La prensa cómoda que quiere López Obrador y que por suerte para México, no tiene
En las elecciones federales de 2018 resultó electo presidente Andrés Manuel López Obrador, una mayoría de votos lo favoreció: a casi dos años identificamos que la percepción del residente de Palacio Nacional es como si la totalidad de los mexicanos lo hubieran elegido y en eso está rotundamente equivocado, como lo está en muchos temas en los que la primera y última palabra quiere que sea suya.
El presidente López Obrador dice de sí mismo que es perseverante y necio. Habría que agregar que también es sectario en su percepción de la realidad. Considera que la crítica sobre sus actos de gobierno, divulgada por los medios impresos, electrónicos y las redes sociales, se originan en la intención de sus “adversarios” y los “conservadores” de promover el fracaso de su gobierno y hasta fraguar un “golpe de Estado”, como lo ha dicho desde su tribuna diaria con la que pretende convencer a todos de que su idea de país es la correcta y conveniente para México.
Lo que para el presidente López Obrador es una determinación acertada, porque se inscribe en el marco de su propuesta ideológica de llevar a cabo la 4T, para otros es un error y así lo expresan.
En el marco de la crisis sanitaria mundial provocada por el contagio del coronavirus, las determinaciones del presidente López Obrador para combatir la pandemia y atender la vulnerabilidad en la que está cayendo la economía del país han sido criticadas por grupos empresariales y los gobernadores de algunos estados. Sus voces fueron divulgadas por la prensa, radio, televisión y redes sociales y se expresaron opiniones críticas. Todo ello como parte de la práctica relacionada con los principios de la democracia.
En su conferencia de prensa matutina el presidente López Obrador descalificó al periodismo mexicano, dijo que se había corrompido y que “ni es profesional, ni independiente ni ético”. Hizo un repaso histórico sobre el comportamiento político de la prensa mexicana en el siglo XIX, a la que considera un ejemplo, hasta llegar a la prensa actual. Criticó a El Universal, siguió con Milenio y con periodistas como Carlos Marín, Pascal Beltrán del Rio y Ciro Gómez Leyva, entre otros. Considera que son conservadores quienes escriben el editorial. No dejo fuera de su critica a Reforma, TV Azteca y Televisa.
Aseguró el presidente que la gente ya no le cree a los medios “a quienes mienten, exageran. ¿Ustedes creen que no aburre abrir un periódico, El Universal o Reforma por ejemplo, y no encontraron nada bueno del Gobierno? Todo mal. Todo mal. No sólo las notas, los articulistas supuestamente independientes, todos”.
Si realmente López Obrador, como presume al salir a dar clases de historia en su conferencia de prensa mañanera, la entendiera, sabría que todo el siglo XX para los mexicanos fue de lucha para construir la democracia que, en su último episodio, lo llevó a la presidencia y que el principio que siguió Jesús Reyes Heroles para iniciar el abandono del autoritarismo de un solo partido, fue reconocer el pluralismo y la diversidad de pensamiento existente en el país, que se manifestaba y se manifiesta a través de los medios de comunicación.
Al presidente López Obrador no le agrada que lo critiquen los grupos que piensan diferente a él y los descalifica en su conferencia de prensa matutina porque manifiestan no estar de acuerdo con la cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco, no aprueban que se le sustituya con otra obra, a cargo del Ejército, en Santa Lucia y, su punto de vista, es compartido por especialistas nacionales y extranjeros, que consideran errónea la determinación del presidente.
El presidente López Obrador fue criticado por la construcción de la Refinería de Dos Bocas y el Tren Maya y por sus métodos ilegales para imponer su voluntad mediante “consultas populares” no previstas en la ley, con metodologías descalificadas por especialistas. En su ultima experiencia propició la cancelación de la construcción de las instalaciones de una empresa productora de cerveza de marca internacional.
Desde luego que las determinaciones políticas de López Obrador tienen efectos económicos para la empresa mexicana y para la percepción de los inversionistas que confían en el manejo de las finanzas públicas, que en buena medida dependen del gasto público, el cual en su primer año de gobierno fue deficitario, aunque por sus instrucciones, fueron fortalecidos los programas sociales, que apoyan el consumo de los grupos vulnerables.
El periodismo divulga lo que observa y presenta un punto de vista sobre la realidad. Todos los días López Obrador insistente en imponer su visión de la realidad, con la que la otra parte de los ciudadanos no está de acuerdo y se lo dicen a través de los medios que descalifica.
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