Covid-19: La inmoralidad y crímenes del supertirano Trump
A la Administración estadounidense, caracterizada por diversas políticas ignorantes en distintos temas, ahora se le suma la pandemia del coronavirus.
Junto con poseer una administración de gobierno caracterizada por su ignorancia en temas globales como el cambio climático y temas migratorios, por ejemplo, se une hoy la pandemia del coronavirus y la conducta abiertamente inmoral y criminal por parte de la administración de Donald Trump.
Ya el año 2016, previo a las elecciones que finalmente llevaron a Trump a ocupar la Casa Blanca, el ex presidente estadounidense y antecesor de Trump, el demócrata Barack Obama, sostuvo, que los líderes mundiales (agrupados en el G7) estaban intranquilos, por la posibilidad que el magnate inmobiliario llegará a ocupar la testera del país más poderoso del planeta “No saben con qué nivel de seriedad deben tomarse algunos de sus comentarios. Están inquietos con él y por una buena razón, ya que muchas de las propuestas que ha hecho, desvelan o bien ignorancia en cuanto a asuntos mundiales o bien una actitud arrogante”.
Absolutamente complementaria con ese obscurantismo supino del mandatario estadounidense, se presenta su inmoralidad en el manejo de las relaciones internacionales. Marco en el cual no duda con expresar opiniones y toma de decisiones, que son abiertamente canallescos. Ha sido así con relación a Palestina y el apoyo incondicional que le ha dado a la entidad sionista contra el pueblo palestino, en materias militares, económicas y concretar aquello que sus antecesores se cuidaron de no hacer: reconocer a Al-Quds (Jerusalén) como capital del régimen ocupante israelí en Palestina y trasladar su embajada de la ciudad de Tel Aviv a la ciudad santa.
Sume a ello el sostén político en todas las instancias internacionales y la venta multimillonaria de armas a otro de los regímenes acusado de delitos contra la humanidad: la Casa Al Saud, enfrascada en una guerra de agresión (se cumplieron cinco años desde el inicio de los bombardeos) contra Yemen. Una campaña que ha dejado ya más de 91 000 muertos A las víctimas de los combates, hay que añadir el enorme costo que ha traído a esta población de 27 millones de habitantes, el hambre y las enfermedades, entre ellas el cólera, en un país donde, según señaló en un informe del año 2019, la organización Save the Children, han muerto 84 701 niños por inanición y 3.000 ante el brote de cólera.
En el caso de la ONU, ésta no sólo ha condenado a Estados, Francia y el Reino Unido por la venta de armas a la monarquía wahabita, sino que ha sacado resoluciones (posteriormente retiradas por la presión económica de Riad) donde se condena los crímenes de niños yemeníes por los bombardeos de la coalición de países liderados por Arabia saudí. potencias económicas y militares, como Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, son copartícipes y, por ende, responsables de la guerra de cinco años de Arabia Saudí contra Yemen. Estas tres potencias, que han respaldado a Arabia Saudí y sus aliados en los cinco años de guerra, ahora tratan de que la agresión se olvide, no haya visibilidad de lo que ahí acontece.
Ya la Organización de Naciones Unidas (ONU) en septiembre del 2019 catalogó a Estados Unidos, el Reino Unido y Francia como cómplices de los crímenes de guerra en Yemen por el respaldo dado a la coalición liderada por Arabia Saudí en los bombardeos contra el pueblo yemení. La misma entidad internacional señala, que el 80 por ciento de la población depende de la ayuda internacional para sobrevivir, ello implica que 22 millones de personas no tienen los elementos mínimos para sobrevivir, en un contexto internacional donde la pandemia del Covid-19 puede generar aún mayores estragos y donde las amenazas del uso de este virus por parte de Arabia saudí han sido denunciadas por los líderes de la resistencia yemení.
Tal acusación tiene su lógica en la historia de estrategias diseñadas y llevadas a cabo por Arabia Saudí y Estados Unidos, contra aquellos a quienes agrede: uso de armas biológicas, químicas o cualquier forma destinada a derrotar a quienes resisten sus ataques. El ministro yemení de Información, Daifulá al-Shami alerta sobre el complot de EE.UU. y Arabia Saudí, incluyendo en las últimas horas a los Emiratos Árabes Unidos, para propagar el nuevo coronavirus, denominado el COVID-19, en Yemen y Siria. “Estados Unidos se esfuerza por propagar el coronavirus en los países que son su enemigo y no ha podido subyugarlo con la fuerza de las armas, como Yemen y Siria”, denunció el viernes vía twitter el mencionado funcionario yemení.
Resulta una inmoralidad y la prueba que países como Estados Unidos lo que buscan es el dominio de Asia occidental cuando en plena pandemia, con Irán dentro d ellos cinco primeros países con número de contagiados y muertos, el que se le niegue por decisión de Washington o las presiones efectuadas a organismo internacionales, el acceso a medicamentos, insumos y apoyo internacional en base al bloqueo y embargo al que somete a la nación persa y que además presione al Fondo Monetario Internacional para no otorgar ayuda financiera. Esto es una política criminal chantajista, inmoral que debe ser condenada. Son claramente crímenes de guerra.
Así lo afirma el canciller persa, Mohammad Yavad Zarif quien denunció que el terrorismo económico de Washington contra Irán es “un crimen de lesa humanidad, en momentos que el país lucha contra el COVID-19. Este terrorismo económico que practica Estados Unidos contra Irán impide “una reacción efectiva” para tratar la pandemia del coronavirus, por tanto, Washington comete “un crimen de lesa humanidad”. Además, Zarif ha considerado “hipócrita” la oferta de Estados Unidos, para supuestamente ayudar a Irán en la lucha contra el nuevo virus cuando mantiene acciones de chantaje para impedir que los países vendan sus productos de dispositivos médicos “Frenen el terrorismo económico (…) Eso es inhumano. Los iraníes están perdiendo la vida mientras el mundo acepta la política de intimidación de Estados Unidos, esperando no verse afectado. Eso no funcionará”.
La organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de su secretario general, Antonio Guterres, ante la conducta estadounidense expresó al canciller de la nación persa su condolencia y solidaridad, enfatizando en que la necesidad de eliminar las sanciones unilaterales estadounidenses para combatir a la pandemia del COVID-19 es fundamental. Calificando este embargo contra Irán como inhumano, cruel, ilegal y unilateral por parte de Washington. Resulta evidente, incluso para un organismo como la ONU, sujeto al chantaje y las presiones económicas por parte de estados unidos que la conducta de la administración Trump reviste características de crímenes de lesa humanidad.
La hipocresía de Estados Unidos y esa conducta de mentiroso crónico, lo deja al descubierto permanetemente. El día 28 de febrero pasado Mike Pompeo, secretario de estado norteamericano y uno de los más férreos enemigos de Irán señaló, en un encuentro convocado por el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, que habían ofrecido, como gobierno, ayuda en equipos médicos y fármacos a Irán, para contrarrestar los efectos del COVID-9. Como solemos decir, en esta parte del mundo, Pompeo “ni se arrugó” para sostener esta mentira, que quedó al descubierto cuando dos semanas después Washington impuso nuevas sanciones contra irán, que afectarán aún más su economía y sobre todo la lucha contra un virus que se ha propagado por todo el Planeta.
Esa realidad esquizofrénica del gobierno de Trump fue denunciada por el gobierno iraní, que a través del presidente Hasan Rohani sostuvo ante la supuesta ayuda estadounidense que “la oferta de ayuda de EE.UU. en la situación difícil del brote del coronavirus es la mayor mentira de la historia. No queremos su vaso de agua turbia. Ustedes (los estadounidenses) levanten los obstáculos y dejen de molestar a nuestros exportadores e importadores. Nuestro pueblo sabe bien qué hacer. Nuestros médicos están muy bien capacitados para hacer su trabajo. Los líderes estadounidenses mienten (...) si quieren ayudar a Irán, todo lo que necesitan hacer es levantar las sanciones (...) Entonces podemos lidiar con el brote de coronavirus”.
Por su parte, el canciller Mohammad Yavad Zarif en su cuenta de Twitter afirmó “Estados Unidos hace oídos sordos e impide la lucha global contra COVID-19. El único remedio: desafiar el castigo colectivo de la administración Trump…es un imperativo moral y pragmático hacer frente el castigo colectivo que sufre el pueblo iraní por las medidas inhumanas tomadas por la Casa Blanca”. A la solicitud del alto funcionario iraní se han sumado los gobiernos de Paquistán, Rusia, China, Turquía, como entidades de defensa de los derechos humanos, que han exigido a Washington tener “un enfoque menos politizado” contra Irán en momentos que el mundo se debate en una cruenta lucha contra la pandemia del COVID-19.
A pesar de las críticas, de las exigencias que Washington suspenda sus políticas de sanciones, embargos y bloqueos, la administración Trump hace odios sordos, mostrando la enorme inmoralidad que mueve sus acciones en política exterior, pues no sólo se limita a ejercer sus presiones como país, sino que impone a sus socios y demás países del mundo que lo acompañen en su política criminal contra la nación persa, so pena de sufrir los arrebatos de la locura megalómana de Trump y los suyos.
Una de las pocas voces, en la sociedad estadounidense, que se ha levantado con valentía y dignidad, contra Trump y su conducta antiraní, ha sido la legisladora demócrata por Minnesota, Ilhan Omar, quien condenó la conducta absolutamente antidemocrática y cruel de Donald Trump. La congresista señaló “mantener en vigor las sanciones económicas contra Irán, en estos momentos donde el COVID-19 se cobra miles de vidas iraníes, representa, por parte de Trump, una crueldad a nivel de supertirano”.
La conducta de Trump, su administración y todo aquel gobierno y empresa, que mediante la imposición de sanciones contra la República Islámica de Irán, busca el doblegar a su gobierno y sociedad, se hace partícipe de crímenes de lesa humanidad ([1]). Esto, al negarle a un país la posibilidad de enfrentar una catástrofe sanitaria como la que ha generado el COVID-19. Los crímenes de lesa humanidad o crímenes contra la humanidad son los delitos más graves, que el hombre, una entidad o un gobierno puede cometer y representa un agravio contra la humanidad en su conjunto. No prescriben y deben ser juzgados por la Corte Penal Internacional (CPI).
Pero, no crea el gobierno de Trump que la pandemia no lo va a afectar en forma inmisericorde y verá, a diferencia de su política monstruosa, que gran parte de la humanidad sentirá como propia la muerte de miles de hombres y mujeres de ese país, cuyo gobierno presidido por un multimillonario megalómano y con características propias de un tirano, lleva a cabo una política de crímenes contra otros pueblos.
[1] Según la ONU, los crímenes contra la humanidad engloban los actos que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil. Se entienden como crímenes de lesa humanidad asesinatos, exterminios, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población, encarcelación o privación de libertad física que viole el derecho internacional, torturas, violaciones, prostitución forzada o violencia sexual, persecución de un colectivo por motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género, desaparición forzada de personas, apartheid y otros actos inhumanos que atenten contra la integridad de las personas.
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