra del mundo y quien quiera enfrentarse a esta conspiración, debe [primero que nada] confrontarse a sí mismo.
“Otro [aspecto de] las conspiraciones judías contra el mundo es que un judío es un judío en su hogar, pero un individuo occidental integrado en la sociedad. Si la religión [judía] prohíbe ciertas prácticas o se opone a estas, los judíos observantes evitarán estas prácticas, pero ciertamente no las combatirán ni tratarán de imponer su verdad a los demás, ni considerarán a los que participan en estas prácticas como enemigos, siempre y cuando no lastimen [a los judíos].
“Cuando te encuentres con un judío, nunca sabrás que es judío a menos que su nombre lo indique o te lo diga él. Ellos se han establecido como parte de la cultura occidental. En sus hogares, los judíos viven como judíos, pero fuera de este viven como ciudadanos occidentales. La diferencia entre un judío y un árabe cuando nos referimos a la sociedad occidental es la diferencia entre un nativo y un extranjero.
“Una de las características de las sociedades occidentales es que otorgan libertad de religión, de pensamiento y de expresión. A las sociedades occidentales y sus gobiernos no les importa si un individuo es cristiano, musulmán o ateo. Existen leyes que trascienden a estos individuos. Las diferencias protegen las libertades. Los judíos respetan [estas leyes], las apoyan y disfrutan el alcance [de tales actividades] que estos permiten, mientras que otros no lo han podido hacer… Ahora les vemos de pie en la cumbre de la ciencia y la cultura, el arte, la literatura y la política, dejándole las zanjas de la ignorancia a aquellos que las deseen”.[1]
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