martes, 26 de noviembre de 2019

La apuesta perdida de AMLO

Especial
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Al Presidente le volvieron a fallar sus datos. La economía mexicana está lejos de ir bien. Números del Inegi confirman que llevamos tres trimestres consecutivos sin crecimiento.
De julio a septiembre fue de 0.01 por ciento. Oficialmente, estamos en recesión técnica. “Al borde del precipicio”, para ponerlo en palabras del extitular de la SHCP, Carlos Urzúa (El Universal, 25/XI/19).
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El 2% de crecimiento que AMLO pronosticó para este año se esfumó. Apostó públicamente y perdió. Sería bueno que lo reconociera. Es paso obligatorio para corregir.
Ya ni el secretario de Hacienda y ni el coordinador de Morena en la Cámara baja se atreven a decir que vamos bien.
Arturo Herrera reconoció que la economía nacional crece a niveles más bajos de los esperados. Mario Delgado por fin admitió que caminamos hacia la recesión. El panorama es desolador. Cuando no se crece, no hay recursos para salud, campo, vivienda, educación. Ni siquiera para los programas clientelares de la 4T. “No va a haber recursos (y punto)”, sintetizó la senadora del PRI Vanessa Rubio.
De allí la importancia que el Presidente le da al T-MEC. Es la única señal de confianza que les queda, después de que el Bank Of America y Merrill Lynch coincidieron en que estamos en recesión técnica. Aunque esa firma no aportaría mucho en materia del PIB para este año, “quizá evitaría que el dato anual sea negativo, aunque sea de cero o de 0.1, que es nada”, nos dice un observador financiero.
* En la mañanera de ayer, AMLO reconoció que los electorales no son los mejores tiempos para negociar tratados comerciales. “Voy a enviar un comunicado a los congresistas en los mejores términos, no con ánimo injerencista, sino exhortando, de manera respetuosa, a que no se posponga la aprobación de este tratado. Lo vamos a hacer en esta semana, se va a presentar ese documento. Lo vamos a dirigir de manera muy particular a la señora Pelosi, que es la dirigente de la Cámara de Representantes”.
Un apunte antes de salirnos del tema. Es un axioma decir que el gobierno de AMLO, a través del SAT, ha endurecido las medidas para combatir la evasión y la elusión fiscal. El cobro de impuestos no es popular, aunque sí lo es eliminar el perdón en el pago de impuestos.
Alguna vez José Antonio Meade nos dijo que la Secretaría de Hacienda no es el mejor lugar para construir una candidatura. Ya la veía venir. Por esa razón nos llamó la atención la encuesta AMLOVEmetrics de noviembre, que apenas publicó SDP Noticias.
A la pregunta “¿Usted considera que estas políticas del SAT son terrorismo fiscal o justicia tributaria?” El 63% respondió que es justicia tributaria y sólo el 37 que es terrorismo fiscal. Yo habría respondido lo segundo.
* La Suprema Corte tiene en la Ley Bonilla la gran oportunidad de demostrar que se mantiene como poder autónomo frente a esa aspiradora de los otros poderes y los órganos autónomos que es la 4T.
Podríamos suponer que el jefe del Ejecutivo controla a los ministros Yasmín Esquivel y González Alcántara, elegidos por la aplanadora de Morena en el Senado.
Sabemos que el presidente del máximo tribunal, Arturo Zaldívar, no esconde su afinidad ideológica con AMLO.
Si le sumamos a la suplente de Eduardo Medina Mora, que está por elegirse con la mayoría obradorista, tendrían los números para bloquear cualquier acción de inconstitucionalidad contra la Ley Bonilla.
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Los riesgos de que esto suceda los expuso Cuauhtémoc Cárdenas, en la entrevista que ayer le hizo Ciro Gómez Leyva. “Si la Corte aprobara la prolongación a cinco años (del mandato a Bonilla) estaría dejando abierto a que cualquier legislatura local o la federal alargara o acortara los periodos para los que se eligió a un funcionario. Es una elección por dos años, no debe ser ni un minuto más. Esperemos que no vaya a fallar equivocadamente. Se acabaría uno de los poderes que es el Judicial”, alertó el ingeniero.
Nos dio gusto ver a Cárdenas en pie de lucha contra la inconstitucional Ley Bonilla, junto con el exgobernador del PAN Ernesto Ruffo. ¿Embrión de algo?

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