AL TIEMPO
La “teoría del fusible” la hemos explicado aquí en repetidas ocasiones y con distintos personajes.
Es una herramienta política que se emplea no sólo en México sino en los gobiernos de todo el mundo.
Se trata, para los que no la recuerdan o los que no lo saben, del papel estratégico que juegan los integrantes del gabinete y sus equipos del primer nivel, sobre todo los secretarios de Estado.
Es decir, que un encargado de despacho –un secretario de Estado–, no sólo es el responsable de la cartera de su respectiva especialidad sino que, en todos los gobiernos, es una suerte de “fusible” –como en toda instalación eléctrica–, cuyo papel es contener las descargas políticas, las crisis y los ataques a un gobierno.
Y, en casos extremos, frente a una descarga catastrófica, el “fusible” no resiste y “se quema”.
Es decir, el “fusible”, el secretario de Estado, el subsecretario o el equipo todo, entregan su vida política para salvar el sistema en su conjunto; para evitar una tragedia que pudiera provocar la caída de todo el sistema; incluso del presidente en turno.
Y la historia “viene como anillo al dedo” al subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, a quien el poder presidencial ha convertido en una suerte de “alter ego” del presidente Obrador.
Y es que hoy, por increíble que parezca, López-Gatell es el servidor público más popular del gobierno. Incluso compite con la imagen y la popularidad del mismo presidente.
Con toda razón, algunos creen que la popularidad de López-Gatel se debe a la encomienda que le hizo el mismísimo presidente. Es decir, hacerlo responsable de la vocería de la pandemia de Covid-19.
Lo curioso, sin embargo, es que la excesiva y exagerada popularidad del vocero de la pandemia parece ser estimulada desde la misma casa presidencial, con una intención bien clara; la credibilidad y la confianza.
Y, para ello, se dan toda clase de argumentos:
Que si es fundamental esa popularidad, para ayudar a contener la pandemia; que si se trata de colocarlo a López-Gatell como guía frente a la pandemia; que si es la imagen del científico que requiere la credibilidad del gobierno de Obrador.
Sin embargo existen otra explicación y otras razones –hay otros datos–, detrás de la popularidad del vocero del Covid, estimulada desde el mismo gobierno.
¿Cuál es esa explicación y cuales las razones?
Precisamente “la teoría del fusible”.
Es decir, que se prepara a López-Gatell para convertirlo en el “fusible perfecto”, en el “fusible caliente” o, en el extremo, en el “chivo expiatorio”, capaz de salvar al gobierno todo y, al mismísimo presidente, frente a los efectos demoledores de las pandemias que amenazan a México.
¿Cuánto muertos provocará en México la pandemia? ¿Cuánto le costará a la imagen presidencial esa mortandad? ¿Quién pagará los platos rotos de los miles de muertos, que serán recordados como “los muertos de AMLO?

La respuesta es elemental.

Llegado el momento, el “fusible caliente” llamado Hugo López-Gatell se quemará y, con ello, salvará a todo el sistema, incluido al mismo López Obrador, el presidente que llevó a los cuernos de la luna al vocero de la pandemia.
Y es que el tamaño de la caída de López-Gatell –por el tamaño de la fama a la que fue llevado–, será del mismo tamaño de la descarga política contra el gobierno de AMLO.
En otras palabras; Hugo López-Gatell es preparado para ser lanzado a las fieras –en ese circo romano en que AMLO ha convertido su gobierno–, una vez que el desastre por el mal manejo de la pandemia haga tambalear al gobierno de Obrador.
Si, para eso son “los fusibles” en política, para ser reemplazados una vez que se queman. No lo olviden.
Se los dije.