El mote salió de boca del propio presidente Obrador.
Dijo que no le informaron sobre el operativo de Culiacán, en donde militares, marinos y guardias nacionales pretendieron cumplimentar una “orden de aprensión con fines de extradición”.
Pero resulta que la autoridades competente –militares, marinos y guardias nacionales–, debieron “recular” cuando matarifes de “El Chapo” impidieron que los uniformados detuvieran a “los chapitos”.
Y según López Obrador, nada de eso le informaron. Pero nadie se equivoque, hasta hoy nadie había dicho que el presidente López Obrador era el “florero de Palacio”. No. ¡Válgame tal descortesía! No, en realidad quien se colocó en el papel de “botarga” del Estado mexicano fue el mismísimo presiente Obrador quien se autodefinió como “el florero de Palacio”.
Así lo dijo: “Nadie me informó” sobre el perverso operativo que casi provoca una masacre sin freno. ¡Pobre hombre, remedo de presidente, al que nadie hace caso a pesar de que se decía “el meritito mandamás”!
A pesar de que aún no deja que ninguno de sus colaboradores hable si no es en las mañaneras, a pesar de que todo saben que les dijo a todos sus colaboradores, en más de una ocasión: “¡en éste gobierno nadie se manda solo; entendido!”.
Pero quién sabe qué pasó allá en las alturas, en los intríngulis de Palacio como para que el meritito “machuchón” terminara por reconocer que “el León de Macuspana” no es como lo pintan.
¿Qué habrá pasado para que el autoritario, prepotente, mandón y hasta dictador López Obrador ya no sea tan fiero como lo pintan?
¡Qué habrá pasado como para que Obrador reconociera que le toeman el pelo?
Y es que un presidente al que nada le consultan sus colaboradores y, sobre todo, el Gabinete de Seguyridad, no es más que un “presidente florero”. ¿Le gusta a López Obrador jugar el juego de “presidente florero”?
No lo sabemos, lo cierto es que hoy López Obrador tiene la coartada perfecta para salir corriendo por la tangente de la crisis de Culiacán y que algunos opinadores bobos se traguen el cuento de que “nada sabía”.
¿De verdad nada sabía?
Frente al engaño no faltan los idiotas que se creen el cuento de que algunos “pillines” del Gabinete no toman en cuenta al presidente para las travesuras palaciegas, como la de Culiacán, en donde los secretarios de Estado y el mismo López Obrador jugaron el jugó de los policías y los ladrones; jugaron a las pistolitas y les salió “el chirrión por el palito”.
Juego de manos y de villanos que terminó con un pueblo aterrorizado, mientras que la criminal familia de “los chapos” acabó muerta de risa.
Incluso otros no menos bobos dicen que no le hicieron caso López Obrador porque –junto con la “señito Claudia” sheinbaum–, pudieron haber intentado llevar a Culiacán a sus “vallas humanas”; a la burocracia dizque para evitar la violencia.
Otros “genios del gabinete” y del “establo de aplaudidores” dicen que, en realidad, el presidente mexicano no quiso ser jefe de Estado, “porque es un humanista”; un bendecido que llegó al mundo para salvar al planeta, ya no se diga a los mexicanos.
La verdad es que los mexicanos tenemos “un presidente florero” y toda una florería en el gobierno, porque si López Obrador fue llamado a salvar al mundo; México es “la florería más grande del mundo”.
Y es que todos, empezando por el presidente mexicano, están de adorno; el mandatario no es más que ornamento floral incapaz de saber lo que hacen y deshacen sus colaboradores y, sobre todo, incapaz de resolver los grandes problemas nacionales.
En pocas palabras, resulta que 30 millones de mexicanos se han hecho acreedores al récord mundial de la estulticia; 30 millones de personas votaron por un “florero”, ramillete de genios a los que llevaron al poder.
Pero existe una pregunta sin respuesta: ¿La estulticia “es del indio o de los 30 millones que lo votaron”.
Se los dije, la política pública de AMLO es la estulticia.