El ataque suicida amenaza con hacer zozobrar la frágil tregua que se firmó en septiembre en el último bastión opositor en Siria
La frágil tregua que mantiene en pie la última zona opositora en Siria vuelve a zozobrar. Ansar al Tawid, una brigada próxima a la red armada islámica radical Al Qaeda, ha lanzado un ataque suicida dentro de la zona desmilitarizada del noroeste sirio esta madrugada. Al menos 21 soldados del ejército sirio han muerto en el golpe, que culmina una semana de choques y bombardeos oficialistas, sobre áreas alzadas de la misma provincia, en los que han perecido numerosas personas.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una entidad pro oposición que informa desde Londres, en base a una red de activistas sobre el terreno, ha dado la noticia. "Cinco yihadistas murieron también", precisa Rami Abdel Rahman, director de la organización. Según varias fuentes, un comando de Ansar al Tawid, afiliada al grupo Hurras al Din -ambos seguidores de Al Qaeda-, se lanzó al asalto de la posición militar siria, en el área de Masasné de la provincia de Hama, con armas y hombres bomba.
"Es uno de los números de bajas más altos entre cuadros del régimen desde el acuerdo Putin-Erdogan", ha precisado Abdel Rahman, apuntando a la importancia de lo acontecido este domingo para el futuro del pacto firmado el pasado septiembre entre rusos, iraníes y turcos. La entente tenía por objetivo evitar una ofensiva oficialista sobre la última zona opositora siria, entre las provincias de Hama, Idlib y Alepo, que provocase un nuevo drama migratorio en suelo turco. Idlib es hogar de cientos de miles de desplazados.
Tras el ataque, el ya de por sí renqueante alto al fuego decretado en la zona, apenas blindado por un perímetro desmilitarizado entre los frentes -dentro del cual se produjo la última escaramuza-, peligra. Lo ocurrido, una nueva vulneración de la tregua, se suma al creciente dominio en Idlib de la también pro Al Qaeda Organización para la Conquista del Levante, a costa de fagocitar brigadas alzadas rivales, como motivos para que Damasco insista en sus intentos de abalanzarse con las tropas sobre territorio opositor.
Prueba de lo precario de la tregua es el número de víctimas mortales desde su anuncio. El Observatorio lo eleva a 353. De estos, 152 son civiles muertos por el lanzamiento de proyectiles de las fuerzas leales al Gobierno de Bashar Asad y seis civiles más murieron por ataques opositores. El resto son combatientes, que mantienen un pulso en el que los alzados aparecen en clara desventaja militar y política, a pocos días de cumplirse ocho años del inicio de una sangría en la que casi medio millón de personas han muerto.
El noroeste de Siria, donde los choques entre oficialistas y opositores, y los bombardeos sobre áreas civiles han aumentado durante la última semana, amaga con retomar el relevo del foco mediático una vez concluya la batalla contra el pseudocalifato del Estado Islámico en el este sirio. Apenas los petrodólares y Turquía, interesada en acabar con el dominio kurdo en el norte sirio y en mantener un área de influencia donde recolocar a los refugiados sirios que llegaron a su país, oxigenan a los opositores de Idlib.
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