Digamos que quieres comprar un coche. Pides ayuda a tu familia y tu padre, amablemente te acompaña. Al salir del lote de autos usados, te dice simple y llanamente que no te conviene el coche. Te da sus razones: en la prueba de manejo salieron varios “ruidos” preocupantes que pueden indicar temas mayores como problemas con los frenos y el tanque de gasolina. Las llantas no se ven muy bien y habrá que cambiarlas pronto. El vendedor tiene empleados que no son honestos ya que se contradijeron al hablar del dueño anterior y las causas de la venta. Te molestas con tu padre y un par de días después, compras el coche. Finalmente, estás harta del tuyo y este auto que encontraste, parece que cumplirá con todas tus expectativas. Además, crees que es muy buen precio. No han pasado ni tres meses cuando te das cuenta, aunque no quieras reconocerlo, tu padre tenía razón. Es más, hasta se quedó corto. El coche tiene un problema con la bomba de gasolina y los frenos. Tienes que cambiar las llantas con urgencia y son mucho más caras de lo que pensabas. Empiezas a ver que las desventajas no eran significativas; que muchas de ellas eran inexistentes y otras producto de mala información. Te sientes frustrada y odias admitir tu error, por lo que optas en gritar a los cuatro vientos lo feliz que estás con el auto nuevo, pero la verdad es que extrañas al auto viejo. Tu padre, por su parte, evita poner limón en la herida. Sabe bien que decir te lo dije, no va a solucionar el problema, así que mejor te pregunta ¿qué piensas hacer?
¿Suena conocido? El presidente puede presumir de una alta popularidad a casi 100 días de su mandato. Sin embargo, esa popularidad no es un reflejo realidad del país. Nubes negras –que no estaban aquí hace tres meses-  se ciernen en la economía. La deuda aumentó significativamente. La violencia, en vez de disminuir aumenta. La austeridad republicana arrasó con todo. Se perdieron empleos para miles de familias por los despidos del gobierno, vemos preocupantes recortes en el sector salud. Para “combatir la corrupción” cancelan las estancias infantiles y los albergues para mujeres maltratadas.
No han sido meses fáciles. Una sui géneris guerra contra el robo de combustible, no nos dejó culpables pero en varios estados del país el desabasto nos obligó a pasar largas horas formados esperando por el combustible. Pérdidas en la economía y desgraciadamente 136 vidas humanas al explotar una toma clandestina de un ducto de Pemex en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo.
Temas que deseábamos no volver a ver siguen ahí: licitaciones directas, amiguismo, leyes a modo. Caprichos y consultas ciudadanas que no cumplen con los requisitos de legalidad, nos han traído costos enormes. El clima es de incertidumbre. El Banco de México baja las expectativas de crecimiento México para el año. A las calificadoras no les gusta lo que ven y bajan nuestras calificaciones. Podría seguir pero creo que es suficiente.
Creo que no vale la pena perder el tiempo repitiendo “se les dijo”. Ahora es necesario preguntarnos: ¿Cuál es el granito que puedo aportar para México desde mi trinchera? ¿Qué podemos hacer para frenar el avance del autoritarismo? ¿Cómo hacerle ver al presidente que necesitamos que escuche a expertos no a aplaudidores?
Esas son las algunas de las preguntas que debemos hacernos como ciudadanos. Seguramente hay muchas más, como también hay soluciones. Espero sus sugerencias en mi cuenta de Twitter @FernandaT o en mi correo.