domingo, 31 de mayo de 2020

PANDEMIA, MENTIRAS Y MEDIAS VERDADES

Especial
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“No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra” – Friedrich Nietzsche 
Si algo nos hermana a todos los seres humanos del planeta es que todos, sin faltar ninguno –y desde bastante corta edad– hemos mentido alguna vez; pero paradójicamente, también coincidimos en que detestamos que nos mientan.
Mentiras enormes como catedrales o mentiras sin importancia. Hay quienes lo hace divinamente bien, otros de un modo bastante torpe.  Pueden ser “mentiras blancas” para no ofender a nadie, o mentiras mal intencionadas. Todas tienen sus consecuencias y todas lastiman cuando se conoce la verdad.
Ser un buen mentiroso no es algo fácil; para mentir bien hay que tener una memoria privilegiada y ser congruente con la mentira. Quizá lo más importante para ser un buen mentiroso es que no te importe que te descubran en la mentira; porque tarde o temprano lo harán.
Uno creería que en estos tiempos, en que casi todo lo que hacemos que todo queda documentado, ya sea en una grabación, video o foto, cualquiera se lo pensaría dos veces antes de decir una mentira y habría, si no más honestidad, más cuidado al mentir.
Si lo pensamos dos veces, mentir es absurdo ya que generalmente, terminamos con un problema mucho más grave y con peores consecuencias, que lo que hubiese sido haber dicho la verdad en su momento. Bien sabemos que además, la confianza que perdemos difícilmente la podemos volver a recuperar.
Con la desventaja que mentir, trae como consecuencia más mentiras.  Ya lo dijo Martín Lutero “Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve”.
La mayoría de las veces, el enojo que se genera ante una mentira no proviene del hecho que tratamos de ocultar, sino de la falta de honestidad de esa persona. Adiós confianza. Empezamos a poner en entredicho todo lo demás que nos han dicho.
En términos de política, creo que sí algo quedó claro es que estamos hartos de las mentiras y la falta de honestidad. Y ojo, mentir también implica proporcionar la información a medias u ocultándola. Ante una pandemia como la que estamos viviendo me resulta difícil de entender que se dé información contradictoria o verdades a medias.
Nadie puede culparlos por que las cifras sean altas, ya sea en contagios o en padecimientos, lo que es dañino es la información errónea. Tener la información real nos da una dimensión del problema que estamos viviendo y nos obliga a cuidarnos mas y enfrentar la “nueva normalidad” como atinadamente dijo Claudia Sheinbaum: “con ciencia y conciencia”.
Si en realidad estamos en una época de transformación para el país, la sinceridad debería ser piedra angular en todas las comunicaciones. Las mentiras o medias verdades hacen imposible un cambio profundo.
“Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentiras a medias, de ningún modo es una media verdad” – Jean Cocteau 
Buen domingo a todos.
Me gustaría oír tu opinión. Por favor escribe a: info@neteandoconferanda.com o en Twitter @FernandaT

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