Catástrofe
No se necesita ser epidemiólogo para saber que las cosas que ha hecho el gobierno federal, con Hugo López-Gatell al frente, han sido completamente insuficientes para frenar la ola de contagios y muertes en México.
Los resultados están a la vista. El escenario catastrófico se cumplió: la cifra de muertes está por encima de los 60 mil y la comunidad científica proyecta que el año lo cerraremos con 130 mil o más.
Si una muerte por sí sola es una tragedia, con más de 60 mil el gobierno tendría que estar tomando acciones más drásticas, pero no es así.
Parece que en la 4T se ha normalizado la muerte, bajo el pretexto de que la enfermedad es mundial, y no mueve un ápice sus políticas para “enfrentar” la catástrofe más letal de la era moderna. El presidente y su fiel escudero, López-Gatell, se anclaron en su método, y sus acciones dejan ver que nunca escucharon las voces de los que sí saben.
Por ejemplo, Héctor Hernández Bringas, investigador de la UNAM, tiene un certero diagnóstico sobre la letalidad de la pandemia en México.
Me dijo que, a nivel nacional, 11 personas fallecen por cada 100 contagiadas. Pero eso no es lo dramático: en el Seguro Social mueren 19 de cada 100, mientras que en instituciones privadas pierden la vida 4.5 de cada 100.
En cuanto a la dispersión del virus por el país, los contagios y muertes se dan más en sectores urbanos.
Y por lo que hace a la condición socioeconómica de las víctimas, aquí sí aplica la frase de “primero los pobres”, porque en los municipios de mayores rezagos, los más pequeños y menos densamente poblados, la letalidad es muy alta.
Esto quiere decir que se contagia menos gente en esos lugares, pero muere la mayoría de los que caen en las garras del virus.
En los municipios indígenas, que son más de 600, la letalidad es superior: 20 de cada 100 fallecen.
En cuanto al género y edad, los más afectados son personas en edades activas. El 66% son de entre 40 y 69 años; además de que fallecen dos hombres por cada mujer, la mayoría de ellos con baja escolaridad.
Así de claro es el mapeo del impacto del COVID-19 entre los mexicanos. Lo que nunca ha quedado claro es el método del gobierno para hacerle frente.
Ni siquiera con algo tan sencillo como el uso de cubrebocas “obligatorio” como política pública, o la aplicación de mayores pruebas, como lo propone el doctor Óscar Cingolani, profesor de la Universidad Johns Hopkins, en EU.
Dos “simples” medidas que permitirían frenar de un solo golpe el avance de los índices de mortandad en México, pero que han sido desdeñadas por la 4T, López–Gatell y AMLO.
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Fuera de control se encuentran los contagios de COVID-19 en el Cereso de Aquiles Serdán, en Chihuahua.
El miércoles murió el ex director del Fideicomiso para el Fomento de las Actividades Productivas, Joaquín Lázaro López, quien, junto con otros 20 exfuncionarios de César Duarte, se encontraba preso desde hace dos años en ese lugar.
Las autoridades confirmaron dos casos más de contagio, tema del que tendrá que dar una explicación el gobernador Javier Corral.
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El senador Manuel Velasco negó haber apoyado cualquier movimiento político durante su gestión como gobernador de Chiapas, por lo que exigió una investigación para aclarar dudas sobre los videos en los que aparece David León entregando dinero a Pío López Obrador.
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