Golazo en Tepito, ponche en Culiacán
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Cinco días después de que el gobierno federal lanzó un operativo fallido para capturar a Ovidio Guzmán, la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina y la Armada de México llevaron a cabo otro operativo, con resultados radicalmente distintos.
Ambos enfrentaron retos formidables: se metieron en el avispero para detener a la avispa reina y extraerla. Uno lo hizo en Culiacán, territorio del Cártel de Sinaloa, y otro, en el barrio bravo de Tepito, baluarte de La Unión, la principal organización delictiva de la Ciudad de México.
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En el primer caso, el grupo que detuvo a Ovidio (y, al parecer, también a su hermano Iván Archivaldo) se vio rodeado por sicarios perfectamente organizados y, ante las amenazas de éstos, terminó por devolver la presa (o las presas).
En el segundo, las fuerzas de seguridad realizaron un operativo quirúrgico que terminó con la aprehensión de una treintena de presuntos delincuentes. Y aunque se les escapó Óscar Flores Ramírez, El Lunares –quien es identificado como el líder actual del grupo–, logró capturar un arsenal en el que incluso había un lanzagranadas.
En cambio, en el primer caso, la única exhibición de armamento la hizo el Cártel de Sinaloa, que paseó sus rifles calibre .50 por las calles de Culiacán, donde fueron captadas en imágenes que dieron la vuelta al mundo y que sirvió para que muchos concluyeran –erróneamente– que el poder de fuego de los criminales era mayor al del Ejército.
A casi una semana del operativo fallido, seguimos sin saber por qué se decidió ir por Ovidio, y quizá también por su hermano, en pleno día, en la mera área comercial de Culiacán, cuando las calles de la capital sinaloense estaban llenas.
Antes de saber lo que iba a ocurrir en Tepito, con el segundo operativo, yo me preguntaba, y así lo escribí en redes sociales, si no hubiese sido mejor intentar la captura en medio de la noche, como se haría con los integrantes de La Unión. Es cierto, repito, que El Lunares logró evadirse por un túnel como los que utilizaba El Chapo. Pero en el caso Tepito no hubo ningún movimiento de los criminales para rodear a las fuerzas de seguridad. Sin duda, porque se trató de una auténtica sorpresa.
Una fuente militar me comentó que los marinos que participaron junto a los policías capitalinos son “personal altamente entrenado” que opera en distintas unidades de la Armada y que se ha especializado en tácticas urbanas.
El hecho de que marinos y policías hayan podido penetrar en la guarida de La Unión sin ser detectados habla del nivel de discreción con el que se organizó el operativo. Algo así, añadió la fuente, hubiera sido imposible con la anterior estructura de mando de la policía, de donde salían pitazos a los delincuentes.
Lo ocurrido la madrugada de ayer en Tepito es un punto a favor del recién llegado secretario Omar García Harfuch y de los mandos de la Armada. Y debería servir también para evaluar por qué fracasó el operativo en Culiacán.
BUSCAPIÉS
Ayer un grupo de presidentes municipales fue gaseado a las puertas de Palacio Nacional, según reconoció la propia Presidencia de la República. Los alcaldes, surgidos de la oposición, buscaban entregar un documento al presidente López Obrador, en el que solicitan mayores recursos para sus municipios. No entiendo por qué lo que se hizo con ellos no sucedió con los vándalos anarquistas que, hace casi un mes, grafitearon la Puerta Mariana del inmueble. Ayer decía en este espacio que mientras más violento el grupo de manifestantes, mayores consideraciones. Lo sucedido con los presidentes municipales refuerza esa idea. Ahora habrá que ver si quienes los gasearon no violaron la ley sobre el uso de la fuerza.
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