viernes, 31 de enero de 2020

Mandar, desde las mañaneras, no es gobernar

   
Especial
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En la edición de ayer de Tercer GradoLeopoldo Gómez nos preguntó sobre las múltiples correcciones que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia mañanera del miércoles.
Se refería al tema de las visitas de las organizaciones de los derechos humanos a las estaciones migratorias en la frontera sur, a la próxima reforma de procuración de justicia y a la participación de empresas privadas en el sector petrolero.
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Por supuesto, hay que celebrar que el mandatario aclare cuál es su visión en cada uno de esos temas. Pero el problema va más allá. Lo que vimos ayer en la mañanera es la estampa del lopezobradorismo en el poder: el Presidente manda, no gobierna, desde sus conferencias de prensa.
Para estas alturas es evidente que existe una disociación entre el Presidente y la administración pública federal. Por eso hay tantos problemas: porque no hay gobierno. Veamos cada uno de los casos que mencioné arriba.
El martes, diversas dependencias de la administración publicaron una serie de comunicados. Primero decían que el gobierno mexicano había decidido suspender las visitas de las ONG´s de derechos humanos. Luego lo desmintieron. Después lo reconfirmaron. En fin, un relajo monumental.
A nadie le quedó claro si sí o si no podían hacerse estas visitas. Hasta que se pronunció el Presidente en la mañanera del día siguiente: sí las habrá. Ante el desgobierno, vino la orden de mando.
Hace unos días, en un acto verdaderamente surrealista, se llevó a cabo un evento en el Senado de la presentación de la no presentación de la reforma de procuración de justicia.
Supuestamente, el fiscal general de la República, junto con el consejero Jurídico de la Presidencia, en representación del Poder Ejecutivo, que es el que tiene la facultad de presentar iniciativas ante el Congreso, iban precisamente a hacer eso.
No lo hicieron por la reacción que generó la filtración de los borradores de dicha reforma que podríamos denominar de “mano dura”.
En la prensa trascendió que la secretaria de Gobernación, sentada en el evento, no conocía el contenido de lo que se presentaría. El secretario de Protección y Seguridad Ciudadana sí lo había leído y prefirió no asistir para mostrar su rechazo. En pocas palabras, otro relajo: no se pusieron de acuerdo.
Ayer, a pregunta expresa de nuestra colega Denise Dresser, el Presidente de nuevo aclaró el asunto: él no va a apoyar una reforma que atente contra los derechos humanos, incluido el de la libertad de expresión. Una vez más, ante el desgobierno, viene la orden de mando de López Obrador en la mañanera.
Finalmente, está el tema de la participación de las empresas privadas en el negocio petrolero. Sabido es que existen dos grupos dentro del gabinete presidencial. Los que quieren reanudar las rondas petroleras utilizando modelos de contratos de la Reforma Energética de Peña Nieto y los que, a toda costa, se rehúsan a hacerlo y quieren volver a las épocas de contratos de servicios o incentivados.
Ante el inminente anuncio de proyectos donde participaría la iniciativa privada en los negocios petroleros, existe confusión de quién, dentro del gabinete, ganará la disputa.
El Presidente tuvo que salir a aclararlo. A él no le gustan las rondas de licitación petroleras como se hicieron en el sexenio pasado. Que la iniciativa privada intervenga, pero por medio de contratos de servicios o incentivados con el monopolio del Estado, Pemex. Lo dicho: frente al desgobierno, López Obrador manda en sus mañaneras.
Este modus operandi explica por qué la opinión pública, en las encuestas, percibe que no va bien el gobierno de López Obrador en todos los ámbitos: economía, seguridad, salud, etcétera.
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La gente no es tonta: está viviendo, en carne propia, los malos resultados. Sin embargo, el 70 por ciento de la población sigue apoyando al Presidente de la República. A ellos les gusta verlo dando la cara todos los días girando instrucciones, aclarando, bromeando y hasta insultando.
Las mañaneras son, sin duda, un gran show. De un hombre con gran vocación de poder, pero que, debajo de él, nombró funcionarios grises, ineptos o confusos que no saben qué hacer. Se hacen bolas y se contradicen.
Así el extraño caso de un Presidente que manda en público desde conferencias de prensa, pero que no ha podido gobernar al país.

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