sábado, 2 de mayo de 2020

Estudiante de la UACM que murió por Covid sí trabajaba para Grupo Salinas, narran compañeros; “nos tienen hacinados y ocultan la información”

Estudiante de la UACM que murió por Covid sí trabajaba para Grupo Salinas, narran compañeros; “nos tienen hacinados y ocultan la información”

Testimonios obtenidos por etcétera de compañeros que trabajaban codo a codo con Rodolfo Huvy Cruz Juárez, fallecido por Covid-19 el pasado 27 de abril, confirmaron que sí trabajaba para Grupo Salinas en el edificio de Rascarrabias #911 de la colonia Vértiz, alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México.
Un video grabado este jueves, y también proporcionado a etcétera demuestra cómo en el call center, donde se hacen llamadas de cobranza de Banco Azteca, se sigue laborando pese a no ser una actividad esencial ante la emergencia sanitaria por el coronavirus.
Reproductor de video
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El miércoles, a través de redes sociales, circuló un video de estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), donde denunciaron y responsabilizan a Grupo Salinas del contagio y muerte por complicaciones de Covid-19 de su compañero Huvy Cruz. Tras la publicación del video y su difusión en medios de comunicación, la empresa Staff E&I publicó un comunicado donde lamenta la muerte de su empleado. Aunque varios medios como Político.mx interpretaron que con esto quedaba demostrado que Huvy no trabajaba para Grupo Salinas, la realidad es que en el breve comunicado de cinco párrafos no se especifica la actividad que realizaba y tampoco niegan que se trate de una empresa que por outsourcing tenga contrato con el emporio de Ricardo Salinas Pliego.
De hecho, en los testimonios de sus compañeros y que al final de esta nota reproducimos íntegros (omitiendo los nombres originales para salvaguardar su identidad) mencionan que apenas unas semanas antes de que la crisis del Covid-19 estallara en México, muchos estaban renovando sus contratos con la empresa Staff E&I.
El outsourcing en México se ha convertido en otra batalla entre la iniciativa privada y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En enero, el presidente advirtió que el outsourcing ilegal se castigaría como delincuencia organizada. Tras el reclamo de los empresarios, el dictamen para reformar la Ley Federal del Trabajo en materia de outsourcing eliminó la connotación de ser una práctica criminal.
Sin embargo, no es novedad que en México distintos emporios empresariales contraten servicios a través de outsourcing para evadir impuestos y no tener mayor compromiso con los empleados, como otorgarles seguridad social. Por esto, también las empresas de subcontratación cambian una y otra vez de razón social, para evitar derechos laborales.
Esta situación es lo que viven los empleados, indirectos, de Grupo Salinas.
Según los testimonios de los compañeros de Huvy, en apenas un año quienes laboran en Rascarrabias #911 firmaron tres contratos con diferentes empresas.
“La razón social nos lo cambian a cada momento. Yo entré hace un año con Difusión de Servicios Financieros S.A de C.V.; en noviembre firmamos un contrato, el nombre era Grann-s; en marzo se dio otro contrato, desconozco su nombre porque no todos alcanzamos a firmar porque vino la pandemia”, declaró una de sus compañeras.

Ni cubrebocas ni sana distancia ni transparencia

“Fui compañera de Huvy, me encuentro de incapacidad, a los pocos días que él se enfermó me enferme yo, estábamos los dos doblando turno y llegó con temperatura, pero la supervisora Nancy, encargada de nosotros, no lo dejaba salir hasta llegara nuestro supervisor”, cuenta una de sus compañeras.
“Se fue a la enfermería para que lo revisaran y ahí le dieron salida. Luego no supe nada del él, sólo que tenía infección en el riñón. Hasta este lunes me enteré por otro supervisor que había muerto”, agrega.
Esas palabras, son el común denominador de los testimonios, no hay sana distancia, ni limpieza a profundidad, sólo gel antibacterial en lo elevadores y a pesar de que se prometió tomar la temperatura a los empleados al menos tres veces al día, eso no ha ocurrido.
Fila para entrara al edificio de Rascarrabias #911
De hecho, los supervisores, igual que el discurso de Ricardo Salinas Pliego, piden a sus subordinados valorar que ellos sí tienen trabajo. “Se aprovechan de nuestra necesidad”.
“Los supervisores nos dicen que valoremos nuestra chamba que no somos imprescindibles para la empresa, que así como se va un ejecutivo entran otros cinco. Saben que necesitamos el dinero y se aprovechan de esos para maltratarnos psicológicamente”.
Uno compañero de Huvy, que renunció la semana pasada, contó que tras enterarse de dos casos en el edificio varios compañeros se juntaron para ver las acciones que la empresa tomaría. La respuesta fue la indiferencia. “No me quedó más remedio que hablar a los números de la Secretaría del Trabajo, donde me pidieron datos sobre la empresa y dijeron que iban a hacer algo, pero no quisieron darme numero de folio”, asegura.
En el piso 4 de Rascarrabias #911 operan distintos turnos de seis horas diarias, seis días de la semana, o, 10 horas por turno, seis días de la semana, con un salario de 4 mil 200 pesos mensuales, con bonos de 3 mil 200 pesos, señala una de las empleadas. Para comer apenas tienen 20 minutos y otros 10 para ir al baño. Casi pueden dar por perdido su trabajo si faltan por sentirse mal y no se justifica con un comprobante médico, las horas de cobranza son claves y se les pide llamar hasta 20 veces al día a los deudores, de 7 de la mañana a 10 de la noche, incluidos sábados y domingos. Incluso, otra empleada señala que también piden a los clientes de Banco Azteca adelantar pagos.
Fotografía fue tomada esta semana al interior de las oficinas de Rascarrabias; sin sana distancia siguen comiendo juntos los empleados indirectos de Grupo Salinas

Según estos testimonios, actualmente en el piso 4 laboran entre 50 y 60 personas, luego de que sí se les permitió al personal vulnerable hacer cuarentena en sus casas sin que sus nóminas se vieran afectadas. Sin embargo, pese a que podrían trabajar separados, los supervisores los mantienen codo a codo.
“Todo el centro del piso está vacío, hay mamparas y computadoras que no se ocupan, pudiendo separarnos a unas tres máquinas uno del otro, nos tienen hacinados, trabajando espalda con espalda o frente a otra persona y ponen en las pantallas que es obligatorio el uso de cubrebocas, pero mucha gente no los lleva. No podemos organizarnos en el área de trabajo porque no hay capacitación sobre la pandemia y mucha gente sigue trabajando por necesidad económica y eso hace que no nos podamos organizar”.
En Rascarrabias #911, Huvy no es el único fallecido por coronavirus, días antes un supervisor del séptimo piso también falleció por Covid-19, sin embargo, el silencio prevalece antes que la transparencia. Los altos mandos niegan las muertes o simplemente callan, importa más seguir cobrando que la salud de sus empleados.
“Ellos sabían que Huvy tenía coronavirus, por que su familia lo informó y a nosotros nos decían que estaba de incapacidad pero por otra razón. Cuando nos debieron poner en cuarentena, ahora que falleció el compañero nada ha cambiado, ayer sólo nos dieron un cubrebocas a quienes no teníamos”.
Fotografía fue tomada esta semana al interior de las oficinas de Rascarrabias; sin sana distancia siguen comiendo juntos los empleados indirectos de Grupo Salinas

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